25 de octubre de 2021 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Administración de la Asociación General, Instituto de Investigación Bíblica, Ministerio de Salud de la Asociación General, departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa, Oficina de Consejo General de la Asociación General y Loma Linda University Health

Este documento ha sido producido por la Administración de la Asociación General, el Instituto de Investigación Bíblica, el Ministerio de Salud de la Asociación General, el Departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa, la Oficina de Consejo General de la Asociación General y Loma Linda University Health. Se produce a partir de la declaración sobre inmunización  votada en abril de 2015 y afirma y sostiene tanto esta declaración, como la información sobre las vacunas dada a conocer el 22 diciembre de 2020.  

La pandemia de COVID-19 representa la mayor crisis de salud pública en el transcurso de cien años. Ha devastado poblaciones en todo el mundo y ha afectado severamente la salud física, espiritual, mental, emocional y relacional. Tras su aparición aislada, le han seguido continuamente oleadas recurrentes, trastornos económicos y defunciones. Nos vemos confrontados ahora con medidas de reducción de riesgo, tales como el uso de mascarillas o cubrebocas, distanciamiento social (físico), lavado de manos, detección temprana, prueba de Covid-19 y rastreo de contactos, lo cual se ha convertido en parte de nuestra vida diaria.

En medio de esta época de crisis y perturbación, la Iglesia Adventista del Séptimo Día se siente comprometida a la misión de poner en alto al Señor Jesucristo, su Palabra, su justicia y de proclamar al mundo los Mensajes de los Tres Ángeles, a fin de preparar a las personas, a través del poder del Espíritu Santo, para la pronta venida de Jesús. El mensaje de salud es el brazo derecho del evangelio; por lo tanto, el estilo de vida saludable ha sido una parte importante de las creencias de la Iglesia Adventista desde sus primeros años y continúa siéndolo. Continuamos todavía comprometidos a vivir, dar a conocer y promover la vida saludable, expresada en el mensaje adventista de salud integral confiado a la Iglesia. Los estudios adventistas de salud han confirmado los beneficios inequívocos de una mayor longevidad y calidad de vida a través de la práctica de tales principios de salud. Estos principios incluyen una dieta vegetariana bien equilibrada, ejercicio regular, beber el volumen adecuado de agua, exposición cuidadosa a los rayos del sol, aire puro, abstención de bebidas alcohólicas, tabaco y otras sustancias perjudiciales, sueño y descanso adecuados y, sobre todo, confianza en Dios. Estas prácticas favorecen y mantienen una saludable inmunidad. Más allá de estos beneficios al seguir los principios de un estilo de vida saludable y prácticas de prevención de salud pública, la Iglesia afirma y recomienda el uso responsable de vacunas, como medida importante de salud pública, especialmente durante una pandemia. Al mismo tiempo, la Iglesia respeta los derechos de libertad de las personas, de aquellos que eligen no ser vacunados.  https://www.adventist.org/guidelines/immunization/

La posición actual de la Iglesia respecto a inmunización y vacunas, incluyendo las referentes a COVID-19, tiene como punto de partida su percepción del amplio mensaje de salud que los adventistas del séptimo día han endosado desde hace mucho tiempo, con el amplio apoyo de las Escrituras y de los escritos de Elena G. White, en referencia a la importancia de la prevención de las enfermedades. Como denominación, hemos propugnado por más de cien años, por la sinergia de un estilo de vida saludable y la inmunización responsable. A raíz de la magnitud global de la pandemia, las muertes, inhabilitación y efectos a largo plazo por COVID-19 que están surgiendo en todos los grupos de edades; animamos a nuestros miembros a considerar la inmunización responsable y la promoción y facilitación del desarrollo de lo que se conoce comúnmente como inmunidad colectiva, o de grupo o rebaño (inmunidad colectiva prexistente de aproximadamente el 80 por ciento o más de la población, como resultado de infección previa y, o, de vacunación). Estamos conscientes de que las vacunas pueden tener efectos colaterales y que los tales pueden ser severos en un pequeño porcentaje de casos, incluyendo la muerte en muy raras situaciones. Ninguna vacuna es 100 por ciento eficaz. Por lo tanto, deben ser aplicadas cuidadosamente, considerando el riesgo de recibir la vacuna, comparado con los riesgos de ser infectados con  COVID-19. La inmunidad conferida tanto por la infección natural como por la vacuna, es de tiempo limitado y podría ser necesaria la administración de una dosis de refuerzo. El adquirir una dosis de refuerzo, con la recomendación del proveedor de atención a la salud de la persona, puede promover todavía más la salud personal y pública. La necesidad de tal refuerzo no representa una “falla” de la vacuna, sino más bien, refleja la naturaleza del nivel de anticuerpos que pueden disminuir con el tiempo.

La  Iglesia Adventista del Séptimo Día respeta la libertad de elección de cada individuo al tomar decisiones responsables en relación con su propia salud. Siendo que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y que formamos parte de cuerpo de Cristo, tanto por creación como por redención, debemos procurar personalmente hacer la voluntad de Dios respeto a las vacunas de protección contra el COVID-19. La decisión de aplicar o no la vacuna, no es un asunto de salvación, ni está relacionada, como algunos podrían sugerir, a la marca de la bestia. Es un asunto de decisión personal.[2] Creemos firmemente que, en cuestiones de convicción personal, debemos guiarnos por la Palabra de Dios, nuestra conciencia y un juicio bien informado. Al pesar las variadas opciones, debemos también tomar en consideración que los beneficios de la vacunación se extienden más allá de nosotros mismos y ayudan a proteger la comunidad local y la mundial en general. Después de investigar personalmente todos los lados de la cuestión, tomando en cuenta la situación única de la salud propia, procurando el consejo médico y orando al respecto, la persona puede entonces, en consulta con su consejero médico, tomar la mejor decisión posible (ver 1 Corintios 6:19, 20; Salmo 32:8; Proverbios 11:14; Santiago 1:5; Isaías 58:11). Como lo confirma la información de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día sobre vacunas para COVID-19, dada a conocer el 18 de diciembre de 2020 y expresada en la declaración sobre inmunizaciones en 2015:

“LA DECISIÓN DE SER O NO SER INMUNIZADO ES DECISIÓN DE CADA PERSONA Y DEBE SER TOMADA EN CONSULTA CON SU PROVEEDOR DE SALUD. ES IMPORTANTE LA INVESTIGACIÓN PERSONAL AL RESPECTO. CONFIAMOS ULTIMADAMENTE EN SEGUIR LAS PRÁCTICAS BÍBLICAS DE SALUD Y LAS DEL ESPÍRITU DE PROFECÍA Y EN SEGUIR LA GUÍA Y ORIENTACIÓN DE DIOS EN NUESTRA VIDA, LO CUAL NOS TRAERÁ PAZ Y SEGURIDAD AL TOMAR NUESTRA DECISIÓN”.  https://www.healthministries.com/covid-19-vaccines-addressing-concerns-offering-counsel/

Los países y sociedades en todo el mundo han enfrentado previamente y en diversas maneras, algunos mandatos en relación con la salud pública. Estos se han puesto en ejecución como medida de protección, al reconocer que la salud de la comunidad es un determinante fundamental en la salud y la susceptibilidad a la enfermedad de la persona. Las prácticas de salud pública han sido ordenadas desde el tiempo de Moisés y, probablemente, mucho antes. Ejemplos más recientes de prácticas obligatorias de salud pública incluyen la prohibición de fumar en los aviones y el uso del cinturón de seguridad como requerimiento general en todos los vehículos motorizados. Por los últimos 20 años se ha estado poniendo en ejecución sobre la población en general, tanto en los Estados Unidos como en países de todo el mundo, el mandato respecto a la vacuna para evitar la viruela; y el resultado hasta el presente, ha sido un mundo libre de viruela. Muchas otras enfermedades infecciosas se encuentran actualmente bajo control por medio de vacunación y han estado también sujetas a mandatos (por ejemplo, la polio, el sarampión y la difteria). En la década de 1930, los misioneros adventistas del séptimo día fueron instruidos por parte de la Iglesia, como su empleadora, a recibir las inmunizaciones contra la viruela y la tifoidea. A través de los años, estos requerimientos han sido dados a conocer ampliamente a través de las publicaciones oficiales de la iglesia y, en general, la aceptación de los mismos por parte de los miembros de la Iglesia ha sido positiva. Los requerimientos para que los misioneros sean apropiada y responsablemente vacunados, continúa actualmente. Durante toda su vida, Elena G. White no hizo comentarios acerca del tema de libertad religiosa en conexión con los mandatos sobre vacunación. Ella entendió claramente y mucho mejor que la mayoría, la amplitud del mensaje de salud confiado a la iglesia.

La  Iglesia Adventista del Séptimo Día no se opone a los mandatos respecto a seguridad y salud pública de parte del gobierno. La sumisión a las autoridades gubernamentales es un principio bíblico, a menos que represente un conflicto entre tal obediencia y la obediencia a Dios. (Mateo 22:21; Romanos 13:1-7). En muchos casos, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha apoyado las órdenes gubernamentales en apoyo a asuntos de salud y seguridad. Cuando se trata de vacunación respecto al COVID-19, creemos que los individuos tienen el derecho de expresar y defender su convicción; ya sea la de ser o no ser vacunados. Los mandatos generalmente permiten excepciones por causa de convicciones religiosas o condiciones de salud individuales. Con la presente amplia disponibilidad de pruebas personales, las personas pueden, en vez de ello, someterse regularmente a tales pruebas de detección, si así se requiere.

El departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la Asociación General (PARL), considera la pandemia de COVID-19 como una crisis de salud pública y ve su conexión con las vacunas de acuerdo a ello. PARL provee apoyo y asistencia a los miembros que están de parte de las enseñanzas y doctrinas religiosas de la Iglesia, como se expresa en su sistema de creencias y declaración de reglamentos (y también a otros grupos religiosos). Reconocemos que en algunas ocasiones, nuestros miembros van a tener preocupaciones personales y hasta convicciones que van más allá de las enseñanzas y posiciones de la Iglesia. En estos casos, los dirigentes de libertad religiosa de la Iglesia harán todo lo posible para proveer apoyo y consejo en forma personal, no como posición de la Iglesia; incluso ayudando algunas veces a los miembros a redactar sus propias solicitudes personales de acomodamiento, dirigidas a sus empleadores y otros. Sin embargo, para evitar confusión acerca de las posiciones propias de la Iglesia, muy frecuentemente se dará el caso de que, en tales circunstancias, la Iglesia no deseará que su apoyo a defensa del miembro se refleje en correspondencia o comunicaciones públicas. Es importante que la Iglesia preserve su habilidad de expresarse en asuntos que son fundamentales en su sistema de creencias e identidad  y que su influencia no se vea diluida por convicciones y agendas personales que no son vitales en el contexto de su mensaje y consideraciones proféticas.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, en consulta con los departamentos de Ministerio de Salud y Asuntos Públicos y Libertad Religiosa, de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, está convencida de que los programas de vacunación que generalmente se llevan a cabo, son importantes para la seguridad y salud de sus miembros y de la comunidad en general. Por lo tanto, los reclamos o demandas en nombre de la libertad religiosa no son utilizados apropiadamente al objetar los mandatos gubernamentales o programas de sus empleadores, designados para proteger la salud y seguridad de sus comunidades.

Esta ha sido generalmente la posición de la Iglesia durante el último siglo, desde que se elaboró el moderno programa de vacunación. Si utilizamos nuestros recursos de libertad religiosa en esfuerzos para defender tales decisiones personales, creemos que vamos a debilitar nuestra postura en materia de libertad religiosa ante el gobierno y el público en general. Tales esfuerzos harían menos probable que se escuchen y aprecien esos argumentos cuando son utilizados en asuntos de adoración y prácticas religiosas. Entendemos que algunos de nuestros miembros ven las cosas en forma diferente y respetamos esas convicciones. Podrían tener en ocasiones derechos que pueden ser defendidos ante la ley; y nosotros les señalaríamos materiales y recursos  para hacerlo; pero no podemos realizar directamente este esfuerzo en su favor.

¿Cómo ha respondido Loma Linda University Health (LLUH), una de nuestras excelentes universidades denominacionales en el ramo de salud, y su escuela de medicina, durante la pandemia? Actualmente, el 90 por ciento de los estudiantes de LLUH están vacunados, así como el 97 por ciento de nuestros médicos. Se han ofrecido en los hospitales oportunidades de declinar, para quienes se oponen fuertemente a recibir la vacuna; pero deben comprometerse a someterse a pruebas semanales de detección. Como resultado, han disminuido significativamente las cifras en relación a la pandemia de COVID-19 entre los estudiantes y el personal, desde diciembre de 2020.

Lo que realmente cuenta durante la pandemia y más allá de la misma, es cómo nos tratamos unos a otros, particularmente dentro de la Iglesia y también dentro de nuestras comunidades. Ni el enojo, ni la estigmatización o el vilipendio deben tener cabida dentro del cuerpo de Cristo. Necesitamos relacionarnos con los demás con respeto, amor y compasión.

En vez de enfocar la atención en nuestras convicciones individuales, deberíamos de acercarnos más en forma conjunta a una relación con Cristo y unos con otros. Debemos practicar el animarnos unos a otros y alentar la esperanza en los habitantes de este mundo al dar a conocer los importantes Mensajes de los Tres Ángeles enviados por Dios y la expectativa del pronto regreso de Cristo. Debemos esforzarnos en ser más activos en nuestras iglesias y no crear divisiones dentro del cuerpo de Cristo. Como adventistas, debemos ser un ejemplo para los demás, teniendo siempre en mente que todo el universo lo está observando.

Es importante cuidar unos de otros, tomando en cuenta a los demás en nuestras prácticas. Esto incluye la prevención de la diseminación de enfermedades mortales y la consideración de optar o no por la vacuna, amarnos unos a otros y amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Entonces y, en conjunto, podemos avanzar en fe “soportándonos unos a otros en amor” y prestando atención al consejo divino: “Siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor” (Efesios 4:2, 3). Cristo nos llama a no tener miedo y a depositar nuestra seguridad en él, siendo que nada puede separarnos de su amor. (Romanos 8:31-39). “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes” (Deuteronomio 31:8; también Juan 16:33) Pongamos nuestra esperanza en Jesús y tengamos ánimo en él, porque ¡él ha vencido al mundo!

Referencias y Fuentes:

[1] (Título del documento) El proceso de elaboración de este documento ha incluido amplia consulta con diferentes entidades de la iglesia y especialistas que representan a la Iglesia mundial.

[2] Haremos bien en recordar que Dios les dio a Adán y Eva la libertad de elección en el Jardín del Edén, aunque tal libertad trajo consecuencias significativas.

Traducción – Gloria A. Castrejón

 

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