Expertos de la agencia humanitaria compartieron lecciones y sugerencias en el COP26 en Glasgow.

Representantes de más de 180 países se reunieron en persona y virtualmente en Glasgow, Escocia, durante dos semanas en noviembre para la XXVI Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas (COP26) y, lo que es más importante, para fortalecer acciones relacionadas con la crisis climática.

En todo el mundo se han disparado alarmas por las crecientes emisiones por el efecto invernadero y las temperaturas globales, lo que está disparando catástrofes sin precedentes en todo el mundo. El COP26 ha sido el centro de atención, mientras crecen las esperanzas de que se progrese en cuestiones relacionadas con las finanzas climáticas, el uso del carbón y las emisiones de metano.

In-person panel discussion at COP26 in Glasgow focusing on sustainable land-use practices that restore ecosystems, among other topics. [Photo: courtesy of the German Climate Pavillion]

Los expertos advierten que si las naciones no toman acciones drásticas para reducir las emisiones en forma inmediata, gran parte del mundo sufrirá catástrofes climáticas, olas de calor más prolongadas e intensas, y amplia pérdida de especies, entre otras consecuencias.

Lo que dicen las cifras

La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en Alemania colaboró con las agencias asociadas OroVerde Die Tropenwaldstiftung (Fundación Bosque Tropical) y Welthungerhilfe (Ayuda para el Hambre en el Mundo) en una sesión conjunta de 90 minutos durante la conferencia global.

El panel cubrió la temática del sustento resiliente al clima y de enfoques integrales para fortalecer la resiliencia comunitaria, como por ejemplo la preparación de las comunidades para enfrentar catástrofes extremas (por ejemplo, las sequías y las inundaciones), cómo hacer frente e identificar los riesgos a largo plazo, y la discusión de cómo restaurar los ecosistemas para la sustentabilidad.

Brendon Irvine, director de programas y planificación de la sede regional de ADRA en Asia, se sumó al panel en forma virtual y habló del estado actual del mundo y de cómo la naturaleza y las soluciones basadas en la naturaleza ofrecen esperanza y alternativas reales para disminuir el exceso de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.

“Las emisiones globales de CO2 actualmente alcanzan un exceso de 42 a 43 gigatones por año. Alrededor de 35 a 36 de esos gigatones provienen de los combustibles fósiles y las emisiones industriales, y de 5 a 6 de esos gigatones provienen de los usos de la tierra, como por ejemplo de la pérdida de biomasa por la deforestación, la desertificación y la pérdida de la materia orgánica del suelo”, dijo Irvine.

Irvine brindó hallazgos y evidencias históricas que señales que las tierras de cultivo y de pastores, en praderas y pastizales naturales, junto con el uso de la materia orgánica del suelo, pueden ofrecer el mayor potencial de minimizar las emisiones de CO2, en especial si se los administra bien.

“Para progresar hacia las emisiones netas cero para 2050, tenemos que reducir ese exceso de dióxido de carbone y disminuir las emisiones futuras. En términos colectivos, la reducción es de más de 1200 gigatones. Eso sería suficiente para llevarnos a niveles atmosféricos de dióxido de carbono previos a 1990 y hacer frente a las emisiones futuras durante los próximos 10 a 15 años en un progreso hacia las emisiones netas cero de dióxido de carbono”, dijo Irvine.

Reducciones exitosas del CO2

Sumándose al panel de discusión sobre resiliencia climática en el COP26 estuvo Anna Krikun, coordinadora de programas de ADRA Alemania, quien compartió un proyecto que ADRA ha implementado en Fiyi. El país se vio impactado por el cambio climático en 2016, cuando un importante ciclón azotó las islas del país, a lo que le siguió la sequía.

“Desde que se produjeron esas catástrofes naturales, hubo un uso extensivo e incorrecto de químicos como por ejemplo de pesticidas”, dijo Krikun. “Esto llevó a la inseguridad alimentaria; las personas comían mayormente hortalizas ricas en almidón, y los monocultivos afectaron la tierra, la biodiversidad y la salud de las personas. Según informes, el 40 por ciento de las embarazadas tenía anemia y el 6,2 por ciento de los niños de hasta 5 años se vieron afectados en su crecimiento”.

ADRA administró sistemas de irrigación, remplazó los pesticidas químicos con alternativas orgánicas, hizo que las comunidades se volvieran conscientes del impacto que las soluciones químicas tienen sobre la tierra y la salud, brindaron equipos de agricultura y ofrecieron técnicas para la preservación de las semillas, además de fomentar huertas que buscaron incrementar “cultivos resilientes”.

Después de tres años, ADRA halló que la comunidad había incrementado la preservación de las semillas, que los granjeros adquirieron conocimientos sobre cuidado del suelo, y que adaptaron maneras de cultivar durante las sequías. Además, comenzaron a depender menos de los monocultivos y de las comidas rápidas. Las embarazadas comenzaron a recibir la nutrición adecuada, y los índices de anemia disminuyeron. También se produjo en elevado interés en las plantaciones con biodiversidad, en especial entre los jóvenes.

“La lección que hemos aprendido de este proyecto que las soluciones basadas en la naturaleza y el uso sustentable de la tierra son un factor importante para reducir los niveles de dióxido de carbono, pero su impacto va mucho más allá de eso: son fundamentales la calidad del agua y los alimentos, la biodiversidad, la resiliencia comunitaria, y los incentivos y la creación de conciencia”, dijo ella.

Frente a los cambios climáticos futuros

ADRA en el Reino Unido y la sede regional de ADRA en África sumaron fuerzas junto con la Misión Adventista Escocesa para iniciar un programa piloto de mayordomía ambiental de un año de duración conocido como ASAP, para hacer frente a los efectos del cambio climático de manera estratégica y práctica, creando al mismo tiempo conciencia de sus efectos y de la responsabilidad de los individuos.

“ASAP es una plataforma para la colaboración internacional e intercultural en la que actores globales, comunidades locales y los jóvenes pueden contribuir con una respuesta basada en la fe a la agenda del cambio climático”, dijo Catherine Boldeau, directora de educación y liderazgo urbano para el desarrollo de ADRA en el Reino Unido.

Según Boldeau, la sociedad apunta a reducir el impacto del carbono en una organización nacional de base religiosa, conectar a las comunidades del norte global con las comunidades del sur global para que promuevan la mayordomía ambiental, y crear conciencia y participación respecto de la responsabilidad de base religiosa ante el medio ambiente.

“El cambio climático nos concierne a todos, no solo a los más vulnerables del planeta. Es una de las mayores amenazas que enfrenta la humanidad en tiempos modernos. Es importante mitigar sus efectos negativos, adaptándose rápidamente y con decisión a los cambios, de manera de garantizar el bienestar de la humanidad dentro de los límites planetarios”, dijo Carina Rolly, asesora de políticas y acciones de apoyo de ADRA en Alemania.

Añadió que Alemania ha sentido los efectos del cambio climático, en tiempos más recientes, con las inundaciones en las regiones occidentales.

“ADRA ha sido uno de los principales agentes en el campo de las ONG a la hora de apoyar iniciativas sociales y a los hogares, en estrecha cooperación con nuestros socios”, dijo Rolly. “Se seguirán produciendo catástrofes. Necesitamos tener una comprensión más fuerte y profunda de lo que significa esto para nosotros como comunidad, y de cómo queremos apoyarnos mutuamente como miembros de iglesia y sociedades”.

Durante un programa de lanzamiento de la iniciativa ASAP, llevado a cabo el 9 de noviembre, Michael Kruger, el presidente de ADRA, compartió con mensaje pregrabado.

“El mundo necesita acciones urgentes, soluciones innovadoras y mayordomos fieles. El proyecto ASAP se apoya en nuestras fortalezas como adventistas, brindando soluciones basadas en la naturaleza ante el cambio climático. Al mejorar los ecosistemas locales, podemos hacer frente a los desafíos como por ejemplo los riesgos de catástrofe, la pérdida de biodiversidad, la seguridad alimentaria, la seguridad del agua y la salud humana”, dijo Kruger. “Estas soluciones están siendo reconocidas como efectivas y con buena relación costo-beneficio, ayudando a que las personas se adapten al cambio climático y desarrollen resiliencia comunitaria”.

Kruger destacó que el proyecto es el primero de su clase, que no será el último, y que este tiene poder de transformar vidas y comunidades en diversas partes del mundo.

“El proyecto también es una invitación para que nosotros como individuos actuemos y consideremos las maneras en las que nuestros estilos de vida pueden contribuir a un mundo más sustentable e igualitario”, expresó.

La versión original de este artículo fue publicado por la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales.

Traducción de Marcos Paseggi

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