10 de febrero 2022 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Ted N.C. Wilson, President de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día

¡Hola amigos! Hoy continuaremos nuestro estudio acerca de Dios el Hijo. Como recordarán, estamos repasando las Creencias Fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Todas estas creencias están basadas en la Biblia. En nuestro video anterior, leímos la Creencia #4, titulada «Dios el Hijo» en su totalidad, pero si deseas leerla de nuevo o si aún no la has escuchado, te animo a buscarla en adventist.org/beliefs.

Hasta ahora, hemos visto pasajes de la Biblia que confirman que Dios el Hijo, quien es parte de la Deidad, ha existido desde la eternidad. Su misión de salvación se estableció antes de la creación del mundo, y Su nacimiento y misión fueron predichos en la profecía bíblica.

La Biblia, en Gálatas 4:4, revela que Dios envió a Su Hijo a la tierra, «cuando vino el cumplimiento del tiempo», y cuando Jesús comenzó Su ministerio terrenal, proclamó, «El tiempo fue cumplido», como lo registra Marcos 1:15,

Estos textos revelan que la vida de Cristo estaba en armonía con las profecías anteriores. Más de cinco siglos antes, a través de Daniel, Dios profetizó el tiempo exacto del comienzo del ministerio de Cristo y el tiempo de Su muerte. Exploraremos esa profecía más a fondo en otro video, pero si desean leer la profecía, la encontrarán en Daniel, capítulo 9.

La profecía también da detalles específicos sobre Su muerte y resurrección. Quizás uno de los capítulos más conmovedores de toda la Escritura es Isaías 53. En este pasaje, el profeta Isaías describe el sacrificio de Cristo, donde a partir del versículo 3 leemos:

«Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.» (versículos 3-5).

Yendo más Adelante, el profeta explica en el versículo 6, » mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. «, y en los versículos 7 y 8 él describe el juicio de Cristo: «Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.» Los versículos 9 y 10 predicen cómo Cristo moriría con los impíos y sería sepultado con los ricos, lo que indica que su cuerpo sería puesto en la tumba de un hombre rico.

Otras profecías asombrosas dan más detalles: el Salmo 41:9 indica que Cristo sería traicionado por un amigo cercano, y Zacarías 11:12 dice específicamente que Jesús sería traicionado por 30 piezas de plata y en el capítulo 10:20 el profeta indica que el costado de Cristo sería perforado

Leemos en Isaías 50:6 que el Mesías sería golpeado y escupido durante Su juicio. El salmista menciona en el Salmo 22:18 que los que lo ejecutaron apostarían por su ropa, y en el Salmo 34:20 leemos que ninguno de sus huesos sería quebrado.

La Biblia predijo no solo la muerte del Salvador, sino también Su resurrección. En su sermón  registrado en Hechos 2:31, el apostol Pedro se refiere a la profecía de David de Salmos 16:10, declarando que «no dejarás mi alma en el Seol» (otra palabra para «la tumba»), «Ni permitirás que tu santo vea corrupción.» Pedro luego afirma en el versículo 32, «A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos..»

Pablo confirma que hubo muchos testigos del Cristo resucitado, declarando en 1 Corintios 15:3-7: «Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, (otro nombre para Pedro), y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez… Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles.» ¡Estas profecías y testimonios son solo algunos de muchos que indican cómo Cristo vendría a esta Tierra, moriría por nuestros pecados y resucitaría triunfalmente!

Hay tanto que estudiar acerca de Dios el Hijo que posiblemente no podamos cubrirlo todo aquí. Sin embargo, muchas de nuestras Creencias Fundamentales Adventistas del Séptimo Día profundizan en varios aspectos de Dios el Hijo, y en videos futuros profundizaremos en quién es Él, qué está haciendo por nosotros hoy y qué podemos esperar en el futuro. Algunos de estos temas incluyen: «La vida, muerte y resurrección de Cristo», «La experiencia de la salvación», «Crecer en Cristo», «Unidad en el Cuerpo de Cristo», «El ministerio de Cristo en el Santuario celestial y «La segunda venida de Cristo».

Como pueden ver, Dios el Hijo, Jesucristo, es fundamental para lo que somos y lo que creemos como Adventistas del Séptimo Día. Porque como dijera firmemente el apóstol Pablo hace siglos: «Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos » (Hechos 17:28).

Mientras contemplamos quién es Dios el Hijo y todo lo que ha hecho por nosotros, me gustaría

compartir con ustedes un hermoso pensamiento de ese increíble libro sobre la vida de Cristo, El Deseado de Todas las Gentes. En la página 15, la autora inspirada escribió:

«Desde que Jesús vino a morar con nosotros, sabemos que Dios conoce nuestras pruebas y simpatiza con nuestros pesares. Cada hijo e hija de Adán puede comprender que nuestro Creador es el amigo de los pecadores. Porque en toda doctrina de gracia, toda promesa de gozo, todo acto de amor, toda atracción divina presentada en la vida del Salvador en la tierra, vemos a “Dios con nosotros… Por su humanidad, Cristo tocaba a la humanidad; por su divinidad, se asía del trono de Dios. Como Hijo del hombre, nos dió un ejemplo de obediencia; como Hijo de Dios, nos imparte poder para obedecer.”

Oremos a Él y démosle gracias ahora mismo. Padre celestial, gracias por enviar a Cristo, nuestro Redentor, nuestro poderoso abogado, quien está haciendo un plan de escape para cada uno de nosotros, a través de Su vida, muerte y resurrección.

Ahora Señor, nos encomendamos a tu cuidado, y por la gracia y la sangre de Jesucristo, te pedimos que nos des vida eterna y nos des una experiencia más plena ahora mismo, mientras compartimos con otros este magnífico plan de salvación. Gracias a ti por escucharnos, en el nombre de Jesús te lo pedimos, amén.

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