En Bulgaria, pequeños milagros acompañan la ayuda humanitaria a Ucrania
13 de marzo de 2022 | Suiza | Andreas Mazza, División Intereuropea y Adventist Review
El conflicto armado en Ucrania ha estado desarrollándose por algunas semanas y el mundo se ha unido para ayudar a millones de refugiados desplazados por la violencia. La Iglesia Adventista del Séptimo Día en Europa es parte de la respuesta adventista mundial para ayudar a quienes necesitan ayuda, a través de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA).
Bulgaria, un pequeño país cuya costa, al igual que la de Ucrania, bordea el Mar Negro, está participando en esfuerzos de labor humanitaria y solidaridad en favor de los refugiados ucranianos.
Durante la segunda semana del conflicto bélico, la Unión de Bulgaria recolectó algunos fondos monetarios de colegas de las oficinas de la Unión y, Petya Gotseva, coordinador de ayuda humanitaria, compró cobijas gruesas para ser transportadas en una furgoneta, juntamente con alimentos y bebidas para los refugiados alojados en la frontera en tiendas de campaña.
Curiosamente, en una reciente mañana de sábado, uno de los canales de televisión nacional en Bulgaria transmitió directamente desde la frontera rumana ucraniana, desde donde transmitió algunas tomas en la que aparece una famosa estrella de cine de Bulgaria, movilizándose en la furgoneta de la Unión adventista y expresando cuán complacida se sentía respecto a las actividades de ADRA.
Pero los ciudadanos comunes juegan también un papel importante en esta causa. El siguiente es un testimonio breve de una dirigente adventista en Bulgaria, que subraya el nivel de compasión de los ciudadanos búlgaros; independientemente de que sean o no miembros de la iglesia, hacia la gente que necesita ayuda.
“Después de terminada la reunión por Zoom, recibí otra llamada telefónica” continuó explicando Ivalina Ilieva. “Una voz masculina me informó que se encontraba frente al edificio de la Unión. Me dirigí a abrir la puerta y vi entonces un automóvil con un hombre joven dentro”.
Sonriendo tímidamente, el hombre le dijo a Ilieva que traía consigo una donación para los refugiados de Ucrania y le preguntó dónde podía colocarla. Entonces comenzó a descargar todo el vehículo lleno de productos; caja tras caja, tras más cajas llenas de croissants (bollos de hojaldre en forma de medialuna), panecillos horneados, galletas, chocolates, barras de muesli o granola, agua, jugos y desinfectante de manos. Después de terminar, me dijo con la misma tímida sonrisa: “¡Eso es todo lo que pudimos hacer en tan breve tiempo!” y entonces se fue.
“Me reuní entonces en la iglesia con la persona donadora y le agradecí por su generosidad”, dijo Ilieva. Me enteré así de otra fase de la historia. A instancias de su tía, estuvo hablando con su novio (el joven que trajo las cajas de productos), acerca de que debían probablemente hacer algo en favor de los refugiados. Y él dijo: ‘Claro que sí, alístate y vamos a la tienda!’ ‘¿Quieres decir AHORA mismo?’ contestó ella. ‘¿Y por qué esperar?’, dijo él. Cuando llegaron a la tienda, ella preguntó cuánto dinero podían gastar. ‘Tenemos 500 euros’, contestó él. Los jóvenes buscaron en sus bolsillos y tomaron todo lo que tenían —100 euros, otros 250 euros y aun otros 150 euros”.
“Estas personas no eran adventistas, pero confiaban en nosotros”, concluyó Ivalina Ilieva. “Dieron todo lo que traían en sus bolsillos. Así que ahora estamos orando no solamente por los refugiados ucranianos, sino también por la gente de Bulgaria que desean abrir su corazón y dar de lo que tiene en favor de quienes lo necesitan, confiando en la Iglesia Adventista”.
La versión original de esta historia de publicó en el sitio de noticias de la División Intereuropea.
Traducción – Gloria A. Castrejón