21 de abril de 2022 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Ted N.C. Wilson, President de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día
Ted Wilson (TW): Saludos, amigos, desde la sede mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Silver Spring, Maryland.
Estoy aquí una vez más con mis colegas administradores, Erton Kohler, secretario ejecutivo, y Paul Douglas, director financiero y tesorero. Estamos aquí hoy para hablar sobre la «Unidad en el Cuerpo de Cristo», la 14ª Creencia Fundamental de nuestra Iglesia.
Erton Kohler (EK): La unidad entre los creyentes es tan importante que comienza con Cristo mismo. La noche antes de Su crucifixión, Jesús oró fervientemente a Su Padre en el cielo: «A los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. » Juan 17:11.
Paul Douglas (PD): Y en Su oración esa noche, Jesús no solo oró por Sus discípulos; Él oró por ti y por mí. Como se registra en Juan 17:20 y 21, Jesús dijo, «Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.»
TW: Es a través de la unidad de los creyentes de Cristo que el mundo creerá las buenas nuevas que tenemos para compartir. Pero, ¿cómo es esta unidad y cómo puede lograrse? Comentando estos versículos en Juan 17, Elena G. de White escribió, «La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de uno ni otro. Son uno en mente, propósito y carácter, pero no en persona. El hombre, al someterse a la ley de Dios y participar de su Espíritu, llega a ser participante de la naturaleza divina. Cristo conduce a sus discípulos a una unión viva consigo mismo y con el Padre. El hombre se completa en Cristo Jesús mediante la obra del Espíritu Santo en su mente. La unidad con Cristo establece un vínculo de unión de los unos con los otros. Esta unidad es para el mundo la prueba más convincente de la majestad y la virtud de Cristo, y de su poder para quitar el pecado. (Manuscrito 111, 1903).
EK: Cuando pensamos en los discípulos de Cristo, sabemos que tenían diferentes antecedentes, diferentes personalidades, diferentes formas de hacer las cosas y, a veces, peleaban por quién sería el más grande. Jesús sabía todo esto y tenía planes mucho más grandes para ellos, planes para que alcanzaran el mundo para Él! Pero Él sabía que nunca podrían cumplir esta misión hasta que estuvieran completamente unidos. Por eso oró por la unidad entre ellos.
TW: En Hechos 2:1 vemos una hermosa respuesta a la oración de Cristo solo unas semanas después —«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.» «Todos unánimes» significa más que estar físicamente juntos en el mismo lugar; significa que estaban juntos en corazón, mente y alma. ¿Cómo fue que estos mismos discípulos, que poco antes habían estado discutiendo sobre quién sería el mayor, ahora estaban tan unidos en mensaje, misión y corazón?
PD: En el libro Los Hechos de los Apóstoles, Elena de White nos dice, «Mientras los discípulos esperaban el cumplimiento de la promesa, humillaron sus corazones con verdadero arrepentimiento, y confesaron su incredulidad. (p. 29). Y luego continúa diciendo: Los discípulos oraron con intenso fervor pidiendo capacidad para…hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a Cristo. Poniendo aparte toda diferencia, todo deseo de supremacía, se unieron en estrecho compañerismo cristiano.” (p. 30)
EK: «Estos días de preparación fueron días de profundo escudriñamiento del corazón. Ella escribe. «Los discípulos sentían su necesidad espiritual, y clamaban al Señor por la santa unción que los había de hacer idóneos para la obra de salvar almas… Estaban abrumados por la preocupación de salvar almas. Comprendían que el Evangelio había de proclamarse al mundo, y demandaban el poder que Cristo había prometido.» (p. 37).
TW: Respondiendo a la pregunta de cómo podría tener lugar esta transformación, leemos, «Bajo la instrucción de Cristo, los discípulos habían sido inducidos a sentir su necesidad del Espíritu. Bajo la enseñanza del Espíritu, recibieron la preparación final y salieron a emprender la obra de su vida. Ya no eran ignorantes y sin cultura. Ya no eran una colección de unidades independientes, ni elementos discordantes y antagónicos. Ya no estaban sus esperanzas cifradas en la grandeza mundanal. Eran “unánimes,” “de un corazón y un alma.” Hechos 2:46; 4:32. Cristo llenaba sus pensamientos; su objeto era el adelantamiento de su reino. En mente y carácter habían llegado a ser como su Maestro, y los hombres “conocían que habían estado con Jesús.” (Hechos de los Apóstoles. P.37.2).
PD: Este es el tipo de unidad que necesitamos en la Iglesia de hoy. Aunque somos muchos, más de 22 millones de miembros, de cientos de nacionalidades y grupos culturales diferentes, que hablan una miríada de idiomas, Dios nos llama a unirnos, unidos en Él, con un mensaje y una misión: salvar como tantos como sea posible a través de Su poder. Nuestra 14ª Creencia Fundamental lo explica así: «La iglesia es un cuerpo con muchos miembros, llamados de todas las naciones, tribus, lenguas, y pueblos.
EK: En Cristo somos una nueva creación; las distinciones de raza, cultura, aprendizaje y nacionalidad, y las diferencias entre altos y bajos, ricos y pobres, hombres y mujeres, no deben ser divisorias entre nosotros.
TW: Todos somos iguales en Cristo, que por un solo Espíritu nos ha unido en una comunión con Él y con los demás; debemos servir y ser atendidos sin parcialidad ni reservas.
PD: A través de la revelación de Jesucristo en las Escrituras, compartimos la misma fe y esperanza, y nos extendemos en un solo testimonio a todos. Esta unidad tiene su fuente en la unidad del Dios trino, que nos ha adoptado como sus hijos.»
EK: Si ustedes desean conocer más sobre esta hermosa creencia fundamental, les invito a visitr el siguiente enlace: [https://es.adventist.org/creencias].
TW: Hermanos y hermanas, hoy Cristo busca unirnos como uno en Él: uno en mensaje, uno en misión, uno en propósito. El tiempo es corto. A medida que sigamos los pasos de aquellos primeros discípulos, dejando de lado nuestros propios deseos y ambiciones, y entregándolo todo a Cristo, orando fervientemente por el derramamiento de Su Espíritu Santo, Él vendrá y nos unirá de una manera poderosa, dándonos la sabiduría, fortaleza y valor para proclamar el evangelio eterno a todo el mundo. Y entonces llegará el final. Les invito a unirse a nosotros en oración ahora mismo.
Oración: [Los 3 Oficiales].
EK: Nuestro Padre Celestial. Somos seres humanos con escenas desafiantes en muchas necesidades diferentes. Pero necesitamos estar unidos a ti y unos a otros.
PD: Y Padre, te agradecemos por el privilegio de que nos hayas invitado a unirnos a ti en tu misión de salvar este mundo. Gracias por el privilegio que nos has dado y concédenos tu espíritu para que podamos estar unidos como uno solo.
TW: Y Señor, que tu espíritu verdaderamente nos haga a cada uno individualmente, más y más como
Jesús, para que tu misión se pueda cumplir de una manera poderosa porque las personas verán a Jesús en nosotros. Gracias por escucharnos y gracias por unirnos en tu amor, en tu carácter y en tu misión. Oramos todas estas cosas en el nombre poderoso de aquel que oró en Juan 17 para que podamos estar en unidad, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Amén.