Los puntos de la agenda han llegado a su fin. Las filas tras los micrófonos han desaparecido. Las pantallas ya no muestran líneas interminables de reglamentos, con las partes obsoletas tachadas. Lo que fue referido de vuelta a la comisión ya ha regresado. Se ha afirmado el liderazgo de las divisiones de la Asociación General.
El trabajo de asamblea de la iglesia, en otras palabras, ha terminado.
El viernes por la mañana, hubo un sabor distintivamente diferente respecto de los sucesos en el estadio. El trabajo técnico de la iglesia llegó a su fin; llegó entonces el momento de celebrar el trabajo real de la iglesia: la misión. Uno solo puede imaginar lo que podría pasar si pudiéramos traer de regreso a los pioneros de este movimiento global por tan solo un momento, para que sean testigos de aquello con lo que solo podían soñar. Hubo una vez allá en siglo XIX cuando un grupito de visionarios se reunió para hablar con entusiasmo respecto del hecho de que la iglesia remanente había nacido, y que su misión era alcanzar a cada nación, tribu, lengua y pueblo. El 10 de junio de 2022, habrían quedado boquiabiertos por lo que escucharon.
Resulta revelador que los informes de la iglesia — de las trece divisiones, más las misiones y los campos adjuntos — llevaron todo el día. Comenzando con la División Norteamericana, que presentó su informe poco después del culto de la mañana, y terminando con la División de Asia Pacífico Sur, cerca del fin de la jornada, los informes sobre el pueblo de Dios en toda la faz de la tierra fueron lo único en la agenda del viernes. Cada división recibió solo 15 minutos para reportar siete años de impresionantes actividades misioneras, lo que significó que hubo algo de adrenalina detrás del ritmo de las buenas noticias dadas al auditorio.
Fue un festival de visión y sonido, en el que los delegados fueron testigos de lo que Juan solo pudo ver en visión: el mensaje final de misericordia de Dios que salió para cada nación, tribu, lengua y pueblo. Uno solo puede preguntarse si Juan no habrá visto algunos de los mismos rostros que vimos el viernes al ser testigos de las escenas finales de la tierra.
Sirvió como un poderoso recordatorio de que ninguno de nosotros está solo, por más que la obra de predicar los mensajes de los tres ángeles puede ser increíblemente solitaria para los que trabajan en campos oscuros o ubicaciones remotas. Puede que todos trabajemos en relativa soledad, conectados tan solos a unos pocos adventistas locales, pero cada uno de nosotros está firmemente aferrado al Cordero de Sión, cuyo corazón late con creciente anticipación por ese momento cuando el clamor de los ángeles terminará y podrá comenzar el reino de Dios.
Cada informe reveló que la iglesia continúa creciendo. Algunas divisiones lograron reportar decenas (¡aun cientos!) de miles de bautismos; otros reportaron algunos, y que esos pocos fueron como las blancas de la viuda, porque representaron un increíble sacrificio de parte de adventistas que trabajan en lugares donde nuestra obra parece, al ojo externo, completamente imposible. Y al hablar de lo imposible, los reportes terminaron con una apariencia profundamente alentadora de nuestros hermanos y hermanas en la Ucrania ahora asolada por la guerra, donde la obra, de manera increíble, sigue adelante a pesar de las iglesias dañadas por los cohetes y los miembros de iglesia perdidos.
Además del crecimiento alentador de la iglesia, otro tema persistente fue la pandemia. La iglesia mundial se unió no solo en la misión sino también en el desafío de continuar la obra de Apocalipsis 14 ante la crisis global que hizo que los métodos misioneros se tornaran imposibles. ¿La solución? Los misioneros digitales, por lo general jóvenes. Vimos la increíble creatividad inspirada por el Espíritu del pueblo de Dios mientras se esforzaban, en una variedad interminable de contextos, descifrar cómo podría triunfar la obra de Dios en medio de una cuarentena casi global. No solo que seguimos bautizando entre 2015 y 2020; los últimos dos años han probado ser increíblemente fructíferos.
Es lo correcto: La semana comenzó con una declaración de misión, recordándonos a todos que en la asamblea en las horas siguientes nos ocuparíamos de cosas sagradas, y que la misión de la iglesia remanente tiene que ser la lente mediante la cual vemos cada discusión, cada decisión, cada reglamento. Entonces, cuando terminó finalmente el trabajo, regresamos a ese énfasis, celebrando lo que Dios ha hecho mediante nuestros exiguos esfuerzos.
Hay muchas iglesias de este mundo, pero solo un movimiento global que responde satisfactoriamente las descripciones que hallamos en los mensajes de los tres ángeles. Uno tiene que suponer que, cuando Juan quedó aislado en Patmos, se le permitió una rápida mirada de ese día en visión: la interminable variedad de colores, idiomas, acentos y culturas — algunas de las cuales eran completamente desconocidas en el mundo mediterráneo de los días de Juan — que brindan un sólido testimonio del hecho de que Dios procuró cumplir su palabra después de John pasó al descanso.
Imagine los informes sobre el mar de cristal; acaso será por eso que nos llevará días ascender al reino cuando Cristo venga.
Traducción de Marcos Paseggi