13 de julio de 2022 | Kajiado, Kenia | Marcos Paseggi, Adventist Review
La segunda entrega de una serie de Marcos Paseggi, corresponsal de noticias de Adventist Review, sobre el proyecto de voluntarios de Maranatha en la Escuela Adventista de Kajiado en Kajiado, Kenya. El proyecto incluyó varias otras iniciativas en diversos puntos del país.—Los editores de Adventist Review
Subiendo trabajosamente por el camino más escabroso, dos autobuses se abren paso hasta la cima de una colina. Llevan decenas de partidarios de Maranatha Volunteers International a un culto de sábado como ningún otro. Es el 2 de julio de 2022, y el último grupo de voluntarios llegó desde Norteamérica dos días antes para apoyar los esfuerzos de construcción en la Escuela Adventista y Centro de Rescate de Kajiado, en Kajiado, Kenia.
Hoy, la construcción se ha detenido y los voluntarios están visitando una de las congregaciones adventistas masáis que han surgido en las tierras ancestrales de la tribu.
Cuando los autobuses se aproximan al lugar designado, los miembros de iglesia ya están allí, en una gran ronda, cantando. Al divisar que los voluntarios descienden de los autobuses, comienzan a danzar mientras avanzan hacia ellos en dos líneas paralelas. “Bienvenidos, bienvenidos a la Casa del Escogido”, cantan y danzan en su lengua masái.Hay un gozo puro en el aire a medida que los voluntarios caminan entre las dos líneas de sus hermanos masái. Cada miembro escoge a uno de los visitantes y le coloca una shuka, una prenda tradicional masái, sobre los hombros. Entonces, de la mano, todos caminan juntos hasta las sillas que esperan bajo una gran acacia africana. El culto del sábado por la mañana está por comenzar.
Alcanzar a los masáis
Por muchos años, los esfuerzos por alcanzar a la población masái con el evangelio de Jesucristo habían producido magros resultados. Al ser un pueblo nómade, sus integrantes a menudo están en movimiento, y reunirse dos veces con ellos era extremadamente difícil.
“Cada vez que decidíamos visitarlos, necesitábamos contactarnos con ellos dos o tres meses antes, para que supieran que esperábamos que estuvieran allí”, contaron los líderes de Maranatha. El pastor adventista a cargo de ese distrito también tenía otras iglesias que atender, y no siempre resultaba fácil hacer arreglos para reunirse.Todo cambió, sin embargo, cuando Maranatha logró llegar hasta esas tierras elevadas con sus caminos de perforación para cavar pozos de agua que produjeran abundante agua. “Ahora ellos [los masáis] tienen una razón para quedarse en la zona”, explica Kenneth Weiss, vicepresidente ejecutivo de Maranatha. “Algunos de ellos han incluso construido pequeñas casas y cercas para sus animales. Al tener abundancia de agua, han comenzado a cultivar huertas de verduras”.
El pozo de agua también es un lugar de encuentro para la comunidad, dado que no solo los miembros de iglesia sino también los residentes de la zona pueden beneficiarse con agua pura y gratuita.
“Están más felices, están más sanos”, los líderes de la iglesia explican. “Como resultado, la iglesia está creciendo a paso firme en la zona”.La iglesia bajo un árbol
El culto del sábado 2 de julio es, en muchos aspectos, similar al de otras congregaciones adventistas alrededor del mundo. Bajo el gran árbol se pronuncian palabras de bienvenida, cánticos congregacionales y oraciones. De la misma manera, hay partes musicales, una historia para los niños, y hasta sobres de diezmos y ofrendas para todos.
El culto también ofrece momentos para reflexionar en las enseñanzas de la Palabra de Dios.
“Es maravilloso adorar al Señor en este, su santo día de descanso”, dice un anciano mientras un intérprete traduce sus palabras a la lengua local. “Tenemos que seguir las instrucciones de Dios, adorándolo en este, su día especial”.Al mismo tiempo, es un culto como ningún otro. Allí está el árbol con su tronco nudoso, donde varios niños hallan un lugar donde sentarse. Está el cielo sin nubes, una brisa fresca, y ovejas paciendo en las cercanías. El micrófono y los parlantes del sistema de sonido están conectados a la batería de una motocicleta.
Progresos continuados
Después del breve culto, los miembros y voluntarios recorren el sitio cercano donde una nueva Iglesia de un Día de Maranatha está cobrando forma. La estructura principal ya está terminada y, ahora, los miembros y los líderes están trabajando en el suelo, y buscando recursos para levantar las paredes.
Detrás del edificio, se produce una demostración improvisada de lo que puede hacer pozo de agua, que fue inaugurado hace poco. Lleva el nombre “Maranatha” grabado en su parte superior. Las ovejas y las cabras se dan cuenta de lo que sucede, y vienen corriendo a disfrutar del agua fresca.“Tan pronto como abrimos el pozo, algunos miembros de la comunidad llegaron para ver si podían buscar algo de agua”, explica un líder local. “‘No pertenecemos a su iglesia’, nos confesaron algunos de ellos. Pero les dijimos: ‘No importa. Todos son bienvenidos y pueden disfrutar de agua pura, fresca y gratuita’”.
No sorprende que el pozo de agua se haya convertido en un lugar sumamente popular.“Nuestra esperanza es que las congregaciones existentes sigan creciendo, y que se abran otras nuevas en las tierras ancestrales de los masáis”, expresa un líder de la iglesia. “El agua y el amor de Jesús son una combinación poderosa”.
Traducción de Marcos Paseggi