4 de agosto de 2022 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Ted N.C. Wilson, President de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día

¡Saludos amigos! ¿Sabían que la Biblia contiene principios sobre cómo vivir la vida más feliz y exitosa posible? Desde la dieta hasta la toma de decisiones, desde el entretenimiento hasta el ejercicio y más, la Palabra de Dios contiene instrucciones divinas para nosotros hoy.

¿Por qué a Dios le importa cómo vivimos nuestras vidas? Porque Él quiere que tengamos la mejor vida posible. Jesús dijo en Juan 10:10: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

Aquí, Jesús hace una distinción entre Él mismo, que quiere que tengamos una vida abundante, y Satanás, el ladrón que solo busca robar, matar y destruir.

Entonces, ¿cómo es esta vida abundante que ofrece Jesús? Primero está la promesa de la vida eterna, algo que podemos esperar recibir cuando venga Jesús. Pero también quiere que tengamos una vida abundante aquí, por eso le importan las decisiones que tomamos ahora.

Amigos, nuestra relación con Dios puede verse afectada drásticamente por la forma en que vivimos nuestra vida. 1 Juan 2:6 dice: “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”. Por lo tanto, estamos llamados a vivir como seguidores de Cristo, no solo por nuestro propio bien, sino también por la influencia que tenemos sobre los demás.

Esto implica cómo actuamos como cristianos y se aborda en nuestra Creencia fundamental #22 de los Adventistas del Séptimo Día, titulada “Conducta Cristiana”, que dice:

“Estamos llamados a ser un pueblo santo que piensa, siente, y actúa en armonía con los principios bíblicos en todos los aspectos de la vida personal y social. Para que el Espíritu Santo recree en nosotros el carácter de nuestro Señor nos involucramos sólo en aquellas cosas que producirán la pureza, la salud y la alegría de Cristo en nuestras vidas. Esto significa que nuestra diversión y entretenimiento debe cumplir con los más altos estándares de gusto y belleza cristiana.  Reconociendo las diferencias culturales, nuestra vestimenta debe ser sencilla, modesta y pulcra, como corresponde a aquellos cuya verdadera belleza no consiste en el adorno exterior sino en el imperecedero adorno de un espíritu apacible y tranquilo. También significa que como nuestros cuerpos son los templos del Espíritu Santo, debemos cuidarlos inteligentemente. Junto con el ejercicio adecuado y el descanso, debemos adoptar la dieta más saludable posible y abstenernos de los alimentos impuros identificados en las Escrituras. Ya que las bebidas alcohólicas, el tabaco y el uso irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos abstenernos de ellos también. En su lugar, debemos participar en todo lo que lleve a nuestros pensamientos y cuerpos a la disciplina de Cristo, que desea nuestra salud, alegría y bondad.”

Como Cristianos, estamos llamados a ser embajadores de Cristo, viviendo nuestras vidas de tal manera que demuestre que estamos conectados con Él. Esta conexión involucra cada parte de nuestras vidas; lo que comemos y bebemos, cómo nos vestimos, qué entretenimiento elegimos, el cuidado de nuestros cuerpos y más.

Como Adventistas del Séptimo Día, esto significa reconocer que nuestros cuerpos son el templo de Dios. 1 Corintios 6:19 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”

Esto significa que nos abstenemos de sustancias nocivas, incluidas todas las formas de alcohol, tabaco y drogas ilícitas. Incluso se ha demostrado que la cafeína es dañina y debe evitarse. Nuestro objetivo es comer saludablemente, reconociendo que la dieta ideal es a base de plantas, como se dio en el Jardín del Edén. Beber mucha agua, disfrutar del ejercicio bajo la luz del sol y el aire fresco, descansar lo suficiente, incluido el descanso semanal del séptimo día sabático, y confiar en Dios, todo contribuye a una salud óptima.

Nuestra apariencia refleja quiénes somos y, como embajadores de Cristo, estamos llamados a vestirnos de una manera sencilla, pero ordenada, de buen gusto y modesta. No se necesitan adornos externos como joyas, ya que la verdadera belleza dada por Dios brilla desde adentro.

Con lo que llenamos nuestra mente y cómo empleamos nuestro tiempo, afecta nuestra relación con Dios y con los demás, por ello elegimos cuidadosamente lo que vemos, escuchamos y leemos. “No pondré delante de mis ojos cosa injusta.” como se registra en el Salmo 101:3, es una buena regla a seguir, junto con Filipenses 4:8, “…todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad..»

Hacemos estas cosas no para tratar de ganar nuestro camino al cielo, porque Jesús ya pagó el precio de nuestra salvación. Debido a que amamos a Jesús, queremos vivir de una manera que le brinde honor y gloria y sea una luz brillante en este mundo de oscuridad. “Vosotros sois la luz del mundo”, dijo Jesús. “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14).

 “Haya pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”, leemos en Filipenses 2:5. Bajo todas las circunstancias, debemos buscar comprender y vivir en armonía con la voluntad y la mente de Cristo.

Elena de White enfatizó los hermosos resultados de una vida vivida en este tipo de relación con Cristo. Ella escribió: “Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su voluntad, que cuando le obedezcamos estaremos tan sólo ejecutando nuestros propios impulsos. La voluntad, refinada y santificada, hallará su más alto deleite en servirle. Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vida de continua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso.” (El Deseado de Todas las Gentes, p. 621).

¡Qué hermosa promesa! Si desean obtener más información sobre la Conducta Cristiana y cómo tener una relación más cercana con Dios, les animo a visitar la URL en la parte inferior de la pantalla [Insertar: www.adventist.org/christian-behavior/]

Amigos, los invito a orar conmigo ahora mismo. Querido Señor, gracias porque puedes ayudarnos a vivir una vida plena, una vida completa, una vida de servicio a los demás. Una vida tan en contacto contigo que las mismas reacciones e impulsos que tenemos vendrán debido a esta conexión con el cielo.

Señor bendícenos mientras vivimos nuestras vidas para ti, y que nuestra conducta sea un modelo de lo que significa caminar con Jesús todos los días. ¿Podemos verdaderamente ejemplificarte en el nombre de Cristo? lo preguntamos Amén.

 

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