Día de la hermandad muestra a una iglesia hambrienta de reavivamiento, dijeron los dirigentes regionales.
17 de octubre de 2022 | Dunfermline, Escocia | Vanesa Pizzuto y David Neal, Noticias de la División Transeuropea y Adventist Review
La “Operation Enduring Faith” (Operación fe persistente) se llevó a cabo el 8 de octubre en el Centro de Conferencias Vine, en Dunfermline, una antigua capital de Escocia a la que recientemente se le confirió el “estatus de ciudad” por el rey Carlos III del Reino Unido. Al comenzar a llegar a las 9 a.m. cada uno de los miembros de la Misión Escocesa de Adventistas del Séptimo día, la sala entró en calor y el ambiente se fue llenando de alegría y cantos de adoración. Esta era la primera reunión grande de iglesias escocesas desde el inicio de la pandemia de COVID-19 y estaba destinada a ser un día especial de camaradería; un sábado de adoración y de enfoque en la misión, con una asistencia récord de 500 miembros.
“Le tomó al equipo pastoral más de nueves meses de planificación”, dijo el presidente de la Misión Escocesa, James Botha. Pero los esfuerzos valieron la pena cuando un impresionante porcentaje de miembros de la Misión Escocesa “eligieron estar aquí en persona, en vez de permanecer en casa y escuchar un sermón en línea”, dijo el presidente Botha. “La elección analógica por sobre la digital produce una clase diferente de vínculo”.
Operación Fe Persistente
Rolf J. Pöhler, profesor de teología sistemática de la Universidad Adventista Friedensau, fue el orador principal en esta reunión especial del sábado de la hermandad. Su mensaje, titulado Operación Fe Persistente, desafió a los asistentes a desarrollar una fe resiliente a fin de prestar mejor sus servicios al mundo. “La pregunta real es, ¿soy una bendición para otros? ¿Es mi resiliencia un don de Dios que deseo compartir con otros?”, preguntó el profesor Pöhler, al reflexionar en los riesgos de un cristianismo consumista de complacencia propia. Enfatizó además la diferencia entre “resistencia” y “persistencia”; y la importancia de manifestar, tanto discernimiento espiritual, como flexibilidad intelectual. “Como un rascacielos, firme en sus cimientos, pero con movimiento arriba, necesitamos ser personas que están firmemente basadas en nuestra fe, pero también flexibles…para ajustarnos a ciertas situaciones. Esto es lo que caracteriza a un cristiano”, dijo el profesor Pöhler.“Resiliencia significa no solamente que somos capaces de resistir los embates actuales, sino también que nos estamos adaptando al futuro”, dijo el presidente Botha. “Deseo que toda la gente sepa que la iglesia de Dios en Escocia es resiliente. No solamente como individuos, sino también juntos como iglesia somos resilientes y podemos avanzar muy lejos y hacer grandes cosas”, añadió.
Una iglesia mundialEl programa que se llevó a cabo en la tarde se dedicó a fomentar las conexiones entre la Misión Escocesa y la iglesia mundial. Se dio la oportunidad a varios oradores invitados a presentar diferentes proyectos y programas misioneros que alentaban a los miembros de la Misión Escocesa a conectarse, apoyar y a involucrarse.
Catherine Boldeau, directora de desarrollo educacional de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en el Reino Unidos, informó acerca del Proyecto de Acción África-Escocia (ASAP), una iniciativa de mayordomía ambiental que está movilizando a organizaciones religiosas de todo el mundo para combatir el cambio climático. “ADRA Reino Unido, ADRA AFRO y la Misión Escocesa, están colaborando en una iniciativa de un año de duración para contrarrestar los efectos del cambio climático”, dijo la directora Boldeau.
Gracias a ASAP, se han sembrado 3,000 árboles en Zambia, Eswatini, Lesoto, Mozambique y Namibia, además de llevar a cabo otras iniciativas, tales como recuperación de barrancos creados por avenidas de agua y campañas de limpieza. “La Misión escocesa llevó a cabo programas en que se plantaron árboles y se recogió basura, incluyendo la campaña de limpieza del 18 de septiembre durante la celebración del Día Mundial de Conquistadores”, dijo la directora Boldeau.
Beverley Anderson y Adina Lupu, patrocinadoras del ministerio de oración de la Misión Escocesa, invitaron a la congregación a orar por un reavivamiento en Escocia. Inspirándose en las palabras del renombrado reformador escocés John Knox, quien dijera “Dame a Escocia, o me muero”, desafiaron a los miembros de la iglesia a “avanzar hacia adelante en nuestras rodillas, pidiendo a Dios que se haga su voluntad y que derrame sobre nosotros su Santo Espíritu”.
Christian Salcianu, director del Centro Adventista Discovery (ADC), Bert Smit, director general de ADRA Reino Unido y Adi Slobozeanu y Benjamin Bakina, de The Word on the Street (la Palabra en las calles – una iniciativa en los medios sociales cuyo propósito es ayudar a los jóvenes a hablar más acerca de salud mental), presentaron también algunas iniciativas, proveyendo con ellas amplias oportunidades a los miembros para involucrarse y crecer en su fe.
Hambre de Dios
Para muchos de los presentes, el elemento más resaltante del programa fue el poder departir unos con otros y estar juntos ante la presencia de Dios. “Fue la primera vez desde el inicio de la pandemia de COVID-19 que las iglesias de la Misión Escocesa han podido estar juntas”, dijo el presidente Botha. “Nuestra membresía se compone de unos 730 individuos y hemos visto reunidos hoy aquí a más de 500 miembros. Este es un testimonio de que es una iglesia que está hambrienta: Hambrienta de Dios, hambrienta de estar juntos, hambrienta del evangelio. Lo que hemos visto hoy en este lugar con nuestros propios ojos, es verdaderamente un milagro”, dijo.
]“Para mí, la parte más sobresaliente en este evento fue el estar conscientes de la presencia del Espíritu Santo y la unidad de todos los que aquí se reunieron”, dijo el secretario ejecutivo asociado de la Unión Asociación Británica, Jacques Vente. “El mensaje sobre resiliencia fue una poderosa reflexión en cuanto a nuestro enfoque al esparcir las buenas nuevas del Señor Jesucristo por toda Escocia”.Con una población en Escocia de aproximadamente 5.5 millones de personas, el campo misionero para los miembros de la Misión Escocesa es muy extenso, incluso intimidante. El legado de John Knox en Escocia se ha casi perdido y olvidado para la mayoría de los ciudadanos. Pero quedan todavía unos pocos consagrados que todavía responden unidos al espíritu de su clamor: “Dame a Escocia o me muero”. Este no es un llamamiento político, sino una oración a Dios para que revele su presencia en el pueblo escocés, afirmaron los dirigentes. Es en este espíritu que la fe de los 730 miembros de la Misión Escocesa persiste e incluso crece”, dijeron.
La versión original de esta noticia se publicó en el sitio de noticias de la División Transeuropea.
Traducción – Gloria A. Castrejón