Bill Knott hace un llamado para que ambos grupos incrementen el diálogo y las consultas a fin de edificar la iglesia.
24 de octubre de 2022 | Bucarest, Rumania | Adventist Review, División Intereuropea, y División Transeuropea
Los periodistas y comunicadores adventistas del séptimo día deberían incrementar el diálogo y las consultas con los pastores, los evangelistas y los administradores, para edificar la iglesia de Dios, dijo Bill Knott, experimentado editor de Adventist Review. Hacerlo ayudará a que ambas partes cumplan su misión, que es una y la misma, a saber, “ocuparse de que hombres y mujeres tomen decisiones por Jesucristo y lleguen a ser miembros de su iglesia remanente”.
Las declaraciones de Knott fueron parte de su presentación especial durante la Red Adventista Global de Internet (GAiN) Europa 2022 en Bucarest, Rumania, el 16 de octubre. Este año, el evento de cuatro días de duración reunió a más de 180 profesionales adventistas que trabajan en periodismo, radio, televisión, medios sociales y tecnología de la información, para momentos de reflexión, capacitación e intercambio profesional.
Bajo la influencia de la historia adventistaSegún Knott, que dejará su cargo actual el 31 de diciembre, hay números antiguos de la revista Adventist Review, que ya tiene 173 años, que contienen “el archivo más fascinante” que posee la iglesia. Una lectura cuidadosa de esas páginas amarillentas revela que los que dirigieron y escribieron en la Review durante los primeros años de la publicación a menudo estuvieron listos para tomar partido respecto de las cuestiones más relevantes de sus días. Por ejemplo, durante la primera década de la revista, Juan Nevins Andrews y Urías Smith escribieron con decisión en contra de la esclavitud. Cuando los Estados Unidos sancionaron una ley que requería que cada ciudadano de los estados libres de Estados Unidos colaborara con la captura y el encarcelamiento de los esclavos escapados, Elena G. White escribió: “No hemos de obedecer la ley de nuestro país que exige la entrega de un esclavo a su amo; y debemos soportar las consecuencias de su violación” (Spiritual Gifts, 4b 1864, p. 43).
White también habló con vigor sobre la venta de alcohol, y Smith contra la ilegalidad del gobierno y el linchamiento de las personas de color, dijo Knott. En el Concilio Anual 1921, los tres directivos ejecutivos de la iglesia firmaron una carta dirigida al entonces presidente Warren G. Harding, haciéndolo un llamado a “una limitación de armamentos” y “la abolición de todas las guerras” (Advent Review and Sabbath Herald, 8 de diciembre de 1921, p. 2).
Knott dijo que, si bien deberíamos evitar involucrarnos en la política partidaria, jamás deberíamos rehuir los compromisos morales de los editores y escritores adventistas durante los primeros setenta años del movimiento. “Siempre será nuestra tarea llevar a cabo la obra de Cristo en este mundo, quien fue llamado, según nos recuerda el Evangelio de Lucas, ‘a proclamar la libertad a los cautivos […] […] y liberar a los oprimidos’” (Luc. 4:18).
La necesidad de equilibrio
El hecho de que Jaime y Elena White, Urías Smith, J. N. Andrews, y A. T. Jones respondieron a los temas controvertidos de sus días no exige que nosotros hagamos lo mismo en el presente, dijo Knott. “No podemos volver una obligación hacer en una época lo que los líderes intelectuales y los periodistas y comunicadores de otra era llevaron a cabo bajo la impresión del Espíritu Santo”, explicó.
Al mismo tiempo, enfatizó Knott, “sería igualmente falso y erróneo que alguien les denegue a los adventistas la misma responsabilidad moral en el mundo actual”. Y añadió: “Es evidente que el adventismo de los primeros setenta años de la historia de la iglesia progresó al hacer frente a los grandes interrogantes morales de su sociedad con pasión e ingenio y aún indignación moral”.
Durante los años que llevaron a la sanción de la Ley Volstead en el Congreso de los Estados Unidos en 1919, la Review and Herald publicó en realidad “mapas de batalla” de los diversos estados de los Estados Unidos que habían votado a favor de la enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que prohibió la fabricación y la venta de las bebidas alcohólicas. “Y cuando la Enmienda fue sancionada, los adventistas de todas partes celebraron”, recordó Knott a sus oyentes. “¡La Adventist Review celebró!”
Un cambio gradual
Knott explicó que en las décadas después del fallecimiento de Elena G. White, surgió la idea de que la forma principal de participación de la iglesia en la sociedad era mediante las relaciones públicas, “la gestión cuidadosa de las percepciones públicas de la iglesia, al asegurarse de que no hubiera posiciones públicas definidas sobre ningún tema”.
Y así fue que la Iglesia Adventista no protestó cuando se reintrodujeron las leyes de segregación racial. En efecto, la iglesia segregó a los afroamericanos en el comedor de la Asociación General y en las salas de los hospitales adventistas, dijo Knott. “A nivel internacional, los líderes adventistas comenzaron a encontrar cosas amables que decir sobre los caudillos y dictadores que estaban surgiendo en el escenario europeo y en Sudamérica, todo con la esperanza de que al pasar desapercibida en la sociedad, la iglesia pudiera continuar cumpliendo con su misión sin obstáculos”.
En los Estados Unidos, el presidente de la Asociación General J. L. McElhany se rehusó a intervenir cuando cientos de ciudadanos estadounidenses adventistas de origen japonés fueron encarcelados ilegalmente en el comienzo de la participación de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, por más que ellos le enviaron una solicitud especial pidiéndole que defendiera sus derechos como ciudadanos de los Estados Unidos, dijo Knott. McElhany desestimó la cuestión afirmando que era tan solo “una cuestión política”.
“El objetivo de ser inofensivo […] en un ambiente moralmente ofensivo llegó a ser algo que se daba tan por sentado que se requirieron de esfuerzos extraordinarios […] reposicionar a la iglesia como una entidad que llama a que su cultura de cuenta del tratamiento inequitativo y la negación de los derechos prometidos”, dijo Knott.
La función de los periodistas
Knott explicó que su objetivo no fue ofrecer una breve historia de la respuesta de la iglesia a temas controvertidos. Su objetivo fue “afirmar que sus editores y periodistas y comunicadores e innovadores siempre han reconocido el derecho de hablar de los temas de la denominación y la sociedad que requirieron las conciencias de los cristianos”, expresó. “Hasta el presente mismo, seguimos haciéndonos la gran pregunta que cuelga sobre los editores y periodistas y comunicadores: ¿Significa el ser fiel a la iglesia que hay que esconder y suprimir información que los miembros de iglesia tienen derecho a saber, y que pueden ahora conseguir fácilmente de otras fuentes de medios? ¿Es más leal a la iglesia contar de las difíciles verdades sobre las veces en que la iglesia comete errores —en nombre de la transparencia— o deberíamos hacer que los periodistas y comunicadores de la iglesia sean una extensión de su servicio de relaciones públicas?”
Aunque reconoció que no existe una respuesta fácil o una que funcione en cada situación, Knott invitó a su audiencia a que, como mínimo, sigua algunas reglas de sentido común. “Los periodistas adventistas no posee un mandato diferente que los pastores, evangelistas y administradores adventistas”, expresó. “El trabajo de ellos, al igual que el de los demás, es edificar la iglesia de Cristo mediante la manera en que cumplen su trabajo como profesionales que practican tanto un periodismo excelente como una excelente fe. Acaso su obra no tenga el mismo aspecto que tiene un sermón, o una declaración reglamentaria, o una ceremonia de bautismo. Pero tiene que tener por objetivo el deseo de ver que los hombres y mujeres tomen decisiones a favor de Jesucristo y lleguen a ser miembros de su iglesia remanente”.
Una coalición para hacer frente a temas escabrosos
Como segunda regla, Knott instó a los periodistas y administradores para que formen una coalición de intereses para analizar las cuestiones probablemente difíciles antes de que estas surjan. “Tener un equipo autorizado y en funcionamiento de Gestión de la Crisis que incluye tanto administradores como periodistas, los que toman decisiones y los comunicadores, guiará a las entidades de la iglesia en medio de muchos momentos difíciles”, expresó.
Las consultas periódicas deberían ser la norma, enfatizó Knott, y añadió que debería incluir a “administradores experimentados, periodistas leales, talento legal capacitado, y personas con habilidades en gestión de crisis”. Y añadió: “Todos funcionamos mejor, y tomamos mejores decisiones fundamentadas cuando no nos sorprendemos mutuamente, cuando no montamos argumentos innecesarios y sin sentido para defender nuestro rinconcito”.
Respeto auténtico, cooperación activa
Knott llamó a los administradores para que practiquen un respeto auténtico por los que llevan a cabo el trabajo de periodismo de la iglesia. A su vez, los periodistas y comunicadores tienen que ir más allá de cualquier inclinación contraria a los dirigentes y cooperar de manera activa con los administradores de la iglesia, de manera de brindar contenidos oportunos, exactos y edificantes para la feligresía de la iglesia. “Siempre ha habido —y siempre habrá— discusiones intensas —incluso argumentos— sobre cuánto decir, y acerca de cuánta verdad puede compartirse con los que se han comprometido con el Señor de la verdad”, dijo Knott. “Pero esas son discusiones justas —argumentos justos— que jamás deberían terminar con el poder administrativo bruto o las revelaciones periodísticas destructivas”.
“El adventismo jamás tuvo la tarea de avanzar con suavidad por el mundo, o de ser tan débilmente inofensivo que todos hablen bien del movimiento. No se puede prometer que se guarda los mandamientos de Dios y se tiene la fe de Jesús y esperar que todos hablen bien de uno”.
Knott recordó a los comunicadores que el diálogo ha sido una de las marcas distintivas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día desde antes de que existiera una Iglesia Adventista del Séptimo Día. “No se conformen con una iglesia que tenga menos que eso”, dijo. “Sean hombres y mujeres a quienes el Señor de la justicia, el Señor de la verdad, pueda reconocer plenamente y considerar suyos en el día en que […] honre a los que se mantengan de parte de la justicia, aunque se desplomen los cielos”.
Traducción de Marcos Paseggi