18 de abril de 2023 | Kentucky, Estados Unidos | Marcos Paseggi, Adventist Review
Una presentación el pasado 5 de abril durante la Cumbre de Salud de la División Norteamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Lexington, Kentucky, Estados Unidos, arrojó luz sobre el contexto en el que emergió el mensaje adventista de salud y analizó los esfuerzos de la iglesia de luchar contra el alcohol y otras drogas. Los oradores fueron Duane McBride y Alina Baltazar, un dúo padre e hija de experimentados investigadores sobre el tema.
En la presentación de noventa minutos, también renovaron los programas actuales que dirige la iglesia hacia los reglamentos, la prevención y la recuperación, y compartieron las mejores prácticas de prevención que pueden implementar las iglesias locales para luchar contra ese flagelo.
Fue primero turno de McBride de brindar el trasfondo del mundo en el que nació la Iglesia Adventista. “La Declaración de Independencia [de los Estados Unidos] fue escrita en una taberna, no en una iglesia”, recordó McBride a los líderes y defensores adventistas de salud. “Y el primer receso para el café fue un receso para consumir cocaína”. Esta última declaración se refiere al hábito del siglo XIX de usar cocaína, que se podía conseguir fácilmente.También es un tema de interés personal, dijo McBride, que contó cómo el alcoholismo destruyó la familia extendida de su madre hasta que ella llegó a ser adventista del séptimo día.
En la historia de los Estados Unidos
Los puritanos se oponían a las borracheras, pero no al alcohol, dijo McBride. Asimismo, durante la Guerra Civil, los médicos usaban morfina para tratar el dolor. Después de la guerra, muchos soldados continuaron usando morfina, que se podía conseguir fácilmente.
El popular catálogo de Sears vendía opiáceos (heroína) y jeringas, afirmando que no resultaba adictivo y que aliviaba los dolores. “El Papa, Thomas Edison y el presidente McKinley promocionaron el vino con cocaína o cocawine”, afirmó McBride. “Era promocionado diciendo que ayudaba a trabajar duro, sin importar las condiciones, y que no tenía propiedades adictivas”.
Las consecuencias de esas conductas llevaron a la violencia doméstica, una amplia gama de problemas de salud, adicciones, productividad perdida y pobreza.Al mismo tiempo, desde fines del siglo XVIII, diversas voces en todos los Estados Unidos estaban advirtiendo sobre los peligros del alcohol y las drogas y apoyando los movimientos en pro de la temperancia. Los activistas organizaron sociedades y lanzaron publicaciones para luchar contra el consumo de alcohol.
La Iglesia Adventista, la temperancia y la prohibición del alcohol
Elena G. White llamó a la temperancia su “tema favorito”, sobre el que habló en iglesias adventistas y de otras denominaciones cristianas. Definió la temperancia con la famosa frase de que implica “abstenerse plenamente de lo que resulta perjudicial, y usar juiciosamente solo artículos saludables y nutritivos de alimentación”, recordó McBride a los líderes de salud.
White también animó a que cada miembro participe en un esfuerzo de activismo, enfatizó McBride. White, dijo, llamó a que todos “ejerzan su influencia por precepto y ejemplo […] en favor de la prohibición y abstinencia total”.
McBride destacó que White, sin embargo, no dejó de luchar contra ese flagelo sino que también se enfocó en los esfuerzos de recuperación, para ayudar a las personas que habían caído presas y estaban esclavizadas por la intemperancia.El consumo actual de alcohol
Los estudios de investigación más series concuerdan en que el consumo de alcohol no brinda beneficios a la salud, dijeron McBride y Baltazar. Explicaron que “aun en casos en los que los investigadores hablaron sobre un supuesto beneficio, a menudo se mostró que habían alterado el modelo de medición para que encajara en sus conclusiones”.
McBride y Baltazar añadieron que “el alcohol aumenta la violencia de todo tipo, el daño cerebral, el cáncer y los problemas cardíacos. Otras consecuencias probadas incluyen más accidentes, pobreza y divorcio. Y los resultados económicos totales del trastorno por consumo de alcohol alcanza miles de millones de dólares estadounidenses en costos de salud”.
Qué está haciendo la Iglesia Adventista
De conformidad con su posición histórica, la Iglesia Adventista ha implementado múltiples iniciativas para desalentar la venta y el consumo de alcohol. Al mismo tiempo, se ha dedicado a apoyar a los adictos en recuperación, o a los que sienten el deseo de liberarse de las adicciones.
Entre esas iniciativas se encuentra la Comisión Internacional para la Prevención del Alcoholismo y la Drogadependencia, fundada en 1952, que aboga por reglamentos que restrinjan la disponibilidad. Otras incluyen los Ministerios Adventistas de Recuperación y el Instituto para la Prevención de Adicciones, este último en sociedad con la Universidad Andrews.La investigación ha probado ser una testigo de los esfuerzos de la iglesia. Los investigadores adventistas presentan trabajos y publican artículos de manera regular sobre temas relacionados con las adicciones y la recuperación. “Un análisis de los datos en línea muestra que las publicaciones científicas de los investigadores adventistas sobre estos temas están siendo leídas en muchas partes del mundo”, dijo Baltazar. “Y los temas más leídos incluyen las investigaciones científicas sobre fe y prevención, el servicio y la prevención, y el alcohol como una bebida perjudicial”.
El papel de la iglesia local
Uno de los participantes de la cumbre, que se definió a sí mismo como “un adicto recuperado”, preguntó a McBride y Baltazar qué pueden hacer las congregaciones locales para asegurarse de que el mensaje de la iglesia contra las adicciones y sus esfuerzos de recuperación trasciendan las paredes del templo. “Nuestras comunidades están sufriendo, y las personas ni siquiera saben quiénes somos los adventistas del séptimo día”, dijo.
McBride y Baltazar concordaron con él, enfatizando que una congregación adventista puede cumplir un papel clave para contribuir al avance de estos ministerios e iniciativas.
“Una iglesia local puede trabajar para fortalecer la fe y las familias y apoyar las iniciativas de servicios comunitarios”, dijeron. “Una congregación también puede implementar programas de mentoría, brindar educación para superar los traumas, y patrocinar ministerios de recuperación. Su función es fundamental para conectar a la iglesia con la comunidad y ayudar a que las personas sean libres de adcciones”.
Traducción de Marcos Paseggi