22 de mayo de 2023 | Shetland Islands, Escocia, Reino Unido | Marcos Paseggi, Adventist Review
James, Bruce, Andrew, Alistair. Dianne, Carol, and Mesha.
Los primeros nombres de personas dispuestas a dialogar, a que oren por ellas y a aceptar un ejemplar de El conflicto de los siglos comienzan a sumarse mientras el equipo I Will Go Ride pedalea por los caminos y rutas laterales de las Islas Shetland, la frontera norte del Reino Unido. Todos esos nombres están incluidos en una lista de personas por las que el equipo promete comenzar y seguir orando.
El equipo de ciclistas incluye a varios pastores de la Misión Escocesa y dos líderes de la Asociación General de la Iglesia Adventista: el secretario ministerial asociado Anthony Kent y el director asociado de ministerios de salud Torben Bergland. Juntos, se han propuesto cubrir partes significativas de las islas, deteniéndose cuando ven a alguien en la huerta, en una tienda, o simplemente andando por el camino.
Testimonios al vientoLo que comenzó con incertidumbre después de una misión de reconocimiento un día antes se ha tornado ahora una oportunidad destacada de testificación. A pesar del implacable viento del noroeste, que torna peligroso parte del recorrido en bicicleta y dolorosa cada parada, para el fin de la jornada, la lista de oración cuenta con más de treinta nombres. La población de la isla principal de las Shetland no llega a 18 mil personas, lo que significa que, aproximadamente, se contactó a una de 600 personas en solo unas horas.
Esas personas provienen de todos los trasfondos. Un experimentado camionero. Un hombre que repara su muro de piedras mientras él mismo procura protegerse del viento detrás de las rocas. Un matrimonio que se detiene a cargar gasolina junto a una simple bomba surtidora junto a una despensa de campo. Una joven que pasa caminando por el lugar. Un anciano que trabaja con su tractor. Todos ellos participan de un diálogo cortés y parecen verse intrigados por la iniciativa, lo que incluye una invitación para asistir a reuniones el fin de semana en Lerwick, la capital del archipiélago.
Cuando una persona muestra interés y parece abierta, un miembro del equipo se ofrece para orar por ella. La mayoría de gente acepta.
Aunque la Reforma llegó a Escocia en 1560 y alrededor del treinta por ciento de la población aún se identifica con la Iglesia de Escocia, la mayoría de la gente casi nunca lee la Biblia u ora. Por lo general, la oferta de elevar una plegaria por parte de un integrante del equipo I Will Go Ride incluye una invitación para profundizar en el estudio de la Biblia. Junto con El conflicto de los siglos, los ciclistas están distribuyendo el libro Su Biblia y usted, de Arthur S. Maxwell, a los que expresan el deseo de saber más sobre la Palabra de Dios.Un gran desafío, pero alentador
“Hacer misión en Escocia es un gran desafío, dado que hay menos de ochocientos miembros adventistas dentro de una población de más de cinco millones”, explica Wilfred Masih, quien hace poco fue designado pastor de la Iglesia Adventista de Inverness and Highlands. “Escocia es, en realidad, un gran campo misionero”, dice él.
Pero Masih, que tiene el privilegio de ser pastor de la congregación adventista más septentrional del Reino Unido, cree que, a pesar de los desafíos, hay oportunidades. “Las personas son amables y parecen abiertas a discutir temas espirituales”, dice. Varios miembros del equipo de ciclistas señalan cuántas personas permiten que oren por ellas, por más que los pastores pueden darse cuenta de que no están familiarizados con la oración o no han orado por largo tiempo.
Para Masih y otros, los desafíos regulares que presenta Escocia a la obra misionera adventista se complican aún más en las Islas Shetland. “Por empezar, no hay muchas [residencias] en las que alojarse”, explica. “El clima despiadado, el aislamiento… todo eso hace que cualquier iniciativa misionera sea difícil. Y por supuesto, otro desafío es el hecho de que, hasta donde sabemos, no hay adventistas”, en el archipiélago.Pero una vez más, enfatiza Masih, “las personas son muy amigables, muy accesibles, y bien abiertas a tener diálogos espirituales”.
Continuar con sumo esfuerzo
Después de un almuerzo ligero en un camino secundario, el equipo de ciclistas sigue esforzándose por subir con mucha dificultad una cuesta en apariencia interminable. El viento no se ha detenido, y una llovizna helada ocasiones hace que el recorrido sea más laborioso una vez que el equipo de ciclismo queda empapado. “No existen uniformes de ciclismo completamente hidrófugos”, dice Kent. “Cuando llueve, uno termina mojándose”.
El frío empeora las cosas. Cuanto menos se detienen los ciclistas, mejor, dado que, para algunos, tomarse un descanso significa comenzar a temblar sin control. Aun así, siguen adelante, buscando más personas con quienes compartir las buenas nuevas del plan de Dios para este mundo.“Me encanta tener un buen desafío, y me encanta testificar”, dice el pastor ya jubilado Paul Tomkins. Tomkins sigue pedaleando junto a personas años más jóvenes que él hasta que llegan a Scalloway, la antigua capital de las Shetland. Solo entonces decide detenerse por el día.
El poder del viento
Mientras tanto, la lista de personas por las cuales orar se torna más y más larga. Hay un tal Angus y un George. Hay un Matty, un Barry y una Beryl. También están Stephen and Dave.
“Piensen tan solo que una de esas personas podría llegar a ser parte del primer grupo básico de miembros en las Islas Shetland”, dice uno de los pastores, mirando con los ojos de la fe. “Puede ser que Dios ya esté obrando en sus corazones”, añade. “¿No es algo asombroso?”Al igual que el implacable viento, los misioneros adventistas esperan que el mensaje que están esparciendo en las Islas Shetland pronto abrace el archipiélago y produzca frutos para el Reino que no tendrá fin.
Traducción de Marcos Paseggi