Miembros del equipo de ciclismo I Will Go Ride recorren una ruta de una vía en las Islas Shetland el 16 de mayo, buscando contactarse y orar con las personas y distribuir publicaciones adventistas. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]
22 de mayo de 2023 | Shetland Islands, Escocia, Reino Unido | Marcos Paseggi, Adventist Review
James, Bruce, Andrew, Alistair. Dianne, Carol, and Mesha.
Los primeros nombres de personas dispuestas a dialogar, a que oren por ellas y a aceptar un ejemplar de El conflicto de los siglos comienzan a sumarse mientras el equipo I Will Go Ride pedalea por los caminos y rutas laterales de las Islas Shetland, la frontera norte del Reino Unido. Todos esos nombres están incluidos en una lista de personas por las que el equipo promete comenzar y seguir orando.
El equipo de ciclistas incluye a varios pastores de la Misión Escocesa y dos líderes de la Asociación General de la Iglesia Adventista: el secretario ministerial asociado Anthony Kent y el director asociado de ministerios de salud Torben Bergland. Juntos, se han propuesto cubrir partes significativas de las islas, deteniéndose cuando ven a alguien en la huerta, en una tienda, o simplemente andando por el camino.
Los primeros cuatro miembros del equipo I Will Go Ride. De izquierda a derecha, Paul Tompkins, Anthony Kent, Wilfred Masih y Fitzroy Morris. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]
Lo que comenzó con incertidumbre después de una misión de reconocimiento un día antes se ha tornado ahora una oportunidad destacada de testificación. A pesar del implacable viento del noroeste, que torna peligroso parte del recorrido en bicicleta y dolorosa cada parada, para el fin de la jornada, la lista de oración cuenta con más de treinta nombres. La población de la isla principal de las Shetland no llega a 18 mil personas, lo que significa que, aproximadamente, se contactó a una de 600 personas en solo unas horas.
Esas personas provienen de todos los trasfondos. Un experimentado camionero. Un hombre que repara su muro de piedras mientras él mismo procura protegerse del viento detrás de las rocas. Un matrimonio que se detiene a cargar gasolina junto a una simple bomba surtidora junto a una despensa de campo. Una joven que pasa caminando por el lugar. Un anciano que trabaja con su tractor. Todos ellos participan de un diálogo cortés y parecen verse intrigados por la iniciativa, lo que incluye una invitación para asistir a reuniones el fin de semana en Lerwick, la capital del archipiélago.
Cuando una persona muestra interés y parece abierta, un miembro del equipo se ofrece para orar por ella. La mayoría de gente acepta.
Jimmy Botha (izquierda) repone las publicaciones en el bolsillo especial de Fitzroy Morris después de que él entregara lo que tenía a un hombre por el camino, durante el primer día de la iniciativa I Will Go Ride. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]
Un gran desafío, pero alentador
“Hacer misión en Escocia es un gran desafío, dado que hay menos de ochocientos miembros adventistas dentro de una población de más de cinco millones”, explica Wilfred Masih, quien hace poco fue designado pastor de la Iglesia Adventista de Inverness and Highlands. “Escocia es, en realidad, un gran campo misionero”, dice él.
Pero Masih, que tiene el privilegio de ser pastor de la congregación adventista más septentrional del Reino Unido, cree que, a pesar de los desafíos, hay oportunidades. “Las personas son amables y parecen abiertas a discutir temas espirituales”, dice. Varios miembros del equipo de ciclistas señalan cuántas personas permiten que oren por ellas, por más que los pastores pueden darse cuenta de que no están familiarizados con la oración o no han orado por largo tiempo.
Anthony Kent y Fitzroy Morris saludan a un camionero, que recibió los libros y aceptó que oraran por él. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]
Pero una vez más, enfatiza Masih, “las personas son muy amigables, muy accesibles, y bien abiertas a tener diálogos espirituales”.
Continuar con sumo esfuerzo
Después de un almuerzo ligero en un camino secundario, el equipo de ciclistas sigue esforzándose por subir con mucha dificultad una cuesta en apariencia interminable. El viento no se ha detenido, y una llovizna helada ocasiones hace que el recorrido sea más laborioso una vez que el equipo de ciclismo queda empapado. “No existen uniformes de ciclismo completamente hidrófugos”, dice Kent. “Cuando llueve, uno termina mojándose”.
Por toda la costa, hay pequeñas comunidades establecidas a lo largo de pequeñas bahías. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]
“Me encanta tener un buen desafío, y me encanta testificar”, dice el pastor ya jubilado Paul Tomkins. Tomkins sigue pedaleando junto a personas años más jóvenes que él hasta que llegan a Scalloway, la antigua capital de las Shetland. Solo entonces decide detenerse por el día.
El poder del viento
Mientras tanto, la lista de personas por las cuales orar se torna más y más larga. Hay un tal Angus y un George. Hay un Matty, un Barry y una Beryl. También están Stephen and Dave.
El equipo de ciclistas ingresa al pueblo de Scalloway, la antigua capital de las Islas Shetland, el 16 de mayo. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]
Al igual que el implacable viento, los misioneros adventistas esperan que el mensaje que están esparciendo en las Islas Shetland pronto abrace el archipiélago y produzca frutos para el Reino que no tendrá fin.
Traducción de Marcos Paseggi