3 de agosto de 2023 | Miami, Florida, Estados Unidos | Marcos Paseggi, para Noticias de la División Interamericana
Aunque la organización de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y sus instituciones están estrechamente conectadas en su misión y objetivos últimos, sus sistemas de gobierno no son los mismos, dijo el ya jubilado ex vicepresidente de la Asociación General Lowell Cooper.
En una presentación el pasado 28 de julio de 2023 ante administradores de instituciones de salud, pastores y partidarios de la salud que asistieron al Simposio de Salud de la División Interamericana en Miami, Florida, Estados Unidos, Cooper analizó las diferencias básicas entre los modelos de gobierno de la iglesia y de gobierno de las instituciones. Su énfasis especial estuvo en las casi dos mil instituciones adventistas de salud en el mundo, lo que incluye hospitales y sanatorios, hogares de ancianos y similares, y clínicas de atención médica y odontológica.
Misión y métodosLas diferencias se inician desde el mismo comienzo: desde su misión y métodos, dijo Cooper. La misión de la iglesia busca la renovación espiritual; se enfoca en la adoración, el discipulado y la proclamación; y se ve en su mayor parte evaluada en términos de número de ingresos de miembros”, explicó. “Las instituciones de salud buscan continuar con el ministerio de sanación de Cristo; abrazar la espiritualidad dentro de un concepto de plenitud; y se ven en su mayor pate evaluadas en términos de calidad, servicio y resultados de los pacientes”.
Las instituciones patrocinadas por la iglesia son una expresión de la iglesia en misión, dijo Cooper. “Las instituciones llenan funciones singulars dentro de la misión de la iglesia. No pueden pasar desapercibidas o ser vilipendiadas por la estructura eclesiástica, o medidas en término del ingreso de miembros. Las instituciones, por otro lado, no deberían distanciarse de la iglesia mediante un pensamiento independiente y la inatención a todas las dimensiones de la integralidad”, expresó.
Cooper profundizó más en ese punto. En lo que respecta a la alineación del ministerio abarcador de salud con la iglesia, dijo: “Las instituciones no pueden alejarse de la iglesia y llegar a ser independientes, como así tampoco pueden ser tratadas por la iglesia como tan solo una congregación más”.
La identidad institucional
Una institución adventista de salud no es tan solo una empresa, un emprendimiento; es un ministerio de base religiosa, enfatizó Cooper. En ese sentido, las entidades eclesiásticas e institucionales también siguen patrones similares pero separados en lo que respecta a su identidad. En las primeras, explicó, hay un grupo de personas de un territorio que se reporta a una junta directiva, que nomina a los directivos y a los administradores. En las segundas, las personas de un determinado territorio eligen una junta de fideicomisarios, que se encarga de elegir un gerente general, quien a su vez se reporta a la administración.
Una vez más, y a pesar de sus diferencias, las conexiones entre las dos implican alineamiento y colaboración. “Se espera que la conducta corporativa demuestre la enseñanza, los valores, la ética y el estilo de vida adventistas. La institución se asemeja a su patrocinador”, dijo Cooper.Gobierno, estructura y propiedad
En los siguientes minutos, Cooper se dedicó a analizar otras áreas de diferencias entre la organización eclesiástica y la institucional, que incluyó la estructura, el gobierno, la propiedad y los recursos. También mencionó las diferencias entre los empleados, los reglamentos y lo que sucede cuando una iglesia local se encuentra en un campus institucional. Más abajo hay un resumen de las principales conclusiones a partir de la presentación de Cooper.
“La estructura eclesiástica y la estructura institucional no son lo mismo. La entidad eclesiástica es patrocinadora, no dueña”, dijo Cooper. Es la razón por la que las instituciones deberían estar registradas como organización benéfica, religiosa y sin fines de lucro toda vez que sea posible, explicó. “La estructura distintiva aísla la exposición a los riesgos y permite el desarrollo de las empresas que no está disponible para una estructura eclesiástica”, dijo.
En lo respecta al gobierno, dentro del sistema eclesiástico, cada entidad es parte de una cadena de organizaciones. Dentro del sistema institucional, por otra parte, cada entidad es una organización “autónoma”, si bien “las instituciones denominacionales no son independientes; son interdependientes”, enfatizó Cooper.
Sucede a menudo que el presidente de una junta institucional es presidente de una región eclesiástica (a menudo división, unión o asociación), explicó Cooper. En esos casos, el líder de la iglesia tiene que servir con el mejor interés de la junta que está presidiendo. “Un líder de la iglesia puede ponerse muchos sombreros, ¡pero solo uno a la vez!” ilustró.
La propiedad demanda consideraciones cuidadosas, lo que incluye determinar si la propiedad usada por una institución le pertenece, o es alquilada, o tiene un contrato de arrendamiento. En los dos últimos casos, ¿cuáles son los términos? La práctica muy difundida en la iglesia es que el título de la propiedad lleve el nombre de una entidad de la corporación de la iglesia, recordó a su audiencia. Esa corporación de la entidad de la iglesia “posee el título como un fideicomiso en nombre de la institución. Las transacciones que afectan la propiedad requerirán de la aprobación de la entidad que posee el título de propiedad”.
Los recursos, los empleados y los reglamentos
En lo que respecta a los recursos, hay muchas cosas a tener en cuenta, dijo Cooper. Incluyen, entre otras cosas, las subvenciones de las entidades de la iglesia a las instituciones, la distribución de las ganancias institucionales con la entidad eclesiástica patrocinadora, y los diezmos de los empleados que recolecta la institución. “Las instituciones que siguen un programa de deducción de diezmos necesitan contar con un sistema de autorización para hacerlo por parte del empleado”, dijo Cooper. “Devolver el diezmo como un acto de mayordomía necesita ser la decisión de cada persona en lugar del mandato de la organización”.
En general, “todo arreglo financiero entre una entidad de la iglesia y una institución patrocinada por la iglesia necesita respetar los límites organizacionales”, expresó.
Cooper también mencionó algunas consideraciones relacionadas con los empleados. Citó los Reglamentos Eclesiástico-Administrativos de la Asociación General, que expresa que “los hospitales y otras instituciones de salud no harán distinción sobre la base de raza, color o sexo al admitir a los pacientes o poner sus instalaciones a disposición de médicos, residentes, enfermeras y administradores que cumplen con las normas profesionales de la institución. Todas las organizaciones e instituciones ofrecerán empleo y oportunidades de progreso sin importar la raza, el color o el sexo de las personas que califiquen”.
Las instituciones adventistas de salud enfrentan obstáculos significativos en lo que respecta al empleo, reconoció Cooper. “Las instituciones de salud […] tienen en mayor desafío para atraer a suficientes miembros de iglesia calificados para poder cumplir con lo que el empleado necesita de la institución. La pregunta central es cómo atraer una fuerza laboral que implemente de manera individual y colectiva la misión de la institución”, expresó.
Es una cuestión de máxima importancia, dijo Cooper, porque es el compromiso y las convicciones espirituales del personal de la institución que crearán la reputación de la institución respecto de su oferta de un “ministerio semejante al de Cristo”. En el proceso de reclutamiento, es fundamental que los entrevistados sean conscientes de la identidad religiosa de la institución y de las dimensiones espirituales de su misión”, enfatizó.
En lo que respecta a los reglamentos, la junta institucional es el organismo que crea los reglamentos para la institución, dijo Cooper. En ese sentido, “los reglamentos denominacionales y las creencias fundamentales forman un marco para el desarrollo de los reglamentos institucionales. Y en algunas instancias, los reglamentos denominacionales ya predeterminan ciertos aspectos de la vida institucional.
Una iglesia local en el campus
Los Reglamentos Eclesiástico-Administrativos de la Asociación General también contemplan la relación entre las entidades denominacionales y la iglesia local, lo que, según Cooper, “podría ser un área de potenciales tensiones”. Explicó que, “en muchos casos, el templo está ubicado dentro del campus de la institución y un elevado porcentaje de la feligresía de la iglesia local” es empleado de la institución. “En estas situaciones”, explicó, “es importante preservar una distinción entre las funciones de la institución y el papel que juega la iglesia local”.
El reglamento hace un llamado a “mantener una relación clara y mutualmente benéfica con la Iglesia Adventista del Séptimo Día”, leyó Cooper. Para lograrlo, dijo, “la administración de la institución y los pastores de la iglesia necesitarán mantener una comunicación frecuente y de apoyo mutuo para que la vida de la institución y la vida de la iglesia puedan florecer”.
Traducción de Marcos Paseggi