Siguiendo el ejemplo de Jesús en nuestra vida social

10 de agosto de 2023 | Maine, Estados Unidos |  Shawn Brace

Elena G. White, en su cita tal vez más famosa acerca de cómo llegar a la gente para que conozca a Jesús, explicó que “solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente”. Al mencionar cómo Cristo siguió un proceso de cuatro pasos antes de invitar a la gente a seguirlo, explicó cómo él, en forma significativa, comenzaba dicho proceso con el hecho de “relacionarse” con la gente. 1

¿Te “relacionas” con la gente que no conoce a Jesús? Durante mis años de ministerio he encontrado que muy pocos adventistas del séptimo día pasan tiempo significativo haciendo lo anterior. Podemos tal vez distribuir literatura cristiana, ir de puerta en puerta, o celebrar reuniones de evangelización. Eso está bien y es bueno hacer todas estas cosas; pero no son, al menos de acuerdo a lo dicho por Elena G. White, “relacionarse” o “tratar” con la gente.

En páginas anteriores del libro El Ministerio de Curación, Elena G White explica que esta práctica sigue el ejemplo de Jesús. Él aceptaba las invitaciones del “acaudalado y culto”, asistiendo a sus fiestas y se familiarizaba con sus “intereses y ocupaciones”. Y tal vez lo más asombroso es que, al tratar con los samaritanos, cuyas prácticas religiosas divergían de las de él, dice la autora que Cristo “dormía bajo sus techos” y “comía a su mesa, compartiendo los manjares preparados y servidos por sus manos”. 2

En otras palabras, Jesús se adentró en la cultura, hábitos, intereses y pasatiempos de aquellos a quienes trataba de alcanzar. Jesús comía con ellos, se quedaba con ellos, celebraba con ellos y vivía entre ellos.

No se mantuvo alejado de la gente, interactuando con las personas solamente lo suficiente como para soltar pedacitos de verdad religiosa. Él fue ciertamente “Dios con nosotros (Mat. 1:23), sin temor de verse mancillado por el pecado que caracterizaba la vida de la gente.

Como dije antes, he descubierto que muy pocos de nosotros hacemos esto —por varias razones. Con frecuencia estamos muy ocupados, demasiado temerosos o demasiado comprometidos con enfoques evangelizadores que mantienen a las personas a distancia para que no puedan influenciarnos en forma negativa.

Esta fue mi experiencia por mucho tiempo, sintiéndome inseguro de la forma como debía incluso relacionarme con la gente que no pensaba como yo, actuaba como yo o creía como yo.

¿Qué teníamos en común, después de todo? Y ¿podría ser que mi amistad con ellos comunicara implícitamente que afirmaba su comportamiento y sus creencias diferentes a las mías?

Pareciera que a Jesús no le preocupaba ninguna de esas cosas. Jesús regularmente daba la bienvenida y comía con los marginados, inadaptados y alienados religiosos, tales como los recaudadores de impuestos y pecadores, lo cual hizo que los dirigentes religiosos murmuraran y se quejaran al respecto (ver Lucas 15:1-3). Pero él vino a “buscar y salvar” a los perdidos, lo cual es la razón por la que se relacionaba y trataba con ellos (ver Lucas 19:1-10).

No debería ser tan complicado para nosotros: simplemente comienza por invitar a comer a tus vecinos; no con la agenda de convertirlos inmediatamente al evangelio, sino solamente para compartir la vida con ellos y relacionarte con ellos como seres humanos creados a la imagen de Dios.

De acuerdo con el proceso de cuatro pasos señalado por Elena G. White, lo primero que debemos hacer es “ganar su confianza”, antes de que podamos siquiera pensar en arrojarles ideas religiosas de cualquier manera; lo cual, en mi experiencia, toma mucho tiempo llegar a ese punto en este mundo sospechoso de todo lo religioso. Así que, sigamos simplemente el ejemplo de Cristo de relacionarnos con la gente, entrando de hecho en su vida y amando a esas personas por quienes Cristo murió y que merecen nuestro amor, simplemente por amor.

1 Elena G. White, El Ministerio de Curación The Ministry of Healing (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1905), p. 102.

2 Ibíd., pp. 15-17.

Shawn Brace es un pastor y autor que reside en Bangor, Maine, Estados Unidos, cuyo libro más reciente, The Table I Long For (La mesa que anhelo) (Signs Publishing), presenta en detalle su jornada y la de su iglesia a una vida centrada en la misión. Es también un estudiante doctoral en la Universidad de Oxford, investigando sobre la cristiandad en Estados Unidos durante el siglo diecinueve.

Traducción – Gloria A. Castrejón

Top news

Recapturando el Espíritu de la Misión
El informe financiero de la División Interamericana se inició con oraciones de gratitud
Vidas cambiadas en África