La travesía de Brandon pone de relieve el poder de la entrega.

24 de septiembre de 2023 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Molly Smith, Salud de la Universidad de Loma Linda, y Adventist Review

Los años jóvenes de Brandon H., que ahora tiene 31 años, estuvieron repletos de la angustia de la adicción y caminos no deseados, dejándolo aislado de todos aquellos a quien más amaba. Mediante el apoyo incondicional de sus familiares, amigos, un programa de 12 pasos, y el Centro de Medicina Conductual (BMC) de la Universidad de Loma Linda en Loma Linda, California, Estados Unidos, descubrió que la recuperación no tiene que ver con sanarse a uno mismo sino con la reconstrucción de los vínculos con la familia y la alimentación de un espíritu interior creativo.

Brandon fue introducido a las sustancias a los 14 años, marcado por las sombras de la baja autoestima y la ansiedad social. Esas dificultades lo llevaron a buscar un falso refugio en las drogas y el alcohol. El descenso de Brandon fue rápido, a medida que las sustancias iban entumeciendo sus inseguridades.

El uso de sustancias continuó durante sus estudios terciarios, y cuando pasó los 20 años, ya se había vuelto una adicción. Brandon se dedicó a mantener su adicción en secreto de la mayoría de las personas cercanas, y pasó tiempo con otros que también abusaban de sustancias, creando un ciclo de uso de sustancias, relaciones pobres y secretos.

“Al mirar hacia atrás, no recuerdo reírme con algunas de las personas a las que llamaba mis mejores amigos”, dijo Brandon. “Dediqué mucho tiempo a estar con ellos, y sin embargo, no nos conocíamos”.

Después de perder amigos por las sustancias, de haber pensado en suicidarse, y entonces una conversación honesta con un verdadero amigo que le brindó orientación, Brandon supo que era tiempo de ser sincero con su madre.

“Me entregué”, dijo Brandon. “No hay otra manera de describir el alivio de contar a otros que realmente se interesan en nosotros que somos adictos, que hemos estado escondiéndolo, y escoger ya no vivir una mentira”.

Su madre lo llevó a un programa de doce pasos local.

“Me sentía fuera de lugar. Era por lejos el más joven; sentí que no podía conectarme con esa gente allí”, dijo Brandon. “Pero como dije, me entregué y decidí dar todo de mí”.

El Centro de Medicina Conductual de la Universidad de Loma Linda. [Fotografía: Salud de la Universidad de Loma Linda]

Cerca de lograrlo

Brandon se comprometió y completó 11 de los 12 pasos. El paso final del programa de 12 pasos es patrocina a otros para que comiencen en su viaje de recuperación.

“Me detuve en ese paso tan fundamental”, dijo.

Brandon volvió a caer, y la naturaleza cíclica de la adicción comenzó otra vez.

Aunque trató de mantenerlo en secreto, Brandon ya le había dado la bienvenida a sus seres queridos en su viaje hacia la recuperación, y continuaron teniendo esperanza para su hijo, hermano y amigo. Cinco personas del programa de 12 pasos fueron encargados de dirigir una intervención.

“Ellos me conocían”, dijo. “Me di cuenta en mi segunda entrega cuánto significaba para ellos”.

Brandon se registró el programa de hospitalización parcial de Recuperación por Uso de Sustancias en el Centro de Medicina Conductual de la Universidad de Loma Linda. Cinco días a la semana durante seis semanas, pasó la mayor parte del tiempo haciendo terapia de grupo, aprendiendo sobre la adición y las cosas que hacían de disparadores, desarrollando habilidades de afrontamiento, y previniendo las recaídas.

Paola Vidauri Luna es terapeuta clínica del Centro de Bienestar y Recuperación por Uso de Sustancias del BMC que vio cómo Brandon ingresó y llegó a graduarse del programa.

“La amistad y la camaradería son fundamentales para el crecimiento personal de Brandon”, dijo Vidauri Luna. “Se ha graduado y continúa patrocinando a múltiples individuos de nuestro programa, y está claro que quiere devolver a los que lo han ayudado en su recuperación”.

Brandon ha llevado la pasión por crear música y había perdido toque con ella, durante las partes más oscuras del período donde abusaba sustancias. En un comienzo, fue difícil reconectarse con su lado creativo, pero Brandon reaprendió a apreciar la música, usándola para expresar sus experiencias y hacia dónde está yendo, y para actuar con una banda.

En el presente, Brandon es un testimonio del poder de la resiliencia y la energía de sanación de la familia y la música. Con el apoyo del BMC y el programa en 12 pesos, ha conquistado la adicción, reconstruido puentes con sus seres queridos, y hallado solaz en sus iniciativas relacionadas con la música.

Brandon se ha embarcado en un nuevo capítulo como profesor acreditado en una escuela de música. Tiene la determinación de ser una influencia positiva en la nueva generación, ofreciendo apoyo, orientación y un oído atento a los estudiantes que acaso estén enfrentando sus propias batallas.

La versión original de esta noticia fue publicada en el sitio de Salud de la Universidad de Loma Linda.

Traducción de Marcos Paseggi

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