10 de septiembre de 2023 | Silver Spring, Maryland | Marcos Paseggi, Adventist Review
¿Deberíamos luchar por el derecho de ser libres de adorar a Dios según nuestra conciencia? O dado que queremos que Jesús vuelva, ¿deberíamos forzar una ley dominical nacional para disparar los eventos finales y la segunda venida de Cristo?
Estos son algunas de las preguntas que los pioneros y miembros adventistas de la segunda mitad del siglo XIX se hacían a menudo. En último término, la respuesta a estas preguntas habría de modelar e influir sobre el compromiso histórico de la iglesia con los esfuerzos de defensa de la libertad de conciencia, dijo el historiador adventista David Trim en una presentación en el IX Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Libertad Religiosa (IRLA) en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos, el 22 de agosto.
Trim, que es director de la Secretaría de Archivos, Estadísticas e Investigaciones de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, compartió con los partidarios de la libertad religiosa los esfuerzos de su defensa por parte de los pioneros adventistas, lo que en 1893 resultó en el lanzamiento de la IRLA. “Vale la pena explorar esta historia”, dijo Trim, “para comprender el ADN de la IRLA”.
¿Forzar los eventos del fin?Trim analizó en primer lugar los pensamientos a menudo ambivalentes entre los líderes tempranos y miembros de la Iglesia Adventista respecto de la libertad religiosa. ¿Deberían los adventistas involucrarse, o simplemente dejar que los eventos siguieran adelante así como, creían ellos, las profecías bíblicas los habían predecido? Respondió citando al exsecretario general de la IRLA John Graz, quien en la Enciclopedia de los Adventistas del Séptimo Día, escribió que “la joven Iglesia Adventista del Séptimo Día, a pesar de su visión apocalíptica del futuro, decidió oponerse firmemente a cualquier legislación a favor de un día religioso de descanso”.
Según Trim, la tension a la que alude Graz se produjo “entre los esquemas proféticos corporativos adventistas, en los que la implementación de una ley dominical por parte de los Estados Unidos sería uno de los marcadores del escenario escatológico final, y la necesidad, por otro lado, de que los adventistas estuvieran libres de las leyes dominicales como parte de su vida normal”.
Algunos pioneros creyeron que los adventistas deberían, mediante la provocación, hacer llegar la ley dominical. Esto “básicamente obligaría a Cristo a inaugurar el milenio mediante su segundo advenimiento”, explicó Trim, y añadió: “Esa fue una de las ideas extremas que los adventistas, como cuerpo, jamás aceptó […], la idea de que uno podía forzar a Cristo a que actuar era, por decirlo suavemente, sumamente peculiar”.
Efecto sobre la legislación dominicalAl mismo tiempo, los primeros adventistas tenían consideraciones más prácticas al tener que enfrentar la sanción de leyes dominicales a nivel local y estatal, dijo Trim. “La mayoría de los adventistas vivía en zonas rurales y, al no trabajar en sus granjas los sábados, era fundamental que pudieran trabajar en ellas los domingos”, dijo. Hacia fines del siglo XIX, “aunque en muchos casos las leyes dominicales no fueron implementadas, en otros sí lo fueron”.
Trim explicó que, en varios casos, los adventistas recibieron multas y fueron encarcelados como resultado de esas leyes dominicales, y en un caso, un adventista inclusive murió en la cárcel como resultado de ser mantenido en condiciones rigurosas. “Por ello, había un incentivo natural para que los adventistas llegaran a ser defensores de la libertad religiosa”, dijo Trim, y así lo hicieron.
Relató también cómo, en la década de 1880, una campaña temprana que buscaba que el Congreso de los Estados Unidos sancionara una ley nacional sobre la santidad del domingo fue enfrentada con esfuerzos concretos de oposición al proyecto de ley por parte del pionero adventista Alonzo T. Jones y otros. “A pesar del escenario apocalíptico adventista, los adventistas decidieron oponerse a la ley dominical nacional”, dijo Trim. En 1888, Jones testificó ante la Comisión del Senado de los Estados Unidos para Educación y Trabajo. En último término, la ley jamás fue sancionada.
Nace la IRLAEn este contexto se fundó la IRLA en 1893, recordó Trim a los asistentes. En su “Declaración de Principios” de marzo de 1893, los miembros de la IRLA expresaron: “Creemos en apoyar el gobierno civil y en someternos a su autoridad”, pero al mismo tiempo, “denegamos el derecho de cualquier gobierno civil de legislar sobre cuestiones religiosas”. El documento añadió, entre otras estipulaciones: “Creemos que es correcto, y que debería ser el privilegio de cada ser humano adorar según los dictados de su propia conciencia”.
Después de la organización de la IRLA, su trabajo se volvió internacional, porque abrió sedes en varios continentes y, en 1906, lanzó la revista Liberty, que sigue publicándose.
Trim también analizó el papel de otros personajes adventistas claves para la historia y el desarrollo de la IRLA, lo que incluye a Charles Longacre y Jean Nussbaum, quienes testificaron ante la Liga de las Naciones en Ginebra en la década de 1930 para oponerse al calendario de trece meses y a un plan de trece meses que habría afectado los días de la semana.
Un alcance extendido
Otros avances incluyeron la incorporación legal de la IRLA en 1946, lo que extendió el alcance de la organización más allá de cualquier plan denominacional, dijo Trim. “De conformidad con esta estrategia, la IRLA apeló activamente […] a todos los que compartían su visión y filosofía sobre la libertad religiosa para todos y sobre la separación de la Iglesia y el Estado”, informó.
La IRLA se mostró muy activa durante las décadas de 1950 y 1960, dijo Trim. De manera específica, se refirió a una reunión en 1958 con el presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El primer Congreso de la IRLA se llevó a cabo en Ámsterdam, Países Bajos, en marzo de 1977. Trim citó a Graz una vez más, quien escribió que después de ese primer congreso, “la IRLA fue reactivada y, durante las décadas siguientes, comenzó un nuevo período de actividades. Una serie de eventos públicos hizo de la IRLA una de las principales asociaciones internacionales para la libertad religiosa”.
Según Trim, la revitalización de la organización se vio apoyada por el liderazgo durante 35 años de Bert B. Beach, quien fue elegido secretario general de la IRLA en 1980, y de John Graz, secretario general de la IRLA entre 1995 y 2015. “A partir de 1977, se organizaron congresos regionales de la IRLA en cinco continentes [y] se llevaron a cabo más de cuarenta congresos y simposios internacionales entre 1996 y 2015”, reportó Trim.
En 1999, la IRLA creó su Junta de Expertos, que, según Trim, ha llegado a ser un importante laboratorio de ideas sobre libertad religiosa, y su influencia trasciende la Iglesia Adventista. La Junta de Expertos ha preparado varias declaraciones internacionales y principios guiadores importantes sobre libertad religiosa, proselitismo y educación.
Una pasión de 130 años
Trim concluyó enfatizando que durante los 130 años de existencia de la IRLA, la organización ha demostrado una pasión por la libertad religiosa y de creencia. A pesar de surgir del activismo dentro de la Iglesia Adventista, añadió, “la organización ha llegado durante mucho tiempo a ámbitos que trascienden la denominación que la hizo crecer, y luchar por la libertad religiosa y de creencia para las personas de todas las religiones, para personas de todas las convicciones religiosas o las que no tienen ninguna”.
En este contexto, dijo, “a medida que surgen nuevos desafíos para la libertad religiosa, existirá la necesidad de la IRLA”.
Traducción de Marcos Paseggi