12 de octubre del 2023 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Ted N.C. Wilson, President de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día
Saludos amigos. A medida que hemos ido leyendo el libro El Conflicto de los Siglos, hemos visto cómo ha habido personas a través de los tiempos que fueron fieles a Dios y Su Palabra. Hemos leído acerca de los reformadores que defendieron la verdad de Dios, a veces a costa de sus vidas. Algunos tradujeron minuciosamente las Escrituras a los idiomas comunes de la gente, haciendo posible que todos leyeran la Biblia por sí mismos. A pesar de los viciosos ataques de Satanás a la Palabra de Dios, miles de personas se regocijaron en la verdad.
Sobre este fundamento tan sólido, hoy me gustaría compartir con ustedes un mensaje especial. Como ven, amigos, Satanás es implacable en su furia, y las claras palabras de Dios continúan siendo atacadas por todos lados.
Uno de los ataques más obvios hoy en día tiene que ver con la sexualidad humana, donde se pasa por alto la Palabra de Dios y se interpreta de manera opuesta a lo que está escrito. Algunos de los hechos más básicos dados en las Escrituras están siendo ignorados o tergiversados, como Génesis 1:27 y 28: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos…”.
Entonces, Dios bendijo a la pareja recién creada, y Su primera instrucción para ellos fue «ser fructíferos y multiplicarse». Esta orden, por supuesto, sólo puede ser cumplida entre un hombre y una mujer.
Siglos más tarde, Jesús se refirió a la Creación cuando preguntó: “No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?…” “Por esto” enftizó al describir el matrimonio, “…el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? (Mateo 19:4,5).
Lamentablemente, hoy en día hay un intento no sólo de neutralizar la visión bíblica del matrimonio entre un hombre y una mujer, sino también de borrar el hecho de que Dios creó sólo dos géneros: masculino y femenino.
Una forma de hacerlo es a través del poder de las redes sociales, que promueven activamente una cultura muy secular, no sólo yendo en contra de la palabra de Dios, sino creando una cultura de la vergüenza y cancelando a cualquiera que se atreva a creer y seguir la Biblia.
Como adventistas del séptimo día, no queremos avergonzar ni cancelar a nadie. Queremos guiarlos a Jesús, quien es «el camino, la verdad y la vida» (Juan 14:6). Jesús vino para que podamos «tener vida, y… tenerla en abundancia» (Juan 10:10). Y la manera de experimentar esa vida abundante se describe en la Palabra de Dios, incluso en el área de la sexualidad humana.
«Alégrate con la mujer de tu juventud,» leemos en Proverbios 5:18, “Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre. ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?» (vss. 19, 20).
En el Nuevo Testamento leemos, “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (Heb. 13:4). ¿Quiénes son los fornicarios y adúlteros? Son aquellos que realizan actos sexuales fuera de un matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer.
Amigos, Dios anhela que todos disfrutemos de una vida abundante aquí y ahora, así como en la eternidad. Las aberraciones en la sexualidad humana (fornicación, adulterio, homosexualidad, libertinaje, bestialidad y otras actividades sexuales no bíblicas) no son aceptables para Dios porque destrozan la vida que Él anhela darnos, trayendo pecado y tristeza a su paso.
La Biblia es explícita sobre este tema en particular. En Romanos 1:24-27 we read, “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador… Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.”
Sin embargo, debemos notar que este pasaje no solo identifica los pecados sexuales, sino que da una larga lista de conductas pecaminosas: codicia, envidia, asesinato, contiendas, engaño, calumniadores, aborrecedores de Dios, violentos, orgullosos, indignos de confianza, sin amor, implacables, sin misericordia (vs. 29-31), y muchos más. Esto nos recuerda que todo pecado es aborrecible para Dios y que todos somos pecadores y necesitamos un Salvador.
Un pasaje tremendamente esperanzador se encuentra en 1 Corintios 6:9-11, donde encontramos una lista similar de pecados, seguida de una maravillosa promesa. “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.”
Y ahora tenemos un versículo lleno de esperanza: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
¡Alabado sea Dios, nada es demasiado difícil para Él! «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).
Cuando nos apoyamos completamente en el poder y los méritos de Jesucristo, se produce el cambio. Por eso los borrachos se vuelven sobrios. Por eso las personas egoístas se vuelven generosas. Por eso los drogadictos se vuelven limpios. Es por eso que las personas inmorales se convierten en estándares de moralidad, debido al poder sobrenatural de Dios mismo, que actúa en una vida. Entonces, si alguien dice: «Oh, yo soy así», está negando el poder mismo de Dios que nos da la victoria.
Aquí hay una promesa asombrosa que me gustaría compartir con ustedes del libro Ministerio de Curación: “Quienes confían en Cristo no han de ser esclavos de tendencias y hábitos hereditarios o adquiridos. En vez de quedar sujetos a la naturaleza inferior, han de dominar sus apetitos y pasiones. Dios no deja que peleemos contra el mal con nuestras fuerzas limitadas. Cualesquiera que sean las tendencias al mal, que hayamos heredado o cultivado, podemos vencerlas mediante la fuerza que Dios está pronto a darnos.” (MC 131.1).
Y cuando captamos su asombroso poder, nos convertimos en nuevas criaturas en Cristo. Leemos en 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo” y aquí está la clave, “nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Podemos creer lo que Dios nos promete en Su Palabra.
Mis hermanas y hermanos, ahora es el momento de ser proactivos en el amor, en el respeto, en el cuidado, compartiendo con las personas lo que dice la Biblia; compartiendo la maravillosa verdad de que Jesús nos salva plena y completamente cuando nos rendimos a Él. Es el mensaje más amoroso que podemos dar.
Seamos de valor. La Palabra de Dios no fallará. Él tiene el control y hará que Su Iglesia salga adelante. Seamos amables, cuidadosos y amorosos. Pero es hora de compartir lo que la Biblia tiene que decir, porque Jesús vendrá pronto.
Los invito a orar conmigo ahora mismo.
Padre Celestial, guíanos a cada uno de nosotros mientras guiamos a las personas a quién puede cambiar nuestras vidas maravillosamente. Al que puede tomar a aquellos que están en pecado, en dilemas y frustraciones y convertir sus vidas en algo hermoso. Siguiendo los principios bíblicos de las instrucciones celestiales de Dios. Señor, te pedimos que nos des poder para vivir puros en vidas adulteradas, no por nuestro propio poder, sino por el poder del Espíritu Santo que vive en nosotros.
Gracias por escucharnos en esta oración. Guíanos mientras te seguimos y seguimos tu palabra escrita. Permite que la palabra cambie nuestras vidas a través de una conexión con el cielo. Gracias por darnos la victoria en Jesús. Todo esto te lo pedimos en nombre de nuestro maravilloso Señor y Salvador, aquel que puede hacernos nuevas criaturas. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amén.