18 de diciembre del 2023 | Miami, Florida, United States | Leonard Johnson, secretario ejecutivo, División Interamericana
En el Evangelio de Lucas el capítulo 2, versículo 43, hallamos otro pasaje sobre el deber. ¿Qué quiero decir? La última vez compartí una gema basada en Lucas, capítulo 2, versículo 49, cuando Jesús dijo: “Tengo que dedicarme a los asuntos de mi Padre”. Pero en Lucas 4:43, Jesús habla a los que buscaban quedarse con él o retrasarlo. Jesús, en cambio, les dice: “Es preciso que anuncie también a los demás pueblos las buenas noticias del reino de Dios, porque para esto fui enviado”.
Hoy quiero hablarte de la importancia de actuar en forma deliberada e intencional. Si no actúas de manera deliberada e intencional, no cumplirás Su propósito. No cumplirás con lo que Dios te pidió.
Hay tantas distracciones, y nos llegan en formas que ni siquiera parecen dañinas. Pero si no estamos conectados con Cristo, ¿nos perderemos lo que Dios quiere que hagamos hoy? Miremos el ejemplo aquí del Evangelio de Lucas, capítulo 4, versículo 43. En el versículo 42 vemos que Jesús estaba predicando en ese lugar en particular y que la gente estaba tan impresionada.
Miremos ahora el versículo 42. “Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo buscaba y, llegando a donde estaba, lo detenían para que no se fuera de ellos”.
Todos querían que Jesús estuviera con ellos, imagino, porque podían beneficiarse de su presencia. Podía alimentar a miles. Podía levantar a otros de los muertos. Podía sanar. Era el paquete completo, y lo sigue siendo. Pero la respuesta de Jesús me resulta muy apropiada. No se vio movido o inflado por su ego por lo que la gente tenía que decir. Simplemente les dijo: “También tengo que predicar el Reino de Dios en otras ciudades, en otros lugares”.
Encontramos sobre esto también en el Evangelio de Marcos, capítulo 1, comenzando por el versículo 36. Fue el silencioso Pedro, uno de sus discípulos, quien vino y le dijo: “Todo el mundo te busca”. Pero Jesús dijo: “Vamos a los lugares vecinos para que predique también allí, porque para esto he venido”. Jesús dijo que tenía que predicar la Palabra de Dios, que tenía que hacer lo que el Padre le había asignado.
Hoy te hago esta pregunta: ¿Qué asignación tienes? ¿Qué misión? ¿Qué te pide Dios que hagas hoy? Te desafío. Dedícate a eso. Si aún no has iniciado, comienza a actuar en forma deliberada, para que no importa lo que pase, hagas la voluntad de Dios.
Dice Elena de White en El Deseado de Todas las Gentes (página 63): “Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Y mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más constante, se reavivará nuestro amor, y quedaremos más imbuidos de su Espíritu. Si queremos ser salvos al fin, debemos aprender la lección de penitencia y humillación al pie de la cruz”.
Que nada te impida cumplir los negocios del Padre, hacer la obra, cumplir la misión que Dios te ha dado. Tengo que predicar. Tengo que cumplir la voluntad de mi Padre.