23 de enero de 2024 | Australia | ADRA Australia
Tetiana, su hijo de 10 años Artem,* y la madre ya jubilada de Tetiana se vieron forzadas a reubicarse cuando la guerra llevó a su ciudad de Kherson, Ucrania. Poco antes de la guerra, la familia perdió al sostén de la familia, por lo que Tetiana ahora tenía que cargar con la tarea de proveer y cuidar de su familia por sí sola.
“El período de adaptación a la nueva ciudad fue sumamente difícil financiera, psicológica y emocionalmente”, dice Tetiana.
Gracias a ADRA, jóvenes estudiantes desplazados internamente como es el caso de Artem ahora pueden asistir a una escuela adventista. [Fotografía: ADRA Australia]
“Fue difícil registrarlo en una escuela de Leópolis, aun en una escuela pública”, dijo Tetiana.
Gracias a Dios, Tetiana recibió apoyo de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), que los ayudó para que Artem pudiera asistir a la escuela adventista local.
Tetiana y Artem se vieron forzados a huir de su ciudad de Kherson y ahora viven en Leópolis. [Fotografía: ADRA Australia]
La escuela de Artem es una mezcla de estudiantes locales y IDP. Ese equilibrio ha ayudado a Artem a adaptarse a la vida en Leópolis, a la vez que se ve rodeado de compañeros que comprenden por lo que ha pasado.
“No se siente solo en su estado de ‘niño desplazado’, porque hay suficientes niños en su clase y en toda la escuela que han sobrevivido el terror de la guerra y hallado refugio aquí”, explica Tetiana. “Para esos niños, que se vieron forzados a dejar su hogar, escuela, amigos y maestros, es importante estar en una atmósfera de apoyo y amistad, que es lo que encontramos aquí”.
Artem (al frente a la derecha) con sus compañeros. [Fotografía: ADRA Australia]
“Toda la escuela es como una gran familia, donde uno conoce a todos y eso lo hace sentir cómodo y calmo”, dice Artem. “Los maestros son atentos y solícitos con los niños”.
Tetiana ha visto el cambio positivo en su hijo desde que comenzó a asistir a la escuela, gracias al apoyo del rector, los maestros y el consejero, y del estar rodeado de compañeros. “Su estado emocional y psicológico mejoraron significativamente en comparación con el momento en que comenzó a estudiar en la escuela”, expresó.
“Me gusta educación física y las clases llamadas ‘Aprender Juntos’, donde hablamos de las relaciones”, dice Artem. “También me gusta cuando vamos de excursión con toda la clase. Hace poco, fuimos al Museo de Ciencias, algo que estuvo muy bueno.
La pintura de Artem de su clase de arte en la escuela. [Fotografía: ADRA Australia]
Artem contó que, una vez que llegue a ser un destacado jugador de fútbol o un empresario exitoso, quiere ayudar a otros de la misma manera en que lo han ayudado a él.
La versión original de esta noticia fue publicada por ADRA Australia.
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* El nombre ha sido cambiado para proteger a los menores.
Traducción de Marcos Paseggi