Secretario Ejecutivo de la DIA el pastor Leonard Johnson comparte nuggets de liderazgo para líderes de la iglesia en el territorio.

10 de enero del 2024  | Miami, Florida, United States | Leonard Johnson, secretario ejecutivo, División Interamericana

En el Evangelio de Juan, capítulo 9 y versículo 4, hallamos estas palabras: “Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar”. Al escuchar este pasaje, habrá escuchado la expresión “tenemos”. Jesús dijo: “Tengo que hacer las obras del que me envió”. 

Esto reconoce un sentido de urgencia. En ese pasaje hallamos una historia interesante. En el Evangelio de Juan el capítulo 9, se encuentra la historia de un hombre que nació ciego. En ese caso en particular, los discípulos llegaron hasta el maestro y le dijeron: “¿Quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?”

Jesús dijo: No fue realmente por sus pecados, porque no habría tenido la oportunidad de pecar si ya nació ciego, y por cierto, no por sus padres, sino para que las obras de Dios se hicieran manifiestas fue que Dios permitió esa experiencia. Y así, cuando lo analizamos, encontramos un número de personajes, no solo a los discípulos, sino a los vecinos del hombre que nació ciego. Encontramos a los fariseos y también a sus padres. Y en cada instancia, parece que no comprendieron lo que estaba sucediendo. Los discípulos se enfocaron en el pecado porque era el pensamiento del día. Si eras ciego o tenías algún defecto, eso se debía al pecado. Pero Jesús dijo que el énfasis no se encontraba allí. Esa no es la base de la que estoy hablando.

Cuando los vecinos de este hombre debatían entre sí, ¿es este realmente nuestro prójimo? Hubo un debate entre ellos y hubo un debate entre los fariseos. Entonces contactaron también a sus padres, y los padres reconocieron que era su hijo el que había sido sanado. Y ahora podía ver.

Pero para evitar cualquier disputa con los fariseos, dijeron simplemente: Vayan a preguntarle, porque ya tiene suficiente edad. Pero para Jesús, no tenía que ver con esto. Era reconocer que pronto, el tiempo se acabaría. Él no tendría tiempo de hacer lo que quería. Y mientras aún era de día, Jesús aprovechó la oportunidad. Aprovechó el momento para hablar de su Padre, para manifestar el amor de su Padre.

Hoy enfatizo, Dios ha dado a cada uno un período de 24 horas. ¿Cómo estás usando el tiempo que Dios te ha dado? ¿Estás usando tu tiempo sabiamente, para animar a alguien para el progreso del Reino de Dios? ¿Para compartir un sentido de esperanza? 

Hoy te insto a reconocer ese tiempo, y esa es mi oración. Al igual que Jesús, declararemos que tenemos que hacer las obras del que nos envió mientras aún es de día, porque viene la noche, cuando ya nadie podrá trabajar. Dediquémonos a hacer las obras del Señor.

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