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Un grupo de reúne para la iniciativa de Evangelismo Urbano, durante la Conferencia de AYC Australia 2024 en Melbourne, Australia, el 27 de enero. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

El programa sabático en la Conferencia de AYC incluyó contacto personal con los residentes.

4 de febrero de 2024 | Melbourne, Australia | Marcos Paseggi, Adventist Review

“Jamás subestimen la importancia de uno de estos volantes”, dice Chris Guo mientras distribuye cientos de invitaciones multicolores a reuniones sobre profecía a un grupo de voluntarios adventistas que asisten a la Conferencia de Jóvenes Adventistas por Cristo (AYC) 2024 en Melbourne, Australia. Guo está coordinando el equipo de Evangelismo Urbano Oeste, una de varias opciones misioneras del pasado 27 de enero para miembros y partidarios de AYC de todas las edades.

El plan es simple: ir a un suburbio oeste, tocar las puertas y hablar con las personas, invitándolas a reuniones sobre profecía una semana después en un centro comunitario cercano.

“Recuerden enfatizar que las reuniones se llevarán a cabo en el vecindario, cerca de sus hogares”, dice Guo a los entusiastas participantes, entre los que hay niños, adultos y voluntarios de más edad y cabellos canosos. “Y que habrá comida gratuita”.

Jan-Harry Cabungcal comparte su experiencia, detallando la manera en que Dios lo guio para que pasara de una vida cómoda como científico en Suiza para llegar a ser un misionero de Radio Mundial Adventista. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

El poder de una invitación personal

Guo, uno de los pastores del Centro Adventista Gateway local, sabe de qué está hablando. Como estudiante universitario extranjero en 2010, encontró una de esas invitaciones en su buzón de correos. “La frase ‘comida gratuita’ sobresalía en el mensaje”, cuenta con una sonrisa. “Por ello, fui y asistí a las reuniones, disfruté de una sabrosa comida vegetariana, me hice de nuevos amigos, y aprendí sobre las profecías bíblicas”. Guo terminó tomando estudios bíblicos, fue bautizado, y unos años después fue al seminario teológico para prepararse para el ministerio. “Hoy soy pastor como resultado de ese volante en mi buzón, una comida gratuita y la profecía bíblica”, dice.

El sábado 27 de enero por la tarde, los asistentes de AYC podían escoger entre varias opciones misioneras. Mientras un grupo fue al oeste a compartir las invitaciones, otro se dirigió al este. Otro grupo viajó hasta un hogar de anciano para ministrar a los residentes, mientras que un cuarto grupo visitó el Centro de Bienestar WeExplore, un centro comunitario que trabaja junto con Gateway. Cada grupo abordó un autobús desde la sede de la conferencia y pasó parte de la tarde conectándose con otras personas.

El lugar más feliz donde se puede estar

El programa comenzó por la mañana con momentos de alabanza, estudio de la Biblia y testimonios. Miembros de iglesias adventistas locales de Melbourne se sumaron a cientos de asistentes de AYC para cantar, orar y reflexionar.

Una líder de grupo reúne a voluntarios para visitar un hogar de anciano, una de las opciones misioneras durante la Conferencia de AYC el pasado 27 de enero. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Jan-Harry Cabungcal, un científico que ha ganado premios, contó cómo Dios los guio a él y su familia de una vida cómoda en Suiza para que llegara a ser misionero de Radio Mundial Adventista.

“No sabíamos bien qué hacer cuando sentimos el llamado a la misión”, dijo Cabungcal. “Pero el llamado fue claro. ‘¡Vayan!’, escuchamos”. Los Cabungcal se reestablecieron en las Filipinas y pasaron meses conectándose y sirviendo a otras personas. Cabungcal comenzó a ofrecer estudios bíblicos a los vecinos, mientras que su esposa, que es médica, se ocupaba de sus necesidades físicas. Finalmente se puso en contacto con Radio Mundial Adventista. Ahora disfruta de participar en diversas iniciativas de evangelización en diversas partes del mundo.

“Cada vez que se encuentren en un cruce de caminos, pregunten: ‘¿Qué camino tomo, Señor?’ Porque el lugar más feliz donde se puede estar es donde Dios los quiera”, dijo Cabungcal.

Un par de voluntarios sale para cubrir su territorio, hablando con las personas de la comunidad e invitándolos a reuniones. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

El gozo de obedecer a Dios

Entonces fue turno del orador invitado Shane Anderson, pastor de la iglesia Pioneer Memorial de la Universidad Andrews, presentó el tercero de cinco elementos claves que, según él, puede ayudar a que los seguidores de Jesús cultiven una relación fructífera más cercana con él.

“Si queremos tener una relación más profunda y significativa con Cristo, tenemos que […] obedecerle”, dijo Anderson. “A menudo, no se percibe la obediencia como algo bueno”.

Anderson advirtió que hay un tipo de obediencia que no lleva a una relación más profunda con Cristo. Los fariseos del tiempo de Jesús son ejemplo de ello. Pero la obediencia que indica la Biblia es diferente. Basándose en el ejemplo de la vida de John Wesley según lo describe Elena G. White en el libro El conflicto de los siglos, Anderson explicó que cuando aceptamos a Jesús y lo amamos, la obediencia no es “la base sino el resultado de la fe, no la raíz sino el fruto de la santidad”. Leyó: “La gracia de Dios en Cristo es el fundamento de la esperanza cristiana, y dicha gracia debe manifestarse en obediencia” (p. 261).

Los voluntarios se encontraron con los vecinos, se ofrecieron a orar con ellos, y los invitaron a reuniones en un Centro Comunitario local en el oeste de Melbourne. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

El gozo de la testificación

Por la tarde, el grupo de Evangelismo Urbano se dirigió a un centro comunitario en el oeste de la ciudad, recibieron mapas y direcciones, oraron y salieron en parejas para caminar por el barrio. Un par de horas después, regresaron, cansados de caminar, pero con amplias sonrisas y un sentido del deber cumplido. Con animados gestos, compartieron sus experiencias.

“Sé que a algunos de ustedes les cerraron la puerta en la cara, pero está bien”, comenta una de las líderes de los voluntarios. “Todos hemos pasado por eso. Pero también nos hemos encontrado con personas hermosas, que parecían estar esperando que alguien llegara a hablar con ellos”, dice.

Pronto comenzaron a sumarse las historias de encuentros significativos con los residentes. La mayoría de las personas se mostró amigable y hasta aceptaron de buena gana cuando un joven voluntario se ofreció a orar por ellos. Otros les hicieron preguntas, ansiosos por saber más sobre las reuniones y las creencias de los que tocaron a sus puertas.

El grupo de voluntarios regresó a la sede del evento entonando cánticos de gratitud y alabanza. “Nada me falta, pues todo provees, ¡grande, Señor, ¡es tu fidelidad!,” cantaban.

Traducción de Marcos Paseggi

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