La importancia fundamental del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo

5 de marzo de 2024 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | John Peckham, Adventist Review

¿Es la luz una onda o una partícula? En cierto sentido, la luz se comporta como una onda, y pero en otros, la luz se comporta como una partícula. ¿Cómo pueden verdad ser ambas cosas? Los científicos luchan por encontrar sentido a este tema.

¿Se ha preguntado usted alguna vez cómo Dios puede ser uno y tres? Si es así, se ha preguntado cómo puede tener sentido la doctrina de la Trinidad. Este artículo se ocupa de esta pregunta y de la cuestión aún mayor: saber por qué es importante, es decir, por qué explorar la Trinidad es de importancia fundamental para toda nuestra fe y práctica.

La doctrina bíblica básica de la Trinidad

En mi último artícuo de “El Discipulado de la Mente”, vimos que las Escrituras enseñan la doctrina básica de la Trinidad: Hay un solo Dios, y Dios es tres personas divinas plenamente diferentes.1

Expresado en tres puntos:

1. Hay un solo Dios (por ej., Deut. 4:35, 39; 6:4; Sant. 2:19; Juan 5:44).

2. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son, cada uno de ellos, (plenamente) divinos (por ej., Hech. 5:3, 4; Heb. 9:14; 1 Cor. 2:10, 11; Juan 1:1-3; 8:58; 20:28; Col. 2:9; Heb. 1:2, 3, 8).

3. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son personas diferentes (por ej., Efe. 4:30; 1 Cor. 2:11; 12:11; Juan 14:26; 15:26; cf. Mat. 3:16, 17; 28:19).

Estos tres puntos, que son enseñados en repetidas ocasiones por las Escrituras, representan la doctrina básica de la Trinidad.

¿Cómo puede Dios ser uno y tres?

¿Pero, acaso la enseñanza de que Dios es uno y que Dios es tres personas no representa una contradicción? No. Esto solo sería contradictorio si afirmáramos que Dios es uno y tres de la misma manera.

Piense en un trébol de tres hojas. Es solo un trébol, pero tiene tres hojas. Un trébol de tres hojas, entonces, es uno y tres de maneras diferentes. Esto no representa una contradicción. No quiero sugerir aquí que la Trinidad es una y tres de la misma manera que un trébol de tres hojas. Todas las analogías de la Trinidad son inadecuadas porque Dios, como Creador, es incalculablemente más grande que cualquier realidad de sus criaturas. Menciono el trébol de tres hojas solo para mostrar que algo puede ser uno y tres de maneras diferentes y sin ninguna contradicción. Según las Escrituras, Dios es uno con el sentido de ser un Dios, y tres en el sentido de ser tres personas. Las tres personas están unidas como un Dios.

No obstante, podría preguntarse usted, ¿cómo están unidos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? La Biblia no nos lo dice directamente. Dios está mucho más allá de nuestra comprensión. Solo conocemos a Dios por medio de lo que él ha elegido revelarnos (véase Deut. 29:29). Debido a ello, es mejor no especular más allá de lo que Dios ha revelado.

La Biblia sí enseña, sin embargo, que hay un solo Dios y que Dios es tres personas divinas plenamente diferentes. Precisamente, ¿cómo es esto así? No afirmo saberlo. Tampoco sé cómo es que Dios es eterno o todopoderoso. ¿Y usted? Por supuesto que no. Pero no necesitamos saber de qué manera Dios es eterno y todopoderoso para creer y afirmar que Dios es eterno y todopoderoso. Creo en estas enseñanzas porque las Escrituras nos enseñan que Dios es eterno (Sal. 90:2; 1 Tim. 1:17) y todopoderoso (Jer. 32:17; Apoc. 19:6). Aun si estas enseñanzas están más allá de nuestra limitada comprensión humana, creer y afirmar estas cosas no implica ninguna contradicción. Hay algo de misterio aquí, pero no una contradicción.

Como se destacó antes, aun los pensadores humanos más brillantes no logran comprender cómo hallar sentido en el hecho de que la luz a veces parece comportarse como una onda y en otras ocasiones actúa como una partícula. Por ello, no debería sorprendernos no poder comprender plenamente la naturaleza de Dios. Como Creador de todas las cosas, Dios trasciende todas las limitaciones de sus criaturas (Sal. 145:3; Isa. 55:9) y está más allá de toda concepción del ser que nos resulte familiar.

Uno podría verse tentado a tratar de colocar a Dios en una caja conceptual: para limitar lo que es verdad sobre Dios y lo que actualmente comprendemos. Pero eso sería un gran error si queremos conocer al Dios viviente de la Biblia. Dios siempre es más grande que incluso nuestra mejor comprensión de él. Por ello, las cosas que creemos de Dios, no deberían basarse en lo que yo creo haber comprendido según mi exigua “sabiduría” humana, sino que deberían basarse en lo que es mucho mayor que mí mismo o que mi comprensión: lo que Dios ha revelado en las Escrituras.

Como lo expresó en cierta ocasión Juan Wesley: “Creo […] que Dios es Tres y Uno. Pero de qué manera, eso no lo comprendo”. A pesar de ello, “¿no sería absurdo […] negar ese hecho solo porque no comprendo de qué manera sucede? Es decir, rechazar lo que Dios ha revelado, porque no comprendo lo que él no ha revelado?”2

¿Por qué es importante la doctrina de la Trinidad?

No obstante, ¿por qué esto es importante? ¿Qué diferencia hace en nuestra fe y práctica? Enumeraré solo siete maneras en que la Trinidad es fundamental para nuestra fe y práctica. La Trinidad es importante porque:

1. La verdad bíblica es importante, y es importante a quién adoramos.

Solo Dios es digno de adoración (por ej., Éx. 34:14; Mat. 4:10). Si Cristo no es Dios, es una blasfemia adorar a Cristo, y el cristianismo es completamente falso. Pero Cristo es Dios y el Padre mismo ordena que las criaturas adoren a Cristo (Heb. 1:6).

2. La identidad de Cristo es fundamental para nuestra fe y práctica.

No podemos ser cristianos sin seguir a Cristo. Si no sabemos la verdad sobre la divinidad de Jesús, no podemos responder por nosotros mismos la pregunta tan importante que hizo Jesús: “¿Quién decís que soy yo?” (Mat. 16:15). No es coincidencia que el enemigo ataca específicamente la doctrina de la Trinidad y la divinidad de Cristo. La pregunta de quién es digno de adoración es fundamental para el tema del gran conflicto.

3. La identidad del Espíritu Santo es fundamental para nuestra fe y práctica.

La identidad del Espíritu Santo es inseparable del papel fundamental del Espíritu en el plan de salvación. Jesús prometió que él y el Padre enviarían al Espíritu Santo como otro “Ayudador” o defensor en lugar de Cristo (Juan 14:16, 17; 15:26). Pero el Espíritu Santo podía ser otro abogado como lo es Cristo si él también es plenamente divino.

Además de ello, no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu “intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Rom. 8:26). Solo alguien que es Dios podía interceder por nosotros de esta manera. Y el Espíritu Santo inspiró las Escrituras, sin las cuales sabríamos muy poco de Dios. Pero ¿quién podría conocer las cosas de Dios excepto el Espíritu de Dios (véase 1 Cor. 2:11)? De estas y muchas otras maneras, la identidad del Espíritu Santo es fundamental para nuestra conexión con Dios.3

4. El plan de salvación no podría tener sentido alguno de no ser por la Trindiad.

Solo Uno que Dios y al mismo tiempo humano podía reconciliar a Dios y los seres humanos. Y si Cristo no es Dios, la crucifixión era meramente un sacrificio humano, similar al sacrificio infantil de los paganos. En lugar de brindar la revelación última del amor y la justicia de Dios (Rom. 3:25, 26; 5:8), la cruz solo revelaría la peor clase de injusticia. Pero Cristo es Dios, y por ello, Dios (en Cristo) escogió entregarse por nosotros (véase Juan 10:18; Gál. 2:2). Dios “no ha requerido un sacrificio humano; él mismo ha llegado a ser el sacrificio humano”.4 De esta y otras maneras, la historia misma de la redención (la manera en que Dios nos salva en este gran conflicto) solo tiene sentido si Dios es Padre, Hijo y Espíritu.

5. Dios es amor.

“Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8). Pero la entrega que hizo Cristo de su vida por nosotros podía brindar la demostración última del amor de Dios solo si Cristo es Dios. Y, escribió Pablo, “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (vers. 5). Pero el Espíritu Santo podía derramar el amor sobre nuestros corazones solo si es Dios. De esta y otras maneras (véase, por ej., Juan 10:18), el amor mismo está cimentado en la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

6. La Trinidad halla sentido en cómo Dios pudo crear libremente este mundo.

La Trinidad explica cómo Dios pudo ser amor aun antes de la creación del mundo. Piense en ello. Antes de que Dios creara el mundo, no había nada más que Dios. ¿Cómo, entonces, puede ser que Dios sea amor (1 Juan 4:8, 16)? Antes de que el mundo fuera, ¿a quién amaba Dios? Si no había nadie ni nada para amar, ¿cómo podía Dios ser amor?

Si, por otro lado, Dios es más que una persona, entonces Dios podía disfrutar del amor dentro de la Trinidad antes de que la creación existiera. Antes de que el mundo fuera, el Padre amó al Hijo y el Espíritu, el Espíritu amor al Hijo y el Padre, y el Hijo amó al Espíritu y al Padre.

Dios no necesitaba crear al mundo. Dios no necesita nada (Hech. 17:25). Pero Dios creó libremente el mundo como manifestación de su amor, a pesar de saber lo que le costaría. Su creación de este mundo, a pesar del costo incalculable para sí mismo, fue una decisión libre. Dios es por ello que es “digno […] de recibir la gloria, la honra y el poder,” porque él creó “todas las cosas, y por [su] voluntad existen y fueron creadas” (Apoc. 4:11).

7. La identidad de Dios afecta profundamente nuestra relación con Dios.

Comprender la identidad de Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo afecta profundamente nuestra relación con Dios. Los tipos de relaciones que tenemos dependen de la naturaleza de los involucrados. Me intereso en Brenda, Joel, Lucy y Bo. Tengo un tipo singular de amor, sin embargo, por Brenda, que es mi esposa, y otro tipo singular de amor por Joel, mi hijo, y un tipo de afecto muy diferente por Lucy y Bo, nuestros dos gatos.

Lo que es mucho más, la naturaleza de Dios tiene un impacto dramático sobre la manera en que podemos y deberíamos relacionarnos con Dios y con todos los demás. De esta y muchas otras maneras, la doctrina de la Trinidad no constituye un rompecabezas teológico no pertinente, sino que es central a todas las cosas. Dios es amor, Y lo sorprendente es que se nos invita a ingresar a una relación de amor con el único Dios verdadero, que es amor (Padre, Hijo y Espíritu Santo, la Trinidad de amor), cuyo amor constante dura para siempre.

Conclusión

Hay tanto más que decir sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Somos hemos comenzado a raspar la superficie. De las cosas que hizo Jesús solo durante su ministerio terrenal, Juan escribió: “Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25).

Esto debería recordarnos cuánto más hay por saber, más de lo que podemos imaginar. Reconocer esto debería llevarnos a ser humildes respecto de nuestra propia “sabiduría” y comprometernos más a estudiar y aferrarnos a lo que Dios ha revelado sobre él mismo en las Escrituras.

1 Véase John Peckham, “Is the Trinity Biblical? The Trinity Doctrine in Three Points”, Adventist Review, Febrero 2024, pp. 56-59. Véase, asimismo, John C. Peckham, God With Us: An Introduction to Adventist Theology (Berrien Springs, Mich.: Andrews University Press, 2023), cáp. 4-6.

2 John Wesley, “On the Trinity”, en The Works of John Wesley (Albany, Oreg.: Ages, 1997), pp. 220, 221.

3 Por más sobre las obras del Espíritu Santo, véase Peckham, God With Us, cap. 5.

4 Fleming Rutledge, And God Spoke to Abraham: Preaching From the Old Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 2011), p. 302.

John Peckham
John Peckham es editor asociado de Adventist Review y profesor de investigación en teología y filosofía cristiana de la Universidad Andrews.

Traducción de Marcos Paseggi

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