La Escuela de Ciencias y Trastornos de la Comunicación, de la Universidad Andrews, lleva a cabo viaje misionero a Jamaica

3 de septiembre de 2024 | Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos | Kaara Harris, Lake Union Herald

Un grupo de estudiantes y facultad de la Escuela de Ciencias y Trastornos de la Comunicación, de la Universidad Andrews (SCSD) llevó a cabo su primer viaje de servicio internacional a Jamaica este año, del 30 de mayo al 14 de junio.

El equipo, compuesto de 31 profesionales del ramo de atención a la salud y alumnos graduados de logopedia o patología del habla y lenguaje, de la Universidad Andrews, en Berrien Springs, Míchigan, Estados Unidos, proveyó muy necesitados servicios de lenguaje, cognitivos, de deglución y de audición, a más de 200 estudiantes de la Escuela de Educación Especial Llandilo.

Un grupo de estudiantes y facultad de la Escuela de Ciencias y Trastornos de la Comunicación, de la Universidad Andrews, llevó a cabo su primer viaje de servicio internacional a Jamaica para apoyar a personas con discapacidades. [Imagen: Andrews University]

Aunque se trató de un viaje de servicio, este proyecto continúa manteniendo en vivo el legado de John N. Andrews, quien se embarcó como el primer misionero adventista hace 150 años, dijeron los organizadores.

La idea acerca de este viaje comenzó en 2019, cuando Heather Ferguson, ex directora de la SCSD y profesora asociada, se reunió con el entonces director de las escuelas Llandilo durante una visita a la isla.

“Mis padres nacieron ambos en Jamaica … y sentí que deseaba ser capaz de retribuir y prestar servicios en alguna parte”, dijo la profesora Ferguson.

La necesidad

Heather Ferguson, ahora una preboste asociada de educación universitaria y de posgrado en la Universidad AdventHealth, en Florida, se enteró de que había una urgente necesidad de recursos en Jamaica. Familias con hijos con trastornos del habla y lenguaje carecían de acceso consistente y asequible.

“Lo que llamamos servicios de apoyo, tales como servicios de habla y lenguaje … terapia física y terapia conductual para problemas de autismo, todo ello se paga en forma privada ahí”, dijo. Y con la pobreza reinante, la mayoría de las personas no pueden sufragarlos”.

El equipo de la Universidad sirviendo a un estudiante. [Imagen: Andrews University]

En una isla con 2.8 millones de habitantes, hay solamente nueve patólogos del habla y lenguaje y su enfoque se dirige a personas adultas, dijo la profesora Ferguson, mientras que en los Estados Unidos, estos servicios de apoyo pueden ser parte de una experiencia educacional integradora.

Aproximadamente un 15 por ciento de jamaiquinos viven con una discapacidad, de acuerdo a un estimado de gobierno. La falta de recursos educacionales especializados, particularmente en zonas rurales, puede tener un impacto negativo, de acuerdo al Proyecto Borgen.

“Si un niño tiene esos trastornos y no puede comunicarse o entender, hay ahí un alto nivel de frustración”, dijo Brynja Davis, profesora asistente de patología del habla y lenguaje de AU. “La falta de involucración puede significar que los estudiantes jueguen juegos o duerman todo el día en clase”, añadió.

“Otro triste resultado es una impotencia aprendida”, dijo Sue Mondak, profesora asociada y directora de la clínica in situ. “Ellos simplemente se rinden a la idea de tratar de comunicarse.

Educadores, familias y niños hacen lo que se puede. Y ahí es donde el grupo del viaje de servicio de Andrews trató de ayudar.

Cómo prestaron sus servicios

El grupo se dividió en equipos durante ocho días de servicio en los diferentes sitios Llandilo —el campus principal de la escuela, el Centre Lucea y el Centro de Aprendizaje Montego Bay.

Los equipos examinaron aspectos de lenguaje, articulación, voz, deglución y comunicación básica, a fin de obtener un punto de referencia acerca de lo que los niños y jóvenes desde el nacimiento hasta 21 años, podían y no podían hacer. Trabajaron también con maestros en sus aulas de clase para mostrar formas de facilitar o provocar comunicación.

Tres de los miembros del equipo que participaron en el viaje misionero a Jamaica. [Imagen: Andrews University]

Los días completos de labor incluyeron descansos para conectarse con los estudiantes, dijo Tammy Shilling, profesora asociada y directora interina de SCSD.

“Llevamos un paracaídas y a los niños les encantó el paracaídas,”, dijo la profesora Shilling. “Nos enseñaron a jugar cricket. A ellos les encanta bailar. Una de nuestras jóvenes trajo un ukulele y oh, a los niños les encantó”.

Cuando no estaban en los sitios acordados ayudando a los niños y maestros, los miembros del grupo participaron en los servicios de iglesia locales el sábado.

Desafíos

Sin embargo, cuando el grupo comenzó a examinar, los miembros del equipo se dieron cuenta de que había mucho más por hacer de lo que habían anticipado, con muchos estudiantes que no hablaban o se comunicaban verbalmente, dijo la profesora Ferguson. Para atender esta necesidad inmediata, utilizaron aplicaciones en tabletas y crearon e imprimieron en sus cuartos de hotel, cuadros o tarjetas de comunicación para suplementar los materiales que habían traído. El equipo se encontró también con una amplia gama de trastornos y diagnosis más severas de lo que habían esperado.

“Les advertimos a nuestros estudiantes que debían ser flexibles”, dijo la profesora Mondak. Aunque ella trabajó con casos de intervención temprana, con edades desde el nacimiento hasta 5 años en el sitio señalado en Montego Bay, también se encontró con estudiantes de más edad con severa parálisis cerebral y autismo no verbal, que nunca habían sido vistos por un terapeuta ocupacional o físico (Una intervención por demás común en los Estados Unidos), lo cual hacía difícil la examinación.

El grupo tuvo también qué contender con clausuras debido a condiciones fuera de su control, incluyendo inundación y una huelga de taxistas, lo cual significó que había días en los que solamente se aparecían un puñado de estudiantes. El largo viaje hasta los sitios, el ritmo del trabajo y el calor, también se cobraron su precio, lo que llevó a enfermedades entre los miembros del grupo.

Los estudiantes y facultad de la Escuela de Ciencias y Trastornos de la Comunicación, de la Universidad Andrews, buscaron formas de apoyar a las personas con discapacidades del habla en Jamaica. [Imagen: Andrews University]

Bendiciones

A pesar de los desafíos, el grupo pudo ver la mano de Dios intervenir en varias formas durante el viaje.

En el viaje de regreso en autobús del plantel Llandilo, cierta tarde, “escuchamos de pronto un estallido, luego un ruido sordo; y todos supimos que algo no andaba bien”. El conductor se hizo a un lado de la vía y encontró un neumático desinflado. Se buscó un taller de reparación, pero era siempre el mismo problema —el autobús era muy grande y los talleres no tenían las herramientas para arreglar o remplazar la llanta o neumático. Al acercarse a la escuela Lucea, el conductor, que era también pastor, vio a un hombre que él conocía, sentado a un lado del camino. “El hombre dijo: ‘Tengo un camión y un gato. Puedo alzar tu camión y ayudarte a cambiar tu neumático’” recuerda haber escuchado la profesora Mondak. El conductor acompañó al grupo hasta la escuela Lucea, en donde esperaron hasta que se hizo la reparación.

“Este fue ciertamente un milagro, porque éramos aproximadamente un grupo de 20 personas en el autobús. Habríamos tenido que salir del lado de la vía, con una temperatura de 90°F y un cien por ciento de humedad … no una opción segura. Así que Dios trajo a este hombre que el pastor conocía y que estaba tan cerca de la escuela”, dijo la profesora Mondak. El grupo pudo incluso ayudar a los niños de la escuela Lucea mientras esperaba. “Esa fue una bendición. Dios protegió y Dios bendijo”.

En otra ocasión, durante un examen de pérdida de audición, Rhonda Tomenko, profesora asistente de audiología, encendió su equipo y le apareció el mensaje “pump error” (problema mecánico o eléctrico), el cual nunca había visto antes. La profesora Tomenko y su estudiante asistente trataron frenéticamente de hacer trabajar la máquina de nuevo. Buscaron instrucciones en línea, remplazaron las baterías y encendieron la máquina de nuevo; pero nada funcionó.

“Finalmente, me dije: ¿Por qué no estoy simplemente orando por esto? Así que dije rápidamente ‘por favor, Señor, necesitamos que esto funcione. Por favor haz que funcione’. Y al siguiente instante, la pantalla de prueba estaba lista para examinar. Y yo solo dije en mi pensamiento: ‘Gracias, muchas gracias, Señor, porque necesitamos que esto funcione hoy’”, dijo la profesora Tomenko.

En el último día del viaje, el grupo SCSD tuvo a su cargo un taller de trabajo que cubrió varios tópicos. Estuvo abierto a educadores, administradores y padres de niños con necesidades especiales y al que asistieron más de 100 personas, las cuales recibieron con entusiasmo las presentaciones.

Una oportunidad única

Todo el conjunto actual de estudiantes de posgrado fue a este viaje no deseando perder la oportunidad de trabajar con una población única.

Para Brianna Back, el viaje destacó aquello que la atrajo a esta rama de servicio. “He podido ver la forma como se ve una comunidad cuando no cuenta con el apoyo y educación para los padres y familias. Y he podido ver la forma en que eso afecta a sus hijos. Aquí en los Estados Unidos contamos con mucho apoyo.… Así que, he tenido la oportunidad de ir a un lugar en donde no se cuenta con esos recursos … tal vez podemos captar la atención de otras personas que pueden establecer algo permanente para ellos”.

Recepción

Desde los exámenes realizados en las escuelas, hasta el taller de trabajo informativo, todas las actividades tuvieron una respuesta de la comunidad muy positiva. Los padres lo apreciaron en forma particular, dijo la profesora Mondak. Estuvieron dispuestos a venir desde varios kilómetros y esperar lo que fuera necesario con sus hijos pequeños bajo el gran calor. Agradecieron mucho cualquier información, [preguntando:] ‘¿Nos seguirán enviando información hasta que regresen el año entrante?’ ”

También los estudiantes y educadores fueron muy receptivos. “Lo que más me llamó la atención fue cuán rápido nuestros estudiantes pudieron conectarse con esos estudiantes. Los niños se enamoraron de nuestros estudiantes”, dijo la profesora Ferguson. “Los maestros pudieron rápidamente confiar en el equipo ¡y se abrieron tanto a nosotros!”

¿Qué viene después?

Dos semanas de ayuda no van a remediar la falta de servicios en favor de esos niños; pero el grupo SCSD piensa que este viaje ha dejado plantadas semillas que van a dar fruto.

“Esto es algo a lo que fuimos con esperanza de algo sostenible”, dijo la profesora Ferguson. “El poder regresar y edificar sobre lo que acabamos de iniciar”, incluyendo la elaboración de módulos de entrenamiento a través de los cuales los maestros puedan aprender acerca de un tópico específico.

“Ellos ya de una vez nos han preguntado: ‘¿Van a regresar y, cuándo?, dijo la profesora Shilling.

El personal de la SCSD está discutiendo planes de retorno, pensados de acuerdo a lo que han aprendido en este viaje, incluyendo potencialmente el trabajar juntamente con otros departamentos de la universidad para apoyo adicional.

Por ahora, el grupo se siente agradecido porque fueron capaces de ayudar a estudiantes desfavorecidos, maestros sobrecargados y padres agradecidos.

“Te hace tan feliz saber que has hecho una diferencia en la vida de alguien”, dijo la profesora Tomenko.

La versión original de esta historia la publicó Lake Union Herald.

Traducción – Gloria A. Castrejón

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