Alexa Romero dice que Dios la sanó y la guio hacia un nuevo propósito.

8 de noviembre de 2024 | Montemorelos, Nuevo León, México | Laura Marrero, Universidad de Montemorelos

En 2021, Alexa Romero, de Chetumal, Quintana Roo, México, estudiante de la Universidad de Montemorelos, enfrentó una crisis de salud que no solo cambió su vida, sino que también profundizó su fe.

La historia comenzó durante el tercer semestre de la escuela secundaria de Alexa, mientras ella tomaba clases en línea. Un día, su profesor la llamó múltiples veces, pero ella no pudo escuchar ni responder. A esa confusión le siguieron dolores de cabeza frecuentes, vértigo y pérdida de la memoria, lo que pronto se convirtió en una lucha diaria.

Alexa Romero aparece sentada hace poco con su guitarra en el campus de la Universidad de Montemorelos, en México. [Fotografía: Lisandra Vicente/Universidad de Montemorelos]

“Estaba en la iglesia, contando la historia de los niños, cuando de pronto ya no sabía lo que estaba haciendo allí, o por qué los niños estaban sentados delante de mí. Fue aterrador”, recuerda Alexa. Junto con sus problemas de memoria, comenzó a sufrir problemas de visión y movilidad. Lo que en un comienzo había parecido una migraña severa terminó siendo algo mucho más serio.

Después de varios exámenes y consultas médicas, Alexa, que por entonces solo tenía 16 años, recibió un diagnóstico devastador: tenía un tumor cerebral. Los médicos le advirtieron que, si no era operada inmediatamente, perdería la visión de manera permanentemente. Ante esa terrible posibilidad, Alexa halló fuerzas y refugio en su fe. “Sabía que tenía solo dos opciones: confiar en Dios o luchar sola, y luchar sola nunca había sido una opción”, dijo.

El tumor estaba vinculado con un desequilibrio hormonal extremo, dado que sus niveles de prolactina excedían por lejos los niveles normales. Aunque los médicos insistían en operarla, una endocrinóloga de Cancún, que revisó su caso, sugirió un tratamiento con cabergolina. La cabergolina ayuda a reducir los niveles de prolactina en sangre. A pesar del riesgo de perder la vista, Alexa decidió poner su confianza en este enfoque no invasivo.

Las semanas que siguieron fueron una montaña rusa emocional. Aunque sus síntomas mejoraron, no recuperaba la visión. Pero en enero de 2022, durante un culto de familia, sucedió algo extraordinario. En una oración sumamente personal, Alexa se entregó por completo a la voluntad de Dios. “Le dije a Dios que, si su plan era que yo fuera ciega, lo aceptaría y le serviría con gozo. Pero que si no era su voluntad, le pedí que pudiera recuperar la vista”, cuenta. Al terminar su oración, sucedió algo milagroso: cuando abrió los ojos, su visión fue restaurada por completo. “¡Vi a mi mamá, a mi hermano, y a hasta un ratón corriendo por la habitación! ¡Dios me había devuelto la vista!”

Alexa, su hermano y sus padres. [Fotografía: cortesía de Alexa Romero]

La noticia dejó a todos atónitos, incluida a su doctora, que no podía explicar cómo es que el tumor se había achicado tanto. Con la vista restaurada, Alexa no solo continuó con su tratamiento, sino que abrazó un nuevo propósito: servir a Dios por medio de la música. Aunque en un comienzo había planeado seguir una carrera en fisioterapia, un encuentro providencial con personal de la Universidad de Montemorelos la ayudó a darse cuenta de que su verdadera pasión era la música. En menos de tres meses, completó los exámenes de ingreso y todos los requisitos necesarios, para finalmente ser aceptada al programa musical de la universidad.

A pesar de ello, sus desafíos no terminaron allí. A comienzos de 2023, Alexa experimentó otro revés cuando los síntomas regresaron. Se desmayó otra vez, esta vez en su habitación en la residencia estudiantil. Aunque el tumor se había reducido, le causó una lesión cerebral. No obstante, a pesar de los desafíos la fe y la determinación de Alexa siguió inamovible. Después de recibir tratamiento, se estabilizó una vez más. “Estoy tan agradecida a Dios. Sé que él tiene un plan para mí, y aprovecho al máximo cada oportunidad que tengo aquí en la universidad”, dice con una sonrisa.

A pesar de los muchos obstáculos que ha enfrentado, Alexa sigue creyendo firmemente que su vida está en manos de Dios. Y mientras siguen con un estricto control de su salud, su pasión por la música y su deseo de servir a otros solo se ha hecho más fuerte. De vender paletas en Chetumal hasta costearse los estudios e inspirar a los que la rodean con su historia, Alexa vive cada día como un testamento vivo de la sinfonía de fe que ha escogido seguir.
Today, la experiencia de Alexa en la Universidad de Montemorelos es un testimonio poderoso del poder transformador de los milagros y la fe. Aunque sus desafíos de salud le impiden dedicarse plenamente al colportaje, siente un fuerte llamado a hacerlo, y se está preparando para compartir el amor de Dios por medio de su testimonio en la próxima campaña de colportaje en el campus.

Traducción de Marcos Paseggi

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