Créase o no, hay algo más importante en el adventismo que su historia o sus Creencias Fundamentales.
26 de febrero de 2025 | Greeneville, Tennessee, Estados Unidos | Dawson Stephens
En la convención Generación. Jóvenes. Cristo. (GYC) 2024, la Adventist Review organizó un concurso de redacción. Se invitó a los asistentes a contestar la pregunta siguiente: “¿Qué es lo más relevante del adventismo en la sociedad actual?” La cantidad de palabras utilizadas se limitaba a 500 y no se permitía el uso de inteligencia artificial (IA). Los editores de la Review evaluaron las propuestas y seleccionaron este artículo como el ganador. —Editores
Durante mi crecimiento, eran los libros de autoayuda. Para mis padres, era la música pop. A través del tiempo, el flujo y reflujo de la sociedad trae y se lleva también ondas de interés relevante. Muchos dicen que necesitamos mantenernos al día; pero, ¿de qué manera esto ejerce un impacto en nuestra fe? Después de casi 200 años desde la primera proclamación de nuestro distintivo mensaje, ¿mantiene todavía el adventismo la relevancia que tenía entonces? En una sociedad en la que la gente está perdiendo velozmente su identidad y en la cual el escapismo reina rampante, en la que aumenta el índice de suicidios, en la que el placer, la comodidad y el materialismo son los propósitos principales en la vida, en la que la verdad es relativa y las relaciones se han vuelto inestables, en la que todo mundo está siempre demasiado ocupado, estresado y distraído, ¿qué tiene para ofrecer el adventismo, que sea único y singular?
Bien, algunos podrán decir que tenemos para ofrecer el sábado, el santuario o cualquiera otra de nuestras doctrinas distintivas. Otros podrían decir que tenemos el mensaje de salud y los escritos de Elena G. White. Y aun otros podrían añadir que tenemos la correcta comprensión de la profecía de los 1260 días. Y todo ello es verdadero y crucial. Pero tenemos algo más que ofrecer que simplemente doctrinas, reformas y profecías. Tenemos algo más que una clara comprensión, un mejor estilo de vida o una amistosa reunión en la iglesia en el día correcto.
El adventismo tiene sustancia qué ofrecer, la única cosa de real sustancia. Para una sociedad llena de personas destrozadas, promesas vacías e ideales insatisfechos, el adventismo ofrece una verdadera cosmovisión bíblica y una imagen más completa de Cristo. Para la persona atea, inmersa en el error, tenemos para ofrecer a Cristo como la verdad hecha manifiesta; al estudiante universitario luchando en contra de la depresión y en busca de un propósito, le ofrecemos a Cristo como el propósito de su existencia; a las familias rotas, les ofrecemos a Cristo, el amigo amante que sana los corazones heridos de la humanidad; a los millones de aquellos que luchan con adicciones, les ofrecemos a Cristo, Aquel que libera a los cautivos; a las personas que miran hacia el futuro con temor y desesperanza, les ofrecemos a Cristo, la Roca de refugio; al cansado y agobiado, le ofrecemos a Cristo, el Señor del sábado; a cada tembloroso pecador, le ofrecemos a Cristo, su Salvador personal. Ofrecemos ayuda al indefenso y desamparado, descanso al preocupado, esperanza al descorazonado, poder al impotente. El adventismo es tan relevante, porque nuestras distintivas doctrinas, nuestras reformas y nuestras profecías, todas ellas apuntan a Cristo y lo alzan no solamente como Aquel que murió por nosotros, sino como Aquel que vive siempre para interceder por nosotros; no solamente como Aquel que nos ofrece perdón de la penalidad del pecado, sino como Aquel que nos provee libertad por su poder.
Visto desde esta perspectiva, ¿qué podría ser más relevante que el adventismo? Sin embargo, somos de relevancia para el mundo solamente en la proporción en que les ofrecemos el mensaje de Cristo. Si pareciera que estamos llegando a ser irrelevantes en nuestra sociedad, no es porque la sociedad esté cambiando —es porque nosotros estamos cambiando. Aunque todo lo demás que tenemos es importante, no podemos darnos el lujo de separar nuestras verdades distintivas del Camino, la Verdad y la Vida. No podemos perder de vista la Suma y Sustancia de nuestra fe: “Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor: tal es el tema que debe contemplar el alma”. *
* Elena G. White, El Camino a Cristo, p. 70.
Traducción – Gloria A. Castrejón