Sheila Saíra Mena y su compañera de clase y amiga Elisa Ocaña Gutiérrez sonríen en el Seminario Teológico Adventista de Cuba el 18 de abril. Ambas acaban de terminar su segundo año de estudios teológicos. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Los adventistas cubanos hacen frente a la pérdida de pastores con ministros más jóvenes de ambos sexos.

25 de mayo de 2025 | La Habana, Cuba | Marcos Paseggi, Adventist Review

Las objeciones llegaron desde donde menos las esperaba.

“¿Estás segura de que quieres asistir al seminario adventista?”, le preguntaron los padres de Elisa Ocaña Gutiérrez después de enterarse de que un pastor se había puesto en contacto con ella para sugerirle que siguiera estudios teológicos. “Ustedes saben lo difícil que es para una mujer triunfar en el ministerio”.

Al crecer, Gutiérrez siempre se había sentido feliz de participar activamente en su iglesia local en diversos puestos. Pero ese nuevo plan, tenía que admitirlo, era completamente diferente. “No estamos seguros de que es lo mejor para ti”, le dijeron sus padres. Un poco abatida, le prometió a su familia que lo pensaría y oraría al respecto.

De derecha a izquierda: Sheila Saíra Mena y Elisa Ocaña Gutiérrez saludan al equipo de voluntarios de Maranatha Volunteers International en el Seminario Teológico Adventista de Cuba el 18 de abril. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Ahora, en 2025, solo unos años después, durante un proyecto del ministerio de apoyo Maranatha Volunteers International en el Seminario Teológico Adventista de Cuba, en las afueras de La Habana, Elisa y su compañera de clase y amiga Sheila Saíra Mena sirvieron como intérpretes de español para el grupo de voluntarios. ¿Lo notable? Ambos aprendieron de forma autodidacta y alcanzaron fluidez en inglés viendo películas y cortos y participando en las redes sociales. Y ambas jóvenes dijeron que terminaron en la institución después de sentir que no podían seguir diciendo que no a lo que, sentían, era el llamado de Dios.

La travesía de Gutiérrez y Mena, sin embargo, no fue tan fácil como lo parece en el presente. Hace poco compartieron sus experiencias y desafíos unos días antes de completar el segundo año de estudios teológicos y participar en pasantías ministeriales de verano.

Un llamado durante la recuperación de una cirugía

Mientras crecía en Placetas, Villa Clara, en el centro de Cuba, Gutiérrez nunca pensó que terminaría como estudiante en el seminario. Así que después de que su familia, cuyos consejos respeta, se opusieran a sus planes, Gutiérrez abandonó la idea de seguir estudios teológicos y se registró en la escuela de medicina.

Sin embargo, no mucho tiempo después, se enfermó de gravedad y necesitó una cirugía de emergencia. Después de la exitosa intervención y mientras estaba lejos de la universidad recuperándose, sintió, una vez más, el llamado de Dios. “Seguí dando excusas”, contó Gutiérrez. Sobre todo, razonó, era demasiado tarde en el año para presentar la solicitud.

Elisa Ocaña Gutiérrez ayuda a mover cajas con Biblias para que los voluntarios de Maranatha Volunteers International puedan pintar las paredes del comedor estudiantil de la institución. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Entonces recibió una llamada del seminario. “Este año tendremos una segunda convocatoria para que los estudiantes de teología se postulen”, le dijeron. “Deberías ser parte de ese grupo”.

Gutiérrez regresó a la escuela de medicina y les dijo a sus compañeros de clase que dejaría el programa para ir en cambio a estudiar teología. En cualquier contexto, sería una decisión acaso difícil de entender, pero en el ambiente fuertemente secular e incluso ateo de las universidades de Cuba, fue aún más difícil. “¿Qué te ha pasado?”, se dijeron los profesores a Gutiérrez cuando hizo pública su decisión. “¿Te volviste loca?”

Pero Gutiérrez ya había tomado la decisión. “Escuché que Dios me decía: ‘No hay pérdida conmigo’”, contó Gutiérrez. “Y en verdad —añadió—, no hay mejor cosa que trabajar para él”.

Una llamada repetida durante meses

A unos 320 kilómetros al oeste de Placetas, Mena creció en el seno de una familia de un pastor adventista en La Habana. También le encantaba participar activamente en la iglesia, pero decidió convertirse en maestra. Después de la escuela secundaria, Mena completó estudios en educación especial. Durante todo ese tiempo, sin embargo, no pudo quitarse de encima la sensación de que ese no era su lugar.

Sheila Saíra Mena y Elisa Ocaña Gutiérrez, quienes de manera autodidacta han llegado a hablar inglés con fluidez, sirvieron como intérpretes durante el proyecto de repintado de las instalaciones. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

“Todas las noches durante tres meses sentí claramente que Dios me estaba llamando”, contó Mena. Como hija de pastor, estaba acostumbrada a pasar la mayor parte del sábado en la iglesia, donde asistían a los cultos, comían y disfrutaban de momentos sociales. Pero ahora, por primera vez en su vida, la familia decidió recibir a pastores visitantes para almorzar en su casa. “En el lapso de unas pocas semanas, tres pastores pasaron por nuestra casa”, contó. “Y por alguna razón los tres me dijeron lo mismo: ‘¿Cómo es que no estás estudiando en el seminario?’ Cada uno de ellos no tenía relación cercana con los otros dos, pero cada uno le hizo la misma pregunta por separado.

Finalmente, Mena decidió rendirse y aceptar el llamado de asistir al seminario. Al igual que Gutiérrez, dependió de la convocatoria tardía de ese año y de un apretado calendario de exámenes de ingreso obligatorios. Pero de alguna manera las puertas comenzaron a abrirse, y ambas jóvenes pudieron iniciar sus estudios en el otoño de 2023.

El estado de los estudios ministeriales adventistas en Cuba

Las congregaciones adventistas en crecimiento de Cuba han sentido durante años el impacto de la migración masiva, pero esa tendencia aumentó después de la pandemia de COVID-19, dijo Aldo Pérez, presidente de la Unión Asociación Cubana. Durante los últimos dos años, más de 40 familias de pastores, o una de cada tres, abandonaron la isla. Algunas iglesias están en aprietos, dado que los miembros que se quedan son ancianos o menores de edad.

Los líderes adventistas de Cuba han tomado medidas decisivas para capacitar y movilizar a una nueva generación de ministros jóvenes de ambos sexos. Actualmente hay decenas de mujeres estudiando teología, y hay mujeres liderando congregaciones en toda la isla.

La estudiante de teología Elisa Ocaña Gutiérrez sirvió como intérprete, pero también ayudó a los voluntarios de Maranatha Volunteers International durante su proyecto de abril en el Seminario Teológico Adventista de Cuba en La Habana. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Además de los recursos humanos, otro reto es el financiero, reconoció Pérez. “Antes de la pandemia teníamos estudiantes de 13 países y de varios continentes”, compartió. Solían venir, explicó, atraídos por la calidad del programa a un costo reducido. Los pastores que se graduaron en Cuba ahora están sirviendo no solo en el país, sino también en México y en todo el Caribe, América del Norte e incluso Europa.

Sin embargo, después de la pandemia, el seminario ha incluido en su mayoría solo a estudiantes de Cuba.

Debido a la falta generalizada de alimentos en toda la isla en los últimos años, el seminario adventista pensó que tendría que cerrar sus puertas, informaron recientemente los líderes. Pero al ver los desafíos actuales de la escuela, el ministerio de apoyo Maranatha Volunteers International, que construyó los edificios de la institución a mediados de la década de 1990, se ha apartado de su mandato regular de construir iglesias y escuelas y perforar pozos de agua para financiar el envío de contenedores con alimentos para la institución y distribuirlos entre los miembros necesitados.

Los alimentos enviados por Maranatha han ayudado a alimentar a los noventa jóvenes de ambos sexos que en el año escolar 2024-2025 se han estado preparando para un día pastorear las crecientes congregaciones de Cuba, informaron los líderes del ministerio. “Pensamos que, dado que habíamos invertido millones en este campus, sería mejor que ayudáramos a mantenerlo abierto”, dijo Don Noble, presidente de Maranatha. “Y la única manera de mantener la institución abierta era asegurarse de que los estudiantes tuvieran alimentos que comer”. Los líderes de la iglesia estiman que hasta 150 estudiantes podrían asistir al seminario en 2025-2026.

Maranatha Volunteers International ha financiado contenedores con alimentos básicos que están ayudando a alimentar a los estudiantes del Seminario Teológico Adventista de Cuba y a los miembros de la iglesia necesitados en toda la isla. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Avanzar por la fe

Para Gutiérrez y Mena aún hay muchas preguntas sobre su futuro, pero siguen avanzando por fe, dijeron. Para Gutiérrez, los estudios de hebreo y la teología bíblica, especialmente los profetas, son sus cursos favoritos, contó. A Mena también le encanta el hebreo, al que añade la misionología y la historia de la Reforma como sus favoritos.

“Dios ha sido muy bueno con nosotros”, informó Mena a mediados de mayo. “Últimamente hemos pasado por semanas difíciles de exámenes finales, pero todo ha salido bien”.

Mientras esperan comenzar su tercer año en el otoño, planean mudarse a la casa de unos amigos cerca de Varadero y apoyar a la iglesia adventista de Cárdenas durante los fines de semana que permanezcan en la zona. Su plan es hacerse cargo de todo el programa del sábado en la iglesia local, con un enfoque misionero. “Elisa y yo estaremos a cargo de la Escuela Sabática y probablemente de otros cultos de adoración”, contó Mena. “Serán momentos muy atareados. Pero estamos emocionadas, ¡porque Dios ha sido tan bueno con nosotras!”

Maranatha Volunteers International es un ministerio de apoyo sin fines de lucro que no es operado por la corporación de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Traducción de Marcos Paseggi

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