La historia de fe y perseverancia de Luz Esmeralda inspira a su familia y a otros que sueñan con servir a Dios a través de la salud.
Sept 4, 2025 | Montemorelos, Nuevo Leon, Mexico | Laura Marrero, Universidad de Montemorelos y noticias de la División Interamericana
A los 18 años, Luz Esmeralda de León llegó a la Universidad de Montemorelos (UM) con el sueño de estudiar Medicina para servir a Dios y a las personas. Pero detrás de su sonrisa y determinación se encuentra una historia marcada por milagros, pruebas y una fe que movió a toda su familia a dejarlo todo para apoyarla.
Cuando tenía 13 años, Luz fue diagnosticada con un tumor cerebral. Los médicos no daban esperanzas. Después de la cirugía permaneció 10 días inconsciente, y al despertar, apenas podía moverse. “Me decían que no volvería a caminar ni a hablar”, recuerda su madre, Lucinda González. “Pero como familia nos pusimos en las manos de Dios. Oramos y ayunamos pidiendo fortaleza y que se hiciera Su voluntad”
Luz Esmeralda de León, estudiante de la carrera de Medicina. [Foto: Lisandra Vicente/ Universidad de Montemorelos]
Con esa experiencia, la vida de Luz tomó un rumbo nuevo. Decidió acercarse más a Dios y descubrió en la ciencia y la salud una vocación.
Le pidió a sus padres poder cambiarse y empezar a estudiar en un colegio adventista, aunque esto significaba un gran esfuerzo para ella y sus hermanas. Debían salir del rancho a las 4 de la mañana, caminar hasta alcanzar el transporte y llegar a clases a tiempo, y regresaban hasta el anochecer.
En medio de ese ritmo exigente, Luz descubrió un amor especial por la química y, sumado a su experiencia hospitalaria, tomó la decisión de ser médica. Su meta ahora es llegar a ser neurocirujana para ayudar a quienes pasan por lo mismo que ella vivió.
Pero cumplir ese sueño tampoco sería fácil. Su familia, humilde y trabajadora en Chiapas, sabía que implicaba un gran sacrificio. “No somos profesionistas, mi esposo es campesino y yo ama de casa”, explica su mamá. “Cuando ella me dijo que quería estudiar en la Universidad de Montemorelos, yo le respondí: ‘hija, si hemos llegado hasta aquí con fe, también llegaremos allá’”
Así, sin más que el pasaje y la confianza en Dios, Lucinda emprendió el viaje a Nuevo León con Luz y dos hijas menores, incluída la bebé de apenas un año. Llegaron a la UM sin conocer a nadie, pero con la certeza de que el mismo Dios que los había sostenido en la enfermedad abriría puertas en esta nueva etapa. Su esposo y su otra hija se unirán pronto para seguir acompañando a Esmeralda en su formación.
Hoy, ya como estudiante de primer año de Medicina, Luz mira hacia adelante con esperanza: “Estoy agradecida con mis padres porque lo han dejado todo para apoyarme. Sé que no es fácil, pero Dios tiene el control. Quiero graduarme como médica, servir a otros y compartir el mensaje de fe. Yo siempre digo: si Dios empieza a obrar, Él no deja nada a medias, lo termina”.
Luz y su familia son conscientes de que aún enfrentarán desafíos, sin embargo, mantienen la confianza en el mismo Dios que obró un milagro en su vida. Su historia apenas inicia, pero ya se ha convertido en un testimonio que inspira a otros a creer que la fe puede transformar los sueños en realidades.