Un corazón agradecido no solo eleva el espíritu, sino que también fortalece la mente y el cuerpo.
25 de septiembre de 2025 | Montemorelos, Nuevo León, México | Luis Aguilar, Universidad de Montemorelos
Vivimos en un mundo acelerado, donde los desafíos diarios y las preocupaciones constantes pueden nublar nuestra capacidad de disfrutar de lo que tenemos. En medio de ese ritmo vertiginoso, hay una práctica simple, accesible y profundamente transformadora que puede mejorar nuestro bienestar físico, mental y espiritual: la gratitud. Creo que la gratitud influye en nuestra salud, y cuando la incluimos de manera deliberada, ella puede cambiar la forma en que enfrentamos la vida.
¿Qué es la gratitud?
La gratitud no es solo decir “gracias”. Es un estado mental y emocional que nos permite reconocer, apreciar y valorar lo bueno de la vida, incluso en medio de la adversidad. Podemos definir la gratitud como la capacidad de enfocarnos en lo positivo, reconocer lo que los demás hacen por nosotros y cultivar una actitud de aprecio hacia la vida. No significa ignorar lo negativo, sino por el contrario, cambiar el enfoque a lo que sí funciona.
Los estudios en neurociencia han demostrado que practicar la gratitud activa las regiones del cerebro relacionadas con la empatía, la recompensa y la toma de decisiones. Al mismo tiempo, reduce la actividad en áreas relacionadas con el miedo y la ansiedad. En otras palabras, cultivar la gratitud tiene un efecto directo en el bienestar del cerebro. Sentir gratitud libera dopamina y serotonina, neurotransmisores que nos hacen sentir bien de forma natural.
Beneficios comprobados
La gratitud no es solo una moda pasajera o una creencia positiva, sino una práctica con sólidos fundamentos científicos. Varios estudios han documentado sus beneficios para la salud humana.
Practicar la gratitud se asocia con niveles más bajos de estrés y ansiedad, la reducción de los síntomas depresivos y el aumento de la autoestima y la satisfacción con la vida. Un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology concluyó que las personas que mantuvieron un diario personal de gratitud durante diez semanas se sintieron más optimistas y entusiastas que las que no lo hicieron.
La gratitud también mejora los indicadores físicos de salud. Según múltiples estudios, las personas agradecidas duermen mejor, sufren menos dolor físico, tienen mejor presión arterial y adoptan estilos de vida más saludables. La gratitud también fortalece los lazos humanos. Expresar aprecio a los demás aumenta la empatía, reduce la agresión y mejora las relaciones.
Además, la gratitud nos hace más propensos a ayudar y ser ayudados, creando un círculo virtuoso de bienestar compartido.
¿Te gustaría ser más agradecido?
La buena noticia es que no necesitamos hacer grandes esfuerzos para cultivar una vida más agradecida. Con pequeños cambios en la rutina diaria, podemos entrenar la mente para enfocarnos en lo positivo.
Una de las prácticas más efectivas consiste en llevar un diario personal de gratitud. Implica escribir, al fin y al cabo, entre tres y cinco cosas por las que nos sentimos agradecidos. No tienen que ser grandes logros; incluso las cosas pequeñas, como una conversación agradable o una comida sabrosa, son útiles. Ser consecuente es más importante que ser perfectos. Incluso escribir una vez a la semana produce beneficios mensurables.
Escribir una carta a una persona que ha ejercido un impacto positivo en nuestra vida puede terminar beneficiándonos. Si es posible, léalo en voz alta. Puede ser una experiencia transformadora, tanto para usted como para el destinatario.
Otra forma de cultivar la gratitud consiste en buscar el lado positivo o tratar de aprender incluso en situaciones difíciles. No se trata de negar el dolor, sino de reconocer que, incluso en la adversidad, puede haber razones para estar agradecido. Es lo que los expertos llaman reencuadre positivo. Es interesante notar que durante la pandemia de COVID-19, muchas personas desarrollaron una mayor capacidad de gratitud. A pesar del miedo y las pérdidas, hubo una revalorización de aspectos cotidianos tales como la salud, la familia, o el simple hecho de poder respirar aire puro.
Desafíos y recompensas
Aunque los beneficios de la gratitud son obvios, es normal que, a veces, se vuelva difícil practicarla. Vivimos en una cultura centrada en la escasez, el consumo y la comparación constante con nuestros compañeros y colegas.
Al mismo tiempo, nuestros cerebros están programados para detectar amenazas, lo que puede hacer que prestemos más atención a lo negativo. La gratitud, sin embargo, vuelve a entrenar al cerebro para equilibrar esa tendencia natural.
Del mismo modo, las redes sociales pueden hacernos sentir que siempre falta algo. Practicar la gratitud nos devuelve al presente y nos ayuda a valorar nuestra historia personal, sin que nos comparemos constantemente con los demás.
Más allá del ámbito personal, una cultura de gratitud puede generar comunidades más solidarias, empáticas y resilientes. Cuando las instituciones, las escuelas y los lugares de trabajo promueven la gratitud, las relaciones humanas mejoran y aumenta el sentido de pertenencia.
Qué significa en la práctica
Por ejemplo, centrarse en las prácticas de gratitud en el aula fomenta un mayor bienestar emocional en los estudiantes, un mejor rendimiento académico, una menor incidencia de acoso escolar y un clima educacional positivo.
En el lugar de trabajo, se ha demostrado que los equipos que se agradecen mutuamente son capaces de aumentar el compromiso, tener una menor rotación, desarrollar un ambiente de trabajo armonioso y aumentar la creatividad y la colaboración.
Practicar la gratitud trae resultados en poco tiempo. Muchas personas han notado cambios positivos en su estado de ánimo después de solo una semana. Los beneficios, sin embargo, se acumulan con el tiempo. La clave está en la constancia, no en la cantidad.
La gratitud puede ayudar a las personas que luchan contra la depresión. Aunque no sustituye al tratamiento profesional, puede ser un complemento eficaz de la terapia psicológica y farmacológica. De hecho, se ha demostrado que disminuye los síntomas depresivos leves a moderados.
La gratitud se puede enseñar. Lo mejor es enseñar con el ejemplo, especialmente con los niños. Además, se puede incluir pequeñas prácticas tales como agradecer a otros miembros de la familia por acciones específicas antes de acostarnos, escribir cartas a nuestros seres queridos o hacer una ronda de gratitud familiar una vez a la semana.
Al alcance de todos
El poder de la gratitud está al alcance de todos. No necesitamos tener una vida perfecta para ser agradecidos. De hecho, es practicando la gratitud que comenzamos a ver que, a pesar de los problemas, hay mucho que vale la pena apreciar.
Desde la mejora de la salud mental hasta el fortalecimiento de las relaciones y comunidades, la gratitud es una herramienta transformadora que podemos comenzar a usar hoy mismo.
En un mundo que constantemente nos dice que “nada es suficiente”, la gratitud nos recuerda que ya tenemos mucho por lo que estar agradecidos, y que incluso en lo poco, podemos hallar abundancia. Practicar la gratitud no cambiará mágicamente las circunstancias, pero sí cambiará nuestra forma de vivirlas.
Luis Aguilar Chunab, M.D., se desempeña como coordinador de proyectos en la Dirección de Universidad Promotora de la Salud de la Universidad de Montemorelos. Es médico y miembro del equipo de apoyo del Departamento de Ministerios de la Salud de la División Interamericana.