22 de junio 2023 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Ted N.C. Wilson, President de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día
¡Saludos amigos! La semana pasada mientras continuamos nuestro estudio de El Conflicto de los Siglos, terminamos con la historia de Juan y Carlos Wesley en un viaje misionero a lo que entonces eran las colonias británicas en América. En el camino, el barco quedó atrapado en una terrible tormenta en el mar, y aunque el propio Juan temía por su vida, quedó profundamente impresionado con la paz mostrada por los moravos durante la tormenta.
Mientras estuvo en América, Wesley pasó algún tiempo con los moravos y quedó profundamente impresionado con su fe y vida cristiana. Después de regresar a Inglaterra, bajo la instrucción de un predicador moravo, Wesley obtuvo una comprensión más clara de la fe bíblica. Leemos en El Conflicto de los Siglos que ”llegó al convencimiento de que debía renunciar por completo a depender de sus propias obras para la salvación, y confiar plenamente en el “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. (CS 260.3).
Una vez que aceptó a Cristo por fe, la fe y el entendimiento de Wesley continuaron creciendo, y su corazón ardía con el deseo de esparcir por todas partes lo que había descubierto que era verdad, es decir, una vida y una fe equilibradas. «La gracia de Dios en Cristo es el fundamento de la esperanza del cristiano,» escribió Elena de White, «y dicha gracia debe manifestarse en la obediencia. Wesley consagró su vida a predicar las grandes verdades que había recibido: la justificación por medio de la fe en la sangre expiatoria de Cristo, y el poder regenerador del Espíritu Santo en el corazón, que lleva fruto en una vida conforme al ejemplo de Cristo » (CS 261.3).
Lamentablemente, sin embargo, el mensaje de la justificación, junto con una vida cambiada por el poder del Espíritu Santo, no fue bien recibido por muchos. En la universidad donde estudiaron, los hermanos Wesley fueron objeto de desprecio y burla. Ellos, y los pocos otros que simpatizaban con ellos, fueron llamados despectivamente «metodistas» por sus compañeros de estudios. Este nombre, sin embargo, que primero se pronunció con desprecio, se convirtió en el nombre de una de las denominaciones protestantes más grandes de Inglaterra y América.
Wesley no se había propuesto formar una nueva denominación, pero mientras predicaba, miles se convirtieron por su mensaje claramente bíblico. Lamentablemente, sin embargo, los líderes de la iglesia establecida no estaban abiertos a este mensaje y cerraron sus puertas en contra de él. Las turbas se enfurecieron contra los Wesley y muchas veces escaparon de la muerte solo a través de los milagros de la misericordia de Dios.
Juan Wesley explicó cómo en una de estas ocasiones, vio la intervención directa de Dios: «Muchos trataron de derribarme mientras descendíamos de una montaña por una senda resbalosa que conducía a la ciudad«, dijo él, «… Pero no tropecé ni una vez, ni resbalé en la pendiente, hasta lograr ponerme fuera de sus manos «. Continuó: Un sujeto fornido que venía detrás de mí me dirigió repetidos golpes con un garrote de encina. Si hubiera logrado pegarme una sola vez en la nuca, se habría ahorrado otros esfuerzos. Pero siempre se le desviaba el golpe, y no puedo explicar el porqué, pues me era imposible moverme hacia la derecha ni hacia la izquierda […]. Otro vino corriendo entre el tumulto y levantó el brazo para descargar un golpe sobre mí, se detuvo de pronto y solo me acarició la cabeza, diciendo: ‘¡Qué cabello tan suave tiene!’” (CS 262.4).
No sólo los Wesley enfrentaron persecución muchas veces, sino que sus seguidores también enfrentaron violencia. No era raro que las turbas fueran “de casa en casa y les destruía los muebles y lo que encontraban, llevándose lo que les parecía y ultrajando brutalmente a hombres, mujeres y niños. En ocasiones se fijaban avisos en las calles convocando a los que quisiesen ayudar a quebrar ventanas y saquear las casas de los metodistas… Se organizó una persecución en forma contra gente cuya única falta consistía en que procuraban apartar a los pecadores del camino de la perdición y llevarlos a la senda de la santidad» (CS 263.3), escribió Elena de White.
Y hemos visto a lo largo de la historia que, aunque los seguidores de Dios a menudo enfrentan persecución, Su verdad continúa avanzando y no puede ser detenida. Durante más de 50 años, Juan Wesley continuó llevando a cabo fielmente la obra que Dios le había encomendado, predicando el evangelio de la gracia de Dios a través de él y magnificando Su ley a través de él. Al cierre de su larga vida a la edad de 87 años, sus seguidores sumaban más de medio millón de personas.
En Efesios 4:1-2 se nos anima a andar “como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.”
Hoy, Dios nos está llamando a seguir la verdad que Él ha revelado a través de Su Palabra, dejando que el mundo conozca Su maravillosa gracia y Su gran poder para ayudarnos a vivir de una manera que sea agradable a Él.
Oremos juntos ahora mismo. Padre Celestial, gracias por el maravilloso consejo e instrucción en la Palabra de Dios que nos ayuda a entender que somos salvos por gracia, que somos justificados por la sangre de Jesucristo, y somos santificados por la morada del Espíritu Santo, ayudándonos día a día a seguir tus pasos.
Señor bendícenos mientras aprendemos cada día cómo ser verdaderos seguidores de Cristo Jesús. Gracias por la Palabra de Dios y por aquellos que nos han precedido para allanar el camino para aprender a vivir una vida piadosa a través del poder del Espíritu Santo. En el nombre de Jesús, lo pedimos. Amén.