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Silver Spring, Maryland, Estados Unidos …. [Ansel Oliver/ANN] Joshua y Jakoby Jenkins, de 10 y siete años de edad respectivamente, se dirigían a la clase de piano junto con su madre cuando oyeron al Dr. DeWitt Williams, director de ministerios de salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Norteamérica, que anunciaba en la radio un próximo programa para dejar de fumar. Aunque habían llegado a su destino, permanecieron en el automóvil escuchando. Luego de la lección de piano, los hermanitos dijeron: «Llevémoslo a papá». El padre de Joshua y Jakoby, Cumberland Jenkins, se graduará del programa para dejar de fumar Breathe-Free (Respiración pura) durante la próxima clase. «Nunca he visto venir una persona [a clase] con semejante grupo de apoyo… con su familia», dice Williams. A pesar de las 800 líneas telefónicas de ayuda para gente que desea dejar de fumar, de una avalancha de productos farmacéuticos y de los quizá más grandes estigmas sociales contra los fumadores, existen aún alrededor de 50 millones de personas en los Estados Unidos que, al igual que el papá de Joshua, siguen fumando. Para muchos, enero de 2004 marca uno de los principales aniversarios en la lucha contra el cigarrillo: en 1964, el Dr. Luther L. Terry, entonces cirujano general de los Estados Unidos y vocero principal de la nación en temas de salud pública, publicó un informe que relacionaba el cigarrillo con el cáncer. Desde entonces, los esfuerzos antitabaco se han incrementado dramáticamente; hoy en día, varios estados y ayuntamientos prohíben el cigarrillo en cualquier lugar público o laboral. Para cuando se publicó el mencionado informe en 1964, la Iglesia Adventista tenía uno de los pocos programas para dejar de fumar de amplia distribución. El «plan de cinco días» fue el programa para dejar de fumar original que había comenzado en 1959. Fue revisado en 1984 y denominado «Breathe-Free». El cigarrillo no es algo que la iglesia pueda ignorar como un tema «secular», dice Williams. «Si uno sabe que hay más de 400.000 personas que mueren por año debido a una causa específica, esto se transforma en un tema moral. Mueren más personas debido al cigarrillo que la suma de las víctimas del SIDA, los homicidios y las drogas». Hoy en día los adventistas no están solos, ya que existe una conciencia extendida respecto de los peligros del cigarrillo, una epidemia contra la que los adventistas han luchado durante varias generaciones. En la década de 1960, el «Plan de cinco días» enseñaba a abandonar el cigarrillo repentinamente luego de cinco días. Sin embargo, ahora que sabemos que la nicotina es más adictiva que la heroína o la cocaína, los profesionales de la medicina tratan el vicio como a una enfermedad cerebral de adicción a la nicotina, según la Dra Linda Hyder Ferry, profesora asociada de medicina preventiva de la Facultad de Medicina y la Facultad de Salud Pública de Loma Linda University, una institución adventista del sur de California. Como creadora del medicamento Zyban, que utiliza el bupropión, un antidepresivo, para reducir la dependencia a la nicotina, Ferry se ha aliado con «Signs of the Times» (Señales de los tiempos), una revista denominacional publicada en Nampa, Idaho, para hacer que la iglesia adventista se convierta en un recurso que ayude a los fumadores a abandonar el hábito. Para el 1 de marzo, las iglesias, hospitales y clínicas adventistas tendrán a su disposición un folleto especial con 16 páginas de información respecto de los pasos para dejar de fumar. La mayoría de los fumadores probó su primer cigarrillo antes de los 18 años, según Tobacco-Free Kids (Niños libres de tabaco), una organización antitabaco. Los estudios muestran que el aumento de los impuestos sobre los cigarrillos hacen que una proporción más alta de jóvenes se abstengan de fumar. Los adventistas continúan luchando contra el tabaco desde la arena pública, dice el Dr. Roy Branson, director del Centro de Leyes y Políticas Públicas, un grupo privado de adventistas pertenecientes a los ámbitos legales y de políticas públicas, y uno de los miembros de la Interreligious Coalition for Smoking or Health (Coalición Interreligiosa de Tabaco y Salud). Branson afirma que los estados reciben muchos ingresos provenientes de los impuestos al tabaco, aunque no mucho de ellos se dedica a campañas antitabaco. “Para mí, eso es inmoral”, dice Branson. “Uno tiene una nueva fuente de ingresos para luchar contra el tabaco, pero lo están usando para otras cosas. Los impuestos deberían ser dedicados a luchar contra el tabaco, no para balancear el presupuesto».Derechos Reservados © 2003 Adventist News Network .

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