«No estamos haciendo eso si nunca damos algo de nuestro tiempo. Y, peor aún, no le damos a Dios la oportunidad de untilizarnos de formas nunca vistas, si no le permitimos algo de nuestro tiempo».
Craig comenzó su trabajo a través del Centro de Voluntarios Adventista que opera desde la cede mundial de la iglesia en Silver Springs, Maryland, Estados Unidos. También hay sucursales de oficinas de voluntarios alrededor del mundo.
La demanda por voluntarios adventistas del séptimo día is interminable, expresan los lìderes de la iglesia. En su séptimo año, el Centro de Voluntarios Adventista está experimentando un número creciente de misioneros. Aunque el voluntarismo está vivo, dice Vern Parmenter, director del Centro, nunca hay suficientes voluntarios.
«Cualquiera sea el momento, todavía hay literalmente cientos de posiciones disponibles en la página Web (www.adventistvolunteers.org) que no hemos satisfecho, y cada día la situación cambia», dice él.
El problema no es que no hay una cantidad de personas dispuestas, explica Parmenter, sino que, cada vez más, los pedidos de las regiones locales que llegan, son para peronas con ciertas calificaciones. Algunos lugares, por ejemplo, requieren que el voluntario tenga un grado universitario, lo cual significa que el centro de voluntarios no puede enviar estudiantes misioneros a esas regiones.
«Nuestros voluntarios (el Centro de Voluntarios Adventista) organizarán iglesias, pero ese no es su enfoque. Pueden ser operadores de computadores, médicos, dentistas, pastores, administradores, jubilados, y jóvenes; personas de todas las edades. Desde nuestro punto de vista, cualquiera sea el sueño de una iglesia regional de lo que es posible hacer, nosotros tratamos de acomodar», dice Parmenter.
Desde la oficina del sitio Web, se puede escoger a qué país los voluntarios quieren ir y también elaborar una lista del tipo de trabajo misionero que están buscando.
Si como voluntario no puede encontrar lo que las regiones buscan, «no se desanime», sugiere Parmenter. «Siga buscando, o escriba a su director de voluntarios en la región adlministrativa de su iglesia. Lo que he notado, con bastante frecuencia, es que muchos de nuestros dirigentes alrededor del mundo, no han comenzado a soñar acerca de lo que los miembros de iglesia quieren hacer por ésta. Cuando les damos un codazo y decimos, ‘Aquí hay alguien que tiene estas calificaciones’, ellos dicen, «Nunca pensamos en solicitar un voluntario para eso; jamás soñamos que estarían disponibles».
Además del centro del voluntario, la iglesia adventista, igual, usa otros medios para encontrar voluntarios. Algunos van como «pioneros» de Misión Global y que son esencialmente jóvenes de su país natal. Estando allá, van a nuevas áreas para plantar iglesias donde jamás se ha entrado», dice Permenter.
Uno puede servir, igualmente, como un empleado ínter- división, como se lo llama; alguien que viaja desde la región administrativa de su iglesia regional hacia otra. Son empleados misioneros que laboran mayormente en instituciones educativas con habilidades especializadas, aunque algunos de ellos también trabajan en administración o en la rama médica.
«Esta es una parte del aspecto cambiante de la misión», dice Parmenter. En la mayoría de los países en desarrollo tenemos colegios y universidades, y hemos capacitado a los nativos para que hagan obra pastoral. No necesitamos enviar pastores de iglesias si ese es su único papel, pues, éstos los tenemos en casi cada país y trabajan dentro de sus propias culaturas. Los pastores saben lo que funciona mejor, más que el misionero que llega y le toma mucho tiempo para averiguar lo que funciona y lo que no funciona».
En muchos países, como los ubicados en la ventana 10/40, agrega Parmenter, un área donde vive casi el 70% de la población mundial, y donde la mayoría todavía debe oír el mensaje del evangelio, hay una necesidad de pastores y evangelistas.
Un programa desarrollado por el Centro de Voluntarios Adventista es el proyecto «Sus Manos». «La premisa principal del programa es que vamos a animar a cada iglesia en el mundo para que auspicie y envíe, por lo menos, un misionero por año a algú lugar», explica Parmenter. Los gastos serán cubiertos por la organización enviadora, pero éstas podrían recibir un misionero, igualmente.
«No estamos diciendo, necesariamente, que una iglesia tiene que enviar un misionero a ultramar», dice Parmenter. Éstos podrían ir a alguna región en su propio país».
La situación será presentada en la sesión mundial a celebrarse en 2005 en San Louis, Misouri, Estados Unidos.