por Israel Leito

En el pasado, cuando se era administrador de la iglesia significaba que automáticamente se era delegado de la Sesión de la Asociación General.  Esto no es más así.  Cuando la AG re-editaba su constitución antes de la Sesión de 1995 en Holanda, el comité que trabajó en la propuesta fue muy firme en pronunciar que la iglesia no pertenece sólo a los administradores, y por lo tanto, debería existir amplia representación de la «iglesia» en todas las sesiones, incluyendo la Sesión de la AG.

Se hicieron algunas decisiones muy significativas que afectan la sesión.  Se decidió que el número de delegados debería limitarse, y sin tener en cuenta el crecimiento de la iglesia, mantener ese número.  Se decidió, a fin de protejer las Divisiones de lento crecimiento, que a todas las Divisiones se les debería garantizar un número mínimo de delegados, pero que dicho número debe ser distribuído entre las uniones.  Se decidió que los directores departamentales de la División no erán más miembros del Comité de la Asociación General, y por consiguiente, no delegados automáticamente. En muchas Divisiones, los directores departamentales no asisten a la sesión como delegados.  También se decidió que de los delegados en una unión, un cincuenta por ciento debería  ser laicos y obreros de primera-línea, y de éstos, un cincuenta por ciento debería ser laicos.  Esto ha hecho imposible que todos los administradores sean delegados automáticamente.

La iglesia está muy alerta de que esta proporción se mantenga, y si la delegación no refleja esta proporción, se aconsejará a la unión que siga el reglamento establecido.  Para la sesión del 2000 se dijo que a menos que esta proporción sea estrictamente observada, la delegación de esa unión podría estar en peligro de no ser acomodada. 

¿Como debería procederse con esta situación, especialmente para los administradores de la iglesia que han estado en desventaja por esta nueva práctica? La División Interamericana, como la mayoría de las otras Divisiones, reconoce que el apoyo financiero de la iglesia viene de los campos locales, y por lo tanto, ellos deben estar mejor representados. Por consiguiente, la recomendación de la administración de la División Interamericana es que, donde no haya suficientes delegados para que todos los presidentes locales asistan como delegados, que se pudiera seguir el siguiente orden.  Primero los presidentes de las asociaciones, luego los de las misiones, seguido de los presidentes de regiones, y por último los coordinadores de campos experimentales.  Este nuevo modelo también ha puesto una presión real en las representaciones de las instituciones que no pertenecen a las divisiones o a la Asociación General, porque el reglamento tiene provisión para éstos, pero no para las instituciones de las uniones.

¿Es usted delegado? Oremos por el derramamiento del  Espíritu sobre la próxima sesión, como lo ha sido en otras sesiones.

¡Maranata!

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