22 de Junio de 2004.  Silver Spring, Maryland, Estados Unidos… [Ansel Oliver / Personal de ANN]

Mientras la Iglesia Adventista del Séptimo Día es bien conocida por numerosos esfuerzos iniciales en llevar el mensaje del evangelio a un mundo hambriento, un nuevo libro cuenta una historia poco conocida: cómo la iglesia ha ahorrado cientos de millones de dólares previniendo pérdidas potenciales en seguros.

Lo que es más, la participación de la iglesia en la administración de riesgos se remonta a la década de 1930, convirtiéndola, tal vez, en una de las primeras organizaciones de mayor importancia en utilizar esta medida, dice William Taylor, cuyo nuevo libro, “La Iglesia y los Riesgos”, detalla la “milagrosa historia de la Administración de Riesgos Adventista (Adventist Risk Management), también conocida como ARM. Las principales empresas adoptaron el modelo  de administración de riesgos en la década de 1960, mientras que la inversión inicial de la iglesia, por valor de 25,000 dólares, la convirtió en la primera denominación en involucrarse en la industria de los seguros.

Las raíces de ARM se remontan a un desastroso incendio en 1902 en Battle Creek, Michigan.  El incendio no sólo destruyó el edificio de la casa publicadora de la iglesia, Review and Herald localizado ahí, sino que también provocó que el liderazgo de la iglesia  reubicara la sede mundial en Washington, D.C., y la comunidad vecina de Takoma Park, Maryland. Esto también dio lugar a una intensa evaluación acerca de cómo proteger la propiedad raíz de la iglesia, dado que las pérdidas por causa de incendios y otros males podrían tener un impacto en el progreso del adventismo.

Aquella evaluación condujo a la iglesia a tomar medidas para asegurar sus propiedades contra pérdidas, pero también a examinar cómo las pérdidas pueden ser evitadas.

Tal como lo comenta Taylor en la introducción del libro, los miembros de iglesia no responden usualmente a los llamados a ofrendar para costear los gastos de la calamidad de un obrero, los costos de restauración de una iglesia destruida por el fuego, o para pagar los daños y perjuicios ordenados por la corte en un pleito. “Cuando [ARM ha tenido] ésito, ha podido ahorrar dinero a la iglesia”, dice Taylor.

Bajo el liderazgo de William A. Benjamin, la iglesia comenzó a fijarse en los riesgos potenciales que la organización podría enfrentar, y a enfrentarse a los asuntos antes que se convirtiesen en problemas.  Eso era pensar hacia el futuro: tomar medidas preventivas para asegurarse que las cosas se hagan bien, de modo que, al final, no cuesten más a la organización.

“Mucha gente no se da cuenta que comprar seguros es la forma más costosa de manejar riesgos… cerca del 50 por ciento de indirectos”, dice Taylor.

El libro describe los altos y bajos de la estructura financiera de la iglesia, asimismo cómo él percibe  que la organización ha sido bendecida divinamente.

“Una y otra vez, cuando el pueblo está con la espalda contra la pared, cuando oran por la dirección de Dios, tienen éxito. Cuando se llenaron de presunción, las finanzas de la organización cayeron”, dijo. “Esto es más que una historia sobre finanzas”.

Para más información acerca del libro, visite www.adventistrisk.org.

Derechos Reservados ® 2004 por Adventist News Network.

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