6 de julio de 2004, Elizabeth, Nueva Jersey, Estados Unidos … [Ansel Oliver/Mark A. Kellner/ANN]
La vida pede ser brutal, aún fatal, para los pandilleros metropolitanos en esta ciudad de 123,000 habitantes, localizada a 20 millas al sur de Nueva York. Sólo pregúnteselo a la familia y amigos de José Luis, de 15 años, conocido por sus amigos de pandilla como “Sleepy” (dormilón).
En enero, “Sleepy” fue muerto a tiros en un disturbio relacionado con pandillas, y el pastor de jóvenes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día Laffit Cortes, de Trenton, Nueva Jersey, atravesó el Estado para llevar las condolencias y reprochar a los miembros de iglesia por dejar que Sleepy abandonara su fe. Animó a los miembros de la pandilla de Sleepy a vengarse de una manera diferente: fortaleciéndose el uno al otro.
Ese desafío condujo a un estudio bíblico semanal, dirigido por Cortes y un puñado de otros jóvenes adventistas adultos. En enero había 20 chicos. Ahora se reúnen tantos como 60 jóvenes en el sótano de un garaje, los lunes por la noche.
Este trabajo, que ha visto muchos “pandilleros”, como se conoce a estos jòvenes matones, abandonar sus relaciones con pandillas, está enfrentando un nuevo reto. Los oficiales de zonificación de la ciudad están planeando inspeccionar el sótano donde se desarrollan las reuniones, el 8 de julio, atendiendo a quejas de vecinos por el ruido que hace una multitud de adultos jóvenes en la calle antes del estudio bíblico, y después, cuando comienza un espontáneo juego de basketball en una cancha cercana.
Para estos chicos en Elizabeth, un territorio de 12 millas cuadradas que es la cuarta ciudad más grande en Nueva Jersey, el desempleo, la ilegitimidad, la adicción a las drogas y la violencia pandillera ejercen una presión muy fuerte. Los pandilleros pueden ser vistos como con poder y riquezas, aunque ésto pueden terminar en poco tiempo, como fue demostrado por el asesinato del joven Sleepy.
Ahora, además de cuidarse unos a otros físicamente, los adultos jóvenes adventistas esperan que estos pandilleros se cuiden unos a otros espiritualmente.
Los chicos dijeron que querían formar una iglesia. Aunque no están oficialmente conectados con ninguna organización, Cortes, pastor de jóvenes, dijo que ellos[los pandilleros] podían comenzar una. La han llamado “Iglesia Gueto”.
James Black, director de jóvenes para la iglesia en Norteamérica, visitó el grupo hace varias semanas.
“Entré ahí, y algunos decían palabras obscenas. Pero aparte [de] unas pocas dinámicas”, dice él, “en medio de estos chicos, no te habrías dado cuenta que éstos no eran chicos adventistas. El único problema es que estos jóvenes enfrentan algunos desafíos en las calles. No son diferentes a los jóvenes que conozco en estas conferencias”.
Black muestra una foto de grupo que fue tomada al final de una reunión. Los jóvenes se ven felices, pero sus vidas reflejan los desafíos –y el lenguaje callejero—de la vida urbana contemporánea.
“Este chico aquí era el hermano de Sleepy, el que fue asesinado”, dice Black, señalando hacia una figura. “Él dijo: ‘Yo soy un pequeño Crip; algún día seré un gran Crip’”.
“La edad promedio aquí es de 13 a 15-fin”, agrega Black. “El chico que está atrás, ése es O.G.”.
Las letras “OG” significan “Original Gangsta” (Asesino Original), el encargado.
Durante el espacio para solicitudes de oración en un estudio bíblico, un chico dijo que vio a su padre suicidarse cuando tenía 7 años. Ahora tiene 15 y todavía está luchando con eso. Otro dijo que no sabía dónde estaba su madre –probablemente en la esquina de una calle. Él iba a buscarla tan pronto terminara la reunión.
Black dice que el grupo se dividió entonces en parejas para orar. Él se juntó con un chico que decía que no sabía cómo orar.
“Sí, tú sabes”, dijo Black.
“No, yo no sé”, replicó el joven.
“Bueno, mira. ¿Me ves?”.
“Ajá”, contestó el joven.
“Simplemente háblale a Dios como me hablas a mí”, dijo Black.
“Ohhhh, ¿Puedo hacer eso? Está bien”, dijo él.
Miró a Black y dijo: “Dios, quiero orar por…”, “y comenzó a hablar de un montón de cosas”, dice Black. “Entonces yo oré de la misma manera que él lo hizo. Luego dije: ‘digamos Amén, juntos’. Y dijimos ‘Amén’.
“Ese chico, dijo, ‘¡Mano, eso es chévere! ¡Eso está bueno!’”, dice Black, haciendo gestos con cabeza, hombros, brazos y manos.
“Yo estaba enojado con la iglesia”, dice Cortes. “Ellos creían que Sleepy era un pequeño monstruo”. Durante el funeral, Cortes preguntó si alguien podía decir algo acerca de Sleepy, el chico de 15 años. Veinte chicos se levantaron vistiendo sus banderas y colores de pandilla. Él les habló mientras ellos se mantuvieron en pie ahí por media hora.
“Vénguense de una manera diferente”, les dijo. La manera diferente», dijo él, era mostrar preocupación por ellos mismos, y sus vidas; así nació el estudio bíblico, un refugio semanal en medio de la difícil vida de la calle.
Un adulto joven adventista, Christian Farias, quien no es un líder oficial del grupo, preguntó a los participantes una noche: “¿Es esta una iglesia?”.
Los jóvenes respondieron: “No. No hay estatuas ni bancas”.
Christian dijo: “Esta es una iglesia. Así adoraban los creyentes primitivos”.
On joven, también de nombre José, dijo: “¡Mano, esta es la iglesia del gueto!”. Los chicos se rieron, pero el nombre pegó.
“Les preguntamos: ‘¿Por qué vienen aquí?’”, dice Cortes. “Ellos respondieron: ‘Porque sentimos la presencia de Dios, y venimos por paz’”.
Todo lo que ellos saben acerca de Cortes es que es un pastor de Trenton. Preguntaron porqué estaba él tan interesado en ellos. Él dijo que nunca había visto la pasión que ellos tienen. “Les dije: ‘Ustedes son los que están abiertos a la Palabra de Dios’”, dice Cortes. Ellos apenas están aprendiendo que existe una organización llamada “Iglesia Adventista del Séptimo Día”.
Y mientras los chicos aprenden acerca de quiénes y qué son los cristianos adventistas, miembros de iglesia como Farias, están cumpliendo con lo que ellos ven como una responsabilidad especial: alcanzar al prójimo en necesidad con las preciosas verdades del evangelio.
Farias, quien trabaja de día y es un estudiante de periodismo en la noche, dijo que el asesinato del joven pandillero, Sleepy, quien una vez fue miembro de la Iglesia Adventista, fue un llamado de alerta para él, en el sentido de que él debía alcanzar a otros jóvenes que no tienen una vida basada en la fe, especialmente, si ellos una vez fueron parte de una iglesia.
«Ellos no pueden simplemente estar allá afuera y no regresar», dijo. Al ponerles a su disposición el estudio de la Biblia, Farias y Cortes pueden ofrecer a estos hijos de la calle “el momento de Dios” para ellos.
Derechos Reservados ® 2004 por Adventist News Network