June 13, 2006 Kajiado, Kenia …. [ANN Staff]La mayor parte de las personas concuerdan que las jovencitas de 12 años de edad son todavía niñas y que deberían tener la oportunidad de vivir como tales. Sin embargo, a menudo la pobreza y las tradiciones locales fuerzan aun a estas niñas a tornarse adultas prematuramente. Ese es el caso, por ejemplo, de Selina*. Antes de que cumpliera los 12 años se convirtió en la cuarta esposa de un hombre de 80 años de edad. Esta historia es común a muchas niñas de la tribu masai de Kenia. A los 10 años, Christine ya estaba casada con un hombre de 60 años. Como miembros de la tribu masai, las niñas a menudo deben guiarse por las tradiciones de la tribu, tales como la mutilación genital y los casamientos prematuros. Estas niñas llegan a casarse a los 8 ó 9 años de edad, dice la Sra. Jecinta Loki, administradora del proyecto y docente principal del Centro de Rehabilitación y Educación Adventista de Kajiado, que alberga a 85 niñas keniatas. Aunque es difícil de creer, Christine y Selina son afortunadas. Son afortunadas de haber hallado este centro, que combina una escuela y un hogar para niñas rescatadas. Este centro brinda alimentos y refugio, además de educación, servicios de consejería y apoyo espiritual. Asimismo brinda servicios sociales y comunitarios que se extienden a las familias de los niños y a la comunidad toda. Loki ha trabajado en el centro durante cinco años. «Amo mucho mi trabajo aunque representa un gran desafío .. Dios me ayudó a ser lo que hoy soy. De manera que trabajar aquí es la mejor manera de agradecerle», dijo. La escuela comenzó en 2000 con 14 niñas, como un proyecto de un grupo del departamento del Ministerio de la Mujer de la Iglesia Adventista de New Life, una congregación numerosa y dinámica que se reúne en Nairobi. Las mujeres comenzaron con un centro para niños de la calle, y entonces trasladaron el hogar a una villa masai donde se ubica ahora el centro. Pero el funcionario encargado de los niños en el distrito no quería que le trajeran niños problemáticos a su villa. En su lugar, les pidió que construyeran un hogar para ayudar a las niñas. «La comunidad masai tiene en baja estima a las mujeres. Es por eso que creen que educar a una niña es malgastar los recursos de la familia ya que un día se casará y terminará beneficiando a otra familia», explicó Loki. «Si sus padres mueren, sus vidas se vuelven un infierno viviente ya que sus parientes, que deberían cuidarlas, terminan aprovechándose de ellas». Loki relata la historia de Teresia, una niña de quinto grado: «Quedó huérfana, por lo que su tío quiso casarla para recuperar el dinero que había gastado en el hospital cuando se enfermó». «La labor del Centro es una tarea sensible y peligrosa», dice Heather-Dawn Small, directora del Ministerio de la Mujer de la Iglesia Adventista mundial. Después de una visita reciente al centro, Small dijo: «Tienen que tratar con padres enojados, abusivos, e inclusive con padres que las amenazan». Como las niñas podrían ser raptadas si asisten a escuelas locales, asisten a la escuela del centro. Hasta ahora el centro brinda educación hasta el octavo grado. Las niñas viven en el centro durante todo el año. Nunca van a visitar a sus familias por temor a que no las dejen regresar al centro. En su lugar, las familias–generalmente las madres–las visitan un domingo al mes. El centro, que existe desde marzo de 2000, busca no sólo atender a las niñas sino proveer para su futuro. ¿Dónde van las niñas al dejar el centro? Ocho niñas se graduarán este año y deberían asistir a la escuela secundaria el año próximo. Loki y su equipo quisieran enviar a las que se gradúan a escuelas adventistas pero esto cuesta alrededor de 500 dólares. También están tratando de construir habitaciones, baños, y de comprar máquinas de coser para que las niñas puedan aprender un oficio, además de construir tanques de agua para que no tengan que caminar largas distancias para recoger el agua. Loki dijo que el hogar es un refugio para la comunidad y el área circundante, un lugar al que pueden acudir estas niñas. Una niña huyó de su hogar y caminó cerca de 50 kilómetros con su bebé para escapar de un matrimonio con un hombre de 80 años. A pesar de haber sido violada a los diez años de edad y de haber tenido un bebé de esa unión, su padre aún quería que se casara. «Esta niña había sufrido mutilación genital y ahora quería algo mejor», dijo Loki. «Había oído de nuestro centro y caminó con su bebé hasta aquí. … Ahora, es una hermosa muchacha de 16 años de edad». Los interesados en el proyecto pueden enviar un mensaje electrónico a Heather-Dawn Small a la dirección smallh@gc.adventist.org. *No se publican los apellidos de las niñas para proteger su privacidad.Todos los derechos reservados (c) 2006 Adventist News Network.