La historia de una mujer rescatada del abuso ilustra el papel desempeñado por la agencia.
30 de junio de 2024 | Rumania | ADRA Rumania y Adventist Review
¿Qué más podrías desear de una relación que el poder gozar de paz entre tú y tu pareja para formar una familia, tener un sitio al que puedes llamar hogar, un espacio de seguridad y desarrollo, de apoyo y amor?
Eli* también soñó con un escenario tal. Soñaba en un hogar lleno de risas y alegría. Soñaba en ello desde que sus padres se separaron cuando apenas tenía seis años. Pero la vida la llevó por un sendero diferente, lleno de lágrimas y abuso, negligencia e impotencia.
La historia da comienzo en la casa de su bisabuela, quien tuvo que cuidar de Eli y su hermana porque el padre de ellas las abandonó. Los vecinos notaron los trabajos que pasaba esta anciana mujer para cuidar de las niñas y, después de informar el caso a la oficina de servicios de protección infantil, las pequeñas fueron llevadas a un centro estatal. Para Eli, este fue el mejor de los tiempos vividos, siendo que recibió muy pronto el apoyo de educadores por causa de su diligencia. Tuvo un mentor que la guio durante su infancia, el maestro de idioma rumano de ese centro, quien la ayudó a descubrir su amor por el conocimiento y el desarrollo.Eli tenía que pasar sus días festivos con su padre, una persona que ella describe como egoísta y completamente desinteresada en su crianza y educación. Dice que solamente recibía de él duras palabras y azotes. Eli recuerda con placer el tiempo que vivió en tal centro estatal desde la edad de seis años hasta que cumplió los 21; pero el regresar a casa de su padre fue siempre traumático Recuerda un episodio en sus años tempranos cuando su padre regresó del trabajo y encontró la loza sucia en la cocina, alineó a las chicas y les restregó los platos sucios en sus mejillas.
Las cosas no mejoraron cuando Eli dejó el centro estatal, A los 22 años, contrajo matrimonio con un hombre ocho años mayor que ella. La relación duró 11 años, pero terminó por causa de la posesividad y celos de su pareja. La siguiente relación duró 11 años y dio como fruto una hija, aunque su esposo no quería a esa hija. Para ella, la noticia de que estaba embarazada fue el único rayo de esperanza en medio de un mar de desilusión.
Eli asumió la responsabilidad en todas las cosas a fin de llegar a ser madre, con la total falta de involucramiento del padre; y más allá de los momentos de abuso físico y mental, tenía sobre ella la presión constante de la hermana de él, quien estaba siempre presente en la relación y sin la que él no tomaba ninguna decisión.
Eli se describe a sí misma como una luchadora, alguien que invierte su energía en las personas y que le encanta ayudar. Vio un programa televisado que le ayudó a entender que estaba experimentando abuso, lo cual eventualmente la guio hasta Casa ADRA, un sitio patrocinado por la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales en Rumania, en donde las víctimas de abuso y violencia doméstica pueden encontrar un refugio.
Durante su estancia en Casa ADRA, Eli explica que pudo descubrir la paz y la seguridad, así como la fuerza para seguir adelante. Se inscribió nuevamente en la escuela secundaria con el sueño de proseguir luego estudios universitarios. Durante todo el proceso, fue apoyada constantemente por los especialistas en el centro ADRA, con quienes se siente muy conectada emocionalmente.
“Casa ADRA lo fue todo para mí”, dice Eli. “Me dio el impuso inicial que necesitaba para mí y para mi pequeña hija. Ahí me di cuenta de lo que había pasado, la forma de enfocar mi atención en mí misma y en mi pequeña hija y cómo manejar el dinero. Hice hermosas y duraderas amistades con las mujeres en ese lugar. No tengo palabras suficientes para expresar mi gratitud hacia el equipo de profesionales de Casa ADRA. Hoy estoy bien gracias a lo que he aprendido ahí: Empatía, amor por las personas y paciencia más allá de las expectativas”.
La sicóloga Mariana Ríos, de ADRA Rumania, dice que le encanta su trabajo en Casa ADRA. “Me siento feliz de tener personas como Eli en el centro”, dice. Estoy contenta de haber podido ser su guía durante algunos meses y de que mi trabajo fue muy útil.… Ella es un ejemplo de motivación, voluntad y perseverancia”.
Lucha contra la violencia doméstica
Desde 2009, ADRA Rumania ha estado manejando el Centro de Recepción de Emergencia de Víctimas de Violencia Doméstica, conocido como Casa ADRA. En este centro, ADRA Rumania ofrece albergue, asesoría sicológica individual y familiar, asesoría social, además de alimento y asistencia médica de emergencia a mujeres (juntamente con sus hijos) que han informado su caso de violencia doméstica a las autoridades correspondientes. Casa ADRA posee la apropiada licencia otorgada por el Ministerio de Trabajo, Familia, Protección y de Ancianidad en Rumania.
La versión original de esta historia se publicó en el sitio de noticias de ADRA Rumania.
Traducción – Gloria A. Castrejón