5 de junion, 2007 Portland, Oregon, Estados Unidos… [Elizabeth Lechleitner/ANN]

Si bien Mike Jones disfruta de su caminata solitaria de sábado por la tarde en las montañas que rodean a su hogar en Pórtland, Oregón, es el primero que afirma que una vida sin relaciones humanas es como una danza sin música: una serie de movimientos sin sentido.

Lo mismo se aplica a la asistencia a la iglesia. Si los adventistas no cultivan amistades sólidas con otros feligreses, Jones sabe de primera mano que es mucho más fácil abandonar la iglesia.

Jones, que pasó 16 años fuera de la iglesia, sabe que muy a menudo, los creyentes nuevos o que regresan hallan que las congregaciones los reciben con reticencia. En lugar de centrarse en el problema, en 2003 lanzó la Operación Reconexión, una iniciativa que busca traer ex miembros de regreso a la iglesia. Su publicación trimestral, «Getting in touch» (Conectándonos), llega a alrededor de 15.000 ex adventistas o miembros inactivos.

En un trabajo conjunto con la Voz de la Profecía, el ministerio de Jones declara que son las relaciones humanas –y no los sermones– los que previenen la apostasía de la iglesia.

Un estudio realizado en 2006 por el Concilio de Evangelismo y Testificación de la Iglesia Adventista da pie al énfasis de Jones en la comunidad de la iglesia, al declarar que los ex adventistas a menudo mencionan la falta de amigos como una de las razones principales para abandonar la iglesia.

La publicación de Jones le ayudó a Bruce Barnett, un controlador de una compañía de maquinarias de Washington, a reconectarse con la iglesia. Después de haber sido anciano, tesorero de iglesia y líder de Escuela Sabática durante más de una década, Barnett y su esposa se divorciaron. En respuesta a esto, los otros ancianos lo instaron a renunciar de sus cargos. Cuando nadie se interesó en su bienestar, también renunció a su membresía.

Pero Barnett continuó asistiendo a la iglesia. «No tenía nada de qué avergonzarme, ninguna razón para correr a otra iglesia. Pero me sentía alienado», dice. «Aun los buenos amigos que procuraron permanecer a mi lado fueron presionados para que no fueran más mis amigos».

Varios años después, Barnett leyó un artículo que Jones escribió para el periódico de una iglesia local. Impresionado por el ministerio de Jones a los ex adventistas, Barnett lo llamó. «Jones no tenía una varita mágica, pero me ofreció su amabilidad, su interés y amistad», recuerda Barnett.

«Sentirse herido es algo común entre los ex adventistas», dice Jones. «Después de escuchar estas historias, me suelo disculpar en nombre de la iglesia».

Jones admite que recibe pocas respuestas directas de los ex adventistas. «Por lo general las respuestas son de madres, padres y abuelos que me envían los nombres y direcciones de sus hijos».

Cree que su labor está lejos de ser terminada, ya que se estima que sólo en Norteamérica hay al menos 1 millón de ex adventistas.

«En la Voz de la Profecía estamos muy preocupados por los muchos miembros inactivos y nos agrada mucho estar conectados con Operación Reconexión», dice Lonnie Melashenko, director de la Voz de la Profecía. «No hay forma mejor que la que utilizan Mike Jones y su esposa para llegar hasta los ex adventistas: sin reprenderlos o hacerlos sentir culpables, sino amándolos y trayéndolos de regreso a la iglesia».

Como muchos otros, Jones abandonó la iglesia, no debido a la ideología, sino a las relaciones humanas. Cuando se divorció de su esposa en 1983, Jones sintió que la negatividad en su contra podría reflejarse en la iglesia. «No hubo ningún escándalo», explica Jones. «Sólo era un matrimonio sin solución y sentí que era mejor para mí y para la iglesia que yo me fuera. Asumo que en ese momento, muchos de los feligreses de mi iglesia se mostraron de acuerdo».

Dice que el silencio que lo acompañó cuando dejó de asistir a la iglesia le confirmó lo que suponía. Al pensar en sus años de editor de la revista «Insight», de profesor de periodismo en la Andrews University y de pastor en Oregón y Alaska, a Jones le sorprendió que la iglesia no se pusiera en contacto con él. «Nunca supe más nada de la iglesia. Una vez que me fui, nadie se comunicó más conmigo».

Más de una década después, un ministro adventista retirado instó a Jones a regresar a la iglesia. «Mi primera pregunta fue: '¿Por qué?' Amaba al Señor, trataba de vivir de acuerdo con sus principios, y guardaba el sábado. ¿Por qué regresar? El pastor me dijo: «Porque la iglesia te necesita».

«No me haga reír», recuerda Jones que le contestó.

Una relación humana hizo entonces lo que una iglesia aparentemente indiferente no podía. Después de estar soltero durante 13 años, Jones conoció una dama llamada Diane. Como Diana sólo tenía citas con cristianos activos, Jones se mostró de acuerdo en regresar a la iglesia si Diana consideraba guardar el sábado. Menos de un año después, los dos se casaron y se unieron a la Iglesia Adventista por profesión de fe.

Pero los feligreses no les dieron la bienvenida ni mucho menos. «Poco después de comenzar a ir a la iglesia, mi esposa me dijo: 'No le caemos bien a esa gente. Es como que ni se dan cuenta que estamos allí'. Podríamos haber dejado de ir otra vez a la iglesia, pero en su lugar decidimos ayudar a que los feligreses se mostraran más amigables. De esa falta de amistad inicial, han salido cosas bastante buenas», dice Jones.

Junto con la publicación, Jones y su esposa presentan «Seminarios de Amistad» durante los fines de semana para enseñar a los miembros de iglesia «cómo ser agradables». La Voz de la Profecía ofrece una versión en vídeo de este seminario en su sitio Web.

«Si por lo menos el 25 por ciento de los feligreses saludaran a tres personas cada sábado por la mañana, especialmente a los que no conocen», dice Jones, «el nivel de amistad de nuestras iglesias sería increíble».

«Si los miembros pueden aprender a interesarse, alcanzar e invitar a las visitas para almorzar, y preguntarles cómo les está yendo, hay mucho que pueden hacer para cambiar realmente el tono de las congregaciones de una manera en que la iglesia como un todo probablemente no pueda hacer».

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