Silver Spring, Maryland, Estados Unidos, 10 de Febrero de 2011… Elizabeth Lechleitner/ANN
Sólo seis meses después de la más grande reunión de negocios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a nivel mundial, quienes planean el congreso de la Asociación General ya están diseñando la convención global de la denominación para el año 2020.
La planeación para el evento generalmente inicia con diez años de anticipación, lo que significa que la ubicación para el congreso de 2015 fue anunciada en 2006 después de un proceso de selección de la ciudad huésped, incluyendo la búsqueda de lugares, revisión de propuestas, ofertas para ciudades, y visitas a diversos sitios.
La administración de la Iglesia Adventista no tomará un voto respecto a la ubicación del congreso de 2020 sino hasta el mes de octubre, pero algunos en la sede mundial de la iglesia están discutiendo si un congreso más reducido podría estar en el horizonte de la iglesia.
Así como ha crecido la feligresía de la Iglesia Adventista, también han crecido las necesidades de tamaño para el congreso. Actualmente, una posible ciudad huésped debe ostentar un estadio cubierto capaz de sentar a las cerca de 70,000 personas que asisten durante los fines de semana más intensos, dijo Sheri Clemmer, directora asociada de planeación para la iglesia mundial. El sitio también debe ofrecer centros de convención adyacentes y alojamiento para más de 6,000 delegados y personal de apoyo del congreso, dijo ella.
El tráfico en el congreso generalmente disminuye durante los días de semana. Las reuniones diarias de negocios –donde se toman realmente las decisiones claves—a menudo tienen poca asistencia, excepto por parte de los delegados al congreso y unos pocos espectadores fieles. En lugar de ello, los visitantes a menudo se apiñan en el pasillo de exhibiciones o participan en las muchas actividades que son efectuadas junto con el congreso.
Pardon Mwansa, uno de los vicepresidentes generales de la iglesia y quien dirige el Comité de Planeación del Congreso, dijo que algunos oficiales de la iglesia están cuestionando la continua necesidad de los congresos “al estilo campamento”—que son tanto retiros espirituales como reuniones de negocios.
“Nosotros no necesitamos una multitud para elegir a los líderes. No necesitamos una multitud para cambiar las pólizas”, dijo Mwansa.
Otros se han preguntado si un congreso más reducido podría abrir la puerta para que ciudades fuera de los Estados Unidos cumplan la función de huéspedes. De los 59 congresos desde que la Iglesia Adventista fue establecida en 1863, sólo tres han sido llevados a cabo en otro lugar, dijo Mwansa, quien sirve como vicepresidente general de la iglesia y dirige el Comité de Planeación del Congreso.
El formato de la reunión de negocios más grande de la iglesia sólo puede ser reexaminado durante un voto tomado en el congreso mismo. Aun cuando no existe una propuesta tal, los administradores de la iglesia han “hablado informalmente” acerca de qué forma podrían tomar los futuros congresos, dijo Lowell Cooper, también un vicepresidente general de la iglesia.
“En la medida en la cual la iglesia crece, aumenta también el potencial para que el congreso se convierta en un evento aún más complejo y costoso, forzándonos a considerar qué es lo que necesitamos lograr en el congreso, y qué es opcional”, dijo Cooper.
Es debatible si esa discusión conducirá a que más congresos sean llevados a cabo fuera de Norteamérica, dijeron líderes de la iglesia.
Los administradores de la iglesia que asistieron al congreso de 1995 en Utrecht, en los Países Bajos, recuerdan los largos trayectos en tren y las instalaciones poco ideales.
“Algunos delegados—y eso me incluye a mí; yo era un presidente de unión ese año—estuvimos viajando por lo menos durante dos horas y media sólo de ida, para llegar desde nuestro hotel hasta el centro de convención”, dijo Mwansa. “Teníamos que salir tan temprano como a las 5:30 a.m.”
Madrugar podría no parecer un gran problema, pero hay que tener en cuenta la descompensación horaria, dijo Mwansa, y los delegados que han sido asignados para tomar algunas de las decisiones posiblemente más difíciles y fundamentales de la iglesia están propensos al agotamiento.
“El factor clave es cómo facilitar mejor los asuntos de la iglesia”, dijo él, sugiriendo que un cuerpo que ha descansado y una mente clara podrían ayudar.
Al determinar dónde se lleva a cabo el congreso, el presupuesto es fundamental. Llevar el equipo audiovisual, el personal de apoyo y los delegados al lugar determinado es costoso, dijo Verland Erntson, supervisor del departamento de Contabilidad para la iglesia mundial.
En 1995, la iglesia mundial gastó 5.8 millones de dólares pagando los costos para el congreso en Utrecht, sin incluir los pasajes aéreos para el personal de apoyo. Cinco años más tarde, el congreso en Toronto, Canadá, costó más de 1 millón de dólares menos. Aún el congreso del año pasado en Atlanta, Georgia –que costó un total de 5.5 millones de dólares—costó menos que el de Utrecht. “Eso me sorprende”, dijo Erntson.
Sin embargo, disminuir el tamaño del congreso sólo para acomodarse a ciudades huéspedes fuera de los Estados Unidos es una idea con “poca tracción” hasta ahora, dijo Cooper.
En 2005, el entonces presidente de la iglesia mundial, Jan Paulsen, pidió a los presidentes regionales de la iglesia que escogiesen un lugar diferente a la sede de la iglesia mundial para celebrar el Concilio Anual, una de las reuniones administrativas semestrales de la iglesia. “Aun para esa reunión más pequeña, la mayoría de ellos prefirieron venir aquí—ya estaban acostumbrados, y era conveniente”, dijo Mwansa.
Aun cuando celebrar un congreso fuera de Norteamérica podría server como un reconocimiento simbólico del crecimiento de la iglesia en algún otro sitio, los recientes aumentos en feligresía ya son reconocidos en la práctica, dijo Mwansa.
El sistema representativo de la iglesia “cambia de una forma ponderosa las decisiones y el futuro de la iglesia en virtud del hecho de que aquellos delegados hacen uso de sus mentalidades regionales”, dijo él.
Sin importar dónde se celebre el congreso, el alcance global del evento no se pierde, ni las voces de los miembros son ahogadas, concuerdan los líderes de la iglesia. El criterio de selección de delegados para el congreso no da ninguna ventaja a la región huésped del evento, dijo Cooper.
El orgullo local que viene con ser huéspedes de un congreso está, al menos por ahora, reservado para los residentes de San Antonio, Texas. Su ciudad será huésped del próximo congreso en 2015. ¿Y para el 2025?
Si los administradores de la iglesia son “suficientemente valientes” como para concluir que el congreso es fundamentalmente una reunión de decisiones, deben preguntarse cómo efectuar el congreso de la manera más eficiente, dijo Mwansa.
“Entonces, el resultado será diferente”, especula él.
Traducción: Abraham Guerrero