Cada uno tenemos la opción.

4 de octubre de 2024 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Clifford Goldstein, Adventist Review

El genio matemático, George Boole (1815-1864) creó una nueva lógica que utilizaba solamente valores binarios, falso y verdadero, en su intento no solo de casar las matemáticas con la lógica, sino también de detectar la verdad o falsedad de declaraciones filosóficas y hasta teológicas. Aun cuando su obra fue ignorada durante 80 años después de su muerte, Claude Shannon, un estudiante del Instituto de Tecnología de Massachusetts, utilizando los valores binarios del matemático Boole —0 para apagado y 1 para encendido—, creó la base de las modernas computadoras. Es difícil imaginar cuán radicalmente diferente sería hoy nuestro mundo sin la tecnología digital basada en este sistema binario.

Aun antes de leer acerca de Boole y Shannon, había ya titulado esta columna como “La Eterna Opción Binaria”, basándome en el incidente de Jesús ante Caifás, de Marcos 14. Después de haber sido arrestado en Getsemaní y a pesar de las acusaciones contradictorias en su contra, Jesús permaneció en digno silencio, sin responder a sus acusadores en aquel simulacro de juicio. Finalmente, el mismo Caifás, quien era el sumo sacerdote, se levantó y le preguntó: —“¿No vas a responder? ¿Qué significan estas denuncias en tu contra?” (Marcos 14:60). Jesús guardó silencio.

Entonces, yendo directamente al punto y dirigiéndole la pregunta realmente más importante que alguien podría hacer, Caifás le dijo a Jesús: —“¿Eres el Cristo, el Hijo del Bendito?” (versículo 61).

Solo entonces, con tan franca y directa pregunta acerca de quién era; acerca de su identidad, Jesús se sintió compelido a contestar: —“Sí, yo soy… Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo en las nubes del cielo” (versículo 62).

¿Cuántas personas, en toda la historia humana, han tenido la oportunidad como la que tuvo aquí Caifás —estar frente a Jesús mismo—, no solamente para preguntarle a Jesús quién es, sino de que Jesús mismo les dijera cara a cara que él es el Mesías?

¿Y cómo respondió Caifás, teniendo frente a él a Jesús?

—“¿Para qué necesitamos más testigos? —dijo el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras—. ¡Ustedes han oído la blasfemia! ¿Qué les parece? Todos ellos lo condenaron como digno de muerte” (versículos 63 y 64).

¡Hablando de un gráfico y dramático ejemplo de la eterna opción binaria, de la elección con dos opciones que determina la eternidad de cada persona: aceptar o rechazar a Jesús! Al final no hay tal cosa como término medio, por muy gris que pudiera parecer ahora ante nuestros deteriorados ojos.

Es, o vida eterna (Juan 4:14) en nuevos cielos y nueva tierra” (Ap. 21:1), o destrucción eterna (2 Tes.1:9). O somos ovejas, o somos cabras (Mat. 25:32-46). O despiertas en una resurrección, o despiertas en la otra (Ap. 20:5). Es salvación o condenación (Juan 3:16-18), nada entre medio. Como lo expresó Jesús mismo (un tanto matizada y sutilmente): “El que no está de mi parte está contra mí; y el que conmigo no recoge, esparce” (Lucas 11:23).

A diferencia de la mayoría de la humanidad, Caifás tuvo frente a él al mismo Dios, en la carne, y le preguntó a Jesús, cara a cara: “¿Eres el Cristo, el Hijo del Bendito?” ¿Cuánto más extrema podría haber sido esa elección? Caifás hizo la suya.

Todos tenemos qué hacerla también: 0, o bien, 1. Verdadero o falso. Con Jesús, o en contra de él.
La eterna opción binaria.

Traducción – Gloria A. Castrejón

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