Los comentarios en las redes sociales destacan que los que quieren asistir llegan con muchas expectativas a cuestas.

2 de julio de 2025 | St. Louis, Missouri, Estados Unidos | Marcos Paseggi, Adventist Review

A medida que miles de líderes, delegados, miembros y simpatizantes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día se dirigen a las carreteras y aeropuertos en su camino al LXII Congreso de la Asociación General en St. Louis, Missouri, Estados Unidos, un análisis informal en el “panorama general de redes sociales adventistas” parece revelar algunas de las alegrías, esperanzas, quejas y temores de los participantes. Sin embargo, más allá de los detalles, sus declaraciones o reconocimientos explícitos o tácitos muestran un bagaje predeterminado de creencias cuidadosamente preparadas y cultivadas. Es lo que solemos llamar expectativas.

¿Cuáles son, entonces, algunas de las expectativas de algunos de los usuarios adventistas de las redes sociales?

Camaradería y una agenda administrativa

Sobre la base de cientos de comentarios, ciertamente puedo confirmar lo que muchos ya saben: un Congreso de la Asociación General es un evento social al que, como adventistas, esperamos asistir para reunirnos con viejos conocidos, excolegas y excompañeros de clase, y con líderes y predicadores que solo hemos visto en una pantalla. Es el lugar donde hay que estar, y si ese es el objetivo de la persona, es muy probable que un Congreso de la Asociación General no nos decepcione.

Otros se enfocan en las tareas administrativas de la iglesia. Después de todo, un Congreso de la Asociación General tiene que analizar y votar sobre puntos de la agenda que no pueden ser discutidos o votados en ninguna otra reunión de la iglesia. Es una reunión administrativa, y hay una agenda para aprobar, seguir y completar. Por lo general, hay presiones para hacerlo de la manera más completa, oportuna y equitativa.

Diversas agendas

Aun así, los comentarios en las redes sociales revelan a aquellos que siguen sus propias agendas y esperan que este próximo Congreso de la Asociación General les brinde la oportunidad de expresar sus quejas, sueños, o demandas. Se espera que algunos de ellos tarde o temprano colisionen contra los que se dedican a los temas administrativos de la iglesia, en especial en lo que respecta a los puntos en los que sus agendas pueden diferir.

Otros parecen estar quejándose de detalles específicos de la organización del evento o la logística, incluso antes de que comience la sesión. Sí, también hay algunos de ellos entre nosotros. Se espera que resurjan de vez en cuando durante las próximas semanas.

Una dimensión espiritual

Al mismo tiempo, y para un evento que parece estar muy centrado en la misión (“Jesús viene: I Will Go!” es un lema que tiene que ver con la misión), leí escasos comentarios sobre la dimensión espiritual del evento, aparte del llamado ocasional a orar por él.

Tal vez “orar por el Congreso” es justamente, y únicamente, lo que la iglesia necesita. Aun así, sería reconfortante leer más comentarios sobre las implicaciones espirituales de una reunión que congrega a personas de todo el mundo como una familia mundial conectada a la misma fe, misión y mensaje.

Expectativas no declaradas y desconocidas

Las conversaciones informales a veces describen expectativas que pocos se atreven a formular con claridad, y mucho menos a expresar en forma escrita. Después de todo, un Congreso de la Asociación General incluye por lo general el mayor número de elecciones y nombramientos que tiene la iglesia. Y esas elecciones y nombramientos tienen consecuencias. Algunos que no lo habían pensado antes podrían empezar a pensar en jubilarse, mientras que otros sentirán que el Señor les está mostrando que es hora de irse. Otros se sentirán llamados a una posición de liderazgo o cargo específico.

Es quizás uno de los temas menos discutidos en torno a un congreso de la Asociación General: las elecciones y los nombramientos tienen consecuencias en la vida real. Hay que conseguir visados y permisos de trabajo, planificar, reformular proyectos, replantear sueños y mucho más. Hay sorpresas y hay decepciones. Hay preguntas sin respuestas claras, y hay aprehensión. Y según los que han estado allí antes, está la paz que se siente cuando se tiene la seguridad de que se ha cumplido la voluntad de Dios.

Por último, es posible que algunos no sepan cómo expresar sus expectativas con palabras o que no tengan expectativas claras en absoluto.

Jesús y las expectativas

Tener expectativas no es nada nuevo. Jesús mismo se reunía regularmente con personas que tenían expectativas acerca de él o de los demás. Los ejemplos son muchos: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” (Marcos 8:27); “¿No es este el hijo del carpintero?” (Mateo 13:55); “¿A quién fueron a ver al desierto?” (Mateo 11:7).

Como muestran estos y otros ejemplos, tener expectativas no es inherentemente malo. Sin embargo, en las interacciones de las personas con Jesús, la clave era que aquellos con expectativas equivocadas estuvieran dispuestos a alterarlas o modificarlas según el Espíritu los guiara a hacerlo. Para Nicodemo significó dejar de pensar en Jesús como “un maestro venido de Dios” (Juan 3:2) y más como alguien que “descendió del cielo” (versículo 13). Para la mujer samaritana, significó pasar de pensar en Jesús como solo “un judío” (Juan 4:9) a llamarlo “el Cristo” (versículo 29). Para un soldado romano, significó pasar de crucificar a un criminal a reconocerlo como “el Hijo de Dios” (Mateo 27:54).

A los que no lograron modificar sus expectativas no les fue tan bien. Judas es quizás el ejemplo más triste y lamentable. Pero hay otros, incluyendo a aquellos que eligieron la secesión cuando el rey Roboam no cumplió con sus expectativas (1 Reyes 12:16).

Cómo manejar las expectativas

En momentos en que miles de personas se reúnen en St. Louis para el LXII Congreso de la Asociación General, tal vez no haya mejor momento para evaluar nuestras expectativas personales y colectivas. Podría ser el momento de pedirle a Dios que nos guíe con respecto a qué esperar y cómo actuar cuando la realidad desafía nuestras expectativas. Pedir la fuerza para dejar abierto nuestro bagaje de expectativas, para que el Espíritu las modifique y reorganice como él—en su infinita sabiduría—considere conveniente.

Y una vez más, enfocarnos y reenfocarnos en la misión, y en el Señor de la misión. Porque más allá de nuestras expectativas, en menos de dos semanas, el LXII Congreso de la Asociación General habrá terminado.
Cuando se apaguen las luces del St. Louis America’s Center, nuestras expectativas podrán haberse cumplido o no. Por cieto, las expectativas pueden ser aplastadas, adaptadas o cambiadas. Nuestra misión, sin embargo, sigue siendo la misma.

Traducción de Marcos Paseggi

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