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Crystal E. Ward elegida como secretaria asociada de la Asociación Ministerial de la Asociación General.

16 de julio de 2025 | St. Louis, Missouri, Estados Unidos | Marcos Paseggi, Revista Adventista

Cuando estaba creciendo en Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos, la difunta abuela de Crystal E. Ward solía decirle a su familia extendida: “Manténganse unidos, confíen en Dios y oren por el Espíritu Santo”. Ward obedeció, sin saber en ese momento de qué manera Dios respondería a sus oraciones. El 9 de julio, durante el 62° Congreso de la Asociación General en St. Louis, Missouri, Estados Unidos, Ward fue nominada y luego elegida como secretario ministerial asociado de la iglesia mundial.

Justo un día antes, el 8 de julio, Ward le había escrito a Dios en su diario de oración. “Señor, solo quiero ser usado de una manera que impacte a otros, como sea que tú quieras usarme”. Ni en sus sueños más alocados podría haber imaginado que menos de 24 horas después recibiría el mandato de apoyar a los pastores, ancianos y diáconos adventistas a nivel mundial.

Crystal E. Ward fue elegida como secretaria asociada de la Asociación Ministerial de la Asociación General durante el 62° Congreso de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, celebrado en el Centro de Convenciones del America’s Complex en St. Louis, Missouri, Estados Unidos, del 3-12 de julio de 2025.

“Estoy asombrado”, dijo Ward. “Ni siquiera sé lo que implica mi nuevo puesto todavía. Pero me dijeron que esa es una oportunidad de impactar a la iglesia mundial en una plataforma global. Y cuando miro hacia atrás, puedo ver que es una oración contestada”.

Éxito en Wall Street

La historia de Ward parece sacada de un guion cinematográfico. Estudió finanzas e inversiones, y se especializó en política y gestión ejecutiva, graduándose de la Escuela Empresarial de Columbia. “Siempre me han gustado los números”, dice Ward. “Para mí, los números cuentan una historia”. Finalmente llegó al mundo corporativo de Wall Street. En un entorno difícil y competitivo, terminó como vicepresidenta principal de banca.

Sin embargo, Ward sintió que quería hacer algo más satisfactorio. “Quería vivir el propósito por el que Dios me estaba llamando. Pero en ese momento, honestamente no pensé que fuera un llamado al ministerio de tiempo completo”.

Bendiciones de la pandemia

Entonces llegó la pandemia del COVID-19. Si bien Ward siempre había servido a las iglesias a las que había asistido como laica, el cierre de las iglesias le permitió involucrarse aún más que antes. Con el estímulo del pastor de su iglesia local, Ward, una anciana de la iglesia local en ese momento, comenzó a organizar un panel de Escuela Sabática. Luego se involucró con Ephesus TV, un programa durante el cual recibió a personas como uno de los candidatos a la alcaldía de Nueva York y el fiscal de distrito. “Fue una plataforma para escuchar los testimonios de las personas y ver cómo la iglesia podía asociarse y hacer más trabajo con la comunidad”, compartió.

Fue en ese momento que Ward sintió un llamado distintivo al ministerio. “Intelectualmente, sabía lo que era recibir un llamado, pero luego lo experimenté. Oré al respecto, ayuné y hablé con algunos de mis mentores, quienes me dijeron: ‘De hecho, estás siendo llamado al ministerio’”.

Una nueva dirección

En agosto de 2020, Ward se inscribió en el Seminario Teológico de la Universidad Andrews y comenzó a estudiar en línea. Al año siguiente, cuando la institución regresó a las clases presenciales, alquiló su lugar y se mudó a Míchigan, donde se encuentra el seminario.

A mitad de esa experiencia, Ward comenzó a recibir llamadas de iglesias, incluso cuando no estaba buscando nada. Una de esas iglesias fue la iglesia adventista de Spencerville, en Maryland, y su pastor principal, Chad Stuart, la invitó a una entrevista con Comisión de Búsqueda Pastoral. La comisión votó unánimemente invitarla a ser la próxima pastora ejecutiva de la congregación.

“En ese momento supe que tenía que decir que sí, por todo ese proceso de entrega, cuando dije: ‘Señor, iré a donde tú quieras que vaya’. Solo sabía que Dios me estaba llamando allí. Y ha sido una experiencia increíble, servir en Spencerville y comenzar nuevas iniciativas. Amo genuinamente a mi iglesia, amo a la gente”, dice Ward, mientras todavía se refiere a “su iglesia” en tiempo presente.

Tres años después de que Ward fuera dedicada como pastora de Spencerville, fue elegida para su nuevo puesto en la Asociación General. “Estaba impactando a Spencerville, y eso me encantó. Pero ahora parece que Dios me está llevando a otro nivel de impacto”, dice.

El llamado de Dios por encima de todo lo demás

Ward está convencida de que Dios la preparó, incluso cuando ella no sabía que eso era lo que él tenía para ella. “Nunca había sido mi decisión convertirme en pastora”, enfatiza.

Servir como pastora en la Iglesia Adventista no siempre es fácil para una mujer, admitió Ward. Ella dice, sin embargo, que no ha experimentado ningún comentario negativo directamente. “Por supuesto, he conocido a personas que no creen en que el ministerio es para las mujeres. Realmente no discuto ni debato eso. Todo el mundo tiene derecho a opinar. Pero sé que Dios me llamó, y mi responsabilidad es responder a ese llamado. Así es como siempre he funcionado y operado”, dice.

Ward explica que su experiencia en el mundo corporativo la ha preparado para este momento. “Era un ambiente dominado por los hombres. Hubo muchas ocasiones en las que yo era ‘la única’ —la única mujer, o la única persona morena, o la persona más joven—. Así que eso ha sido algo a lo que me he acostumbrado, algo en lo que ni siquiera pienso”.

En ese sentido, dice Ward, su fuerza se encuentra en enfocarse en la certeza de su llamado. “Solo sé que Dios me llamó. Dondequiera que Dios me ponga, simplemente obro dentro del propósito y el llamado que él tiene para mí. Solo soy una vasija dispuesta. Y el paquete en el que vengo resulta ser mujer, una mujer morena, pero el llamado es el mismo”.

Un asiento en la mesa

La experiencia de Ward le ha demostrado que cuando te comprometes con Dios, él puede llevarte a lugares que no habías imaginado, pero siempre con el propósito de servir a los demás. “Creo que Dios me ha permitido tener asientos en ciertas mesas donde a muchos otros les gustaría estar, y estando allí, puedo ser esa voz para quien necesite ser representado”, dijo. “No se trata solo de ser mujer o ser morena. Creo que Dios me ha dado diferentes experiencias, y puedo hablar de esas experiencias en cualquier mesa en la que él me permita estar”.

Traducción de Marcos Paseggi

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