Educadora analiza los desafíos mentales de la actualidad y sugiere qué hacer.

16 de septiembre de 2025 | Katowice, Polonia | Marcos Paseggi, Adventist Review

Cuando Yvonne Seidel pidió a los participantes de su taller en la Convención de Generación. Juventud. Cristo. (GYC) Europa 2025 en Katowice, Polonia, que levantaran la mano si alguna vez se habían visto afectados por un problema de salud mental o si conocían a alguien que había sido afectado por ello, casi todos levantaron la mano.

“Dios no nos diseñó para que tengamos que soportar problemas de salud mental», dijo al comienzo de su presentación el pasado 31 de julio. “Y, sin embargo, es una de las formas que el diablo usa para mantenernos alejados de Dios, porque los desafíos mentales pueden distorsionar la imagen de quién es Dios y quiénes somos nosotros”.

Seidel, profesora de educación religiosa en el Seminario Bogenhofen en Austria, discutió por qué, como adventistas del séptimo día, es importante fortalecer la salud mental y hacer cosas que nos lleven a tener capacidades mentales más sólidas, en especial a medida que nos acercamos a lo que los adventistas creen que es el fin de los tiempos.

Yvonne Seidel, profesora de educación religiosa en el Seminario Bogenhofen en Austria, analiza cómo mejorar la salud mental y por qué es importante que lo hagamos, durante la Convención 2025 de Generación. Juventud. Cristo. (GYC) Europa en Katowice, Polonia, el 31 de julio. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Dos principios generales

Una imagen ideal de la salud mental contiene dos elementos clave, dijo Seidel.

Según la Biblia, los seres humanos abarcan elementos físicos, emocionales y espirituales, recordó Seidel a los asistentes al taller. Y Dios nos llama a amar al Señor con todo nuestro corazón: es decir, con la base de nuestros pensamientos, conciencia y pasiones; con todas nuestras mentes: con nuestro entendimiento, sentimiento y deseo; y con todas nuestras fuerzas: nuestros cuerpos físicos. “En la Biblia, el pensamiento y el sentimiento van juntos, algo clave cuando se habla de salud mental”, dijo. Por lo tanto, señaló Seidel, la salud mental combina las partes intelectuales, sociales y emocionales del ser humano.

Al mismo tiempo, todo lo que hacemos se basa en una elección propia. “Nada de lo que hacemos simplemente nos sucede”, dijo Seidel. A menos que se trate de un niño pequeño, “nadie puede obligarme a hacer una determinada cosa”. Explicó: “Si solo hay una fibra en mi ser que quiere ir en una dirección específica, el Señor nos dará completa libertad, incluso si estamos atrapados en adicciones. . . y necesitamos luchar durante un determinado proceso y obtener ayuda externa [para lograrlo]. Esa es la importancia del poder de la voluntad, dijo, de entregar nuestra voluntad para que Dios pueda actuar en nuestro nombre.

Los adventistas del séptimo día y salud mental

En ese contexto, Seidel pasó parte del taller conectando los puntos entre la salud mental y sus implicaciones para los adventistas del séptimo día. “La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente al estrés de la vida, desarrollar sus capacidades, aprender y trabajar bien y contribuir a su comunidad”, leyó de la definición de la Organización Mundial de la Salud. “La salud mental es un derecho humano”.

Los asistentes a la Convención 2025 de Generación. Juventud. Cristo. (GYC) Europa siguen la presentación de Yvonne Seidel sobre salud mental en Katowice, Polonia, el 31 de julio. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

En ese sentido, sugirió Seidel, es esencial que los adventistas del séptimo día disfruten de una salud mental óptima para cumplir con su papel de llevar el evangelio a todas las naciones, tomar decisiones acertadas y superar los desafíos profetizados por la Biblia para el fin de los tiempos.

Para los adventistas, la búsqueda de una salud mental óptima implica entregar nuestros corazones —entregar nuestra voluntad— a Dios, dejando que él se haga cargo de todos los aspectos de nuestra vida, sabiendo que él se preocupa por nosotros y tiene nuestro mejor interés en el corazón, explicó Seidel. “Al fin y al cabo, la pregunta clave es: ¿Tengo ese tipo de relación con Jesús que cualquier cosa que me ocurra, puedo dársela a él?”, preguntó Seidel. En esos casos, incluso si otras personas hacen que me suceda algo malo, eso no afecta mi salud mental, porque puedo darle todo a Dios, dijo.

Hacerse preguntas

En la siguiente parte de su presentación, Seidel sugirió varias preguntas que pueden ayudar a que los adventistas evalúen y desarrollen la dimensión espiritual necesaria para prosperar en la salud mental. “¿Cómo me relaciono con Dios? ¿Qué y quién es él para mí? ¿Le he entregado mi vida? ¿Lo bueno y lo malo? ¿Mis miedos y ansiedades?”, preguntó. “¿Está él a cargo de todos los asuntos de mi vida? ¿Puedo hacer frente a las dificultades de la vida porque puedo echar todas mis preocupaciones sobre él, sabiendo que él se preocupa por mí?”

Al mismo tiempo, Seidel sugirió otras preguntas que, dijo, pueden ayudar a establecer una base sólida para nuestra salud mental. “¿Qué piensa Dios de mí? ¿Qué pienso de Dios?”, preguntó, definiéndola como la imagen de Dios de una persona. Y agregó: “¿Qué pienso de mí misma? ¿Dónde está el ancla de mi autoestima? ¿Qué piensan los demás de mí? ¿Cómo me relaciono con los demás? En otras palabras, ¿cuán independiente soy de la opinión de los demás?”

Para los adventistas, la búsqueda de una salud mental óptima implica entregar nuestros corazones —entregar nuestra voluntad— a Dios, dejando que él se haga cargo de todos los aspectos de nuestra vida, dijo Yvonne Seidel, profesora de educación religiosa en el Seminario Bogenhofen en Austria. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

La clave del asunto

Al fin y al cabo, enfatizó Seidel, la clave es aprender a crecer en nuestra relación con Dios, entregándole todo nuestro ser para que pueda obrar en nosotros, fortaleciendo el poder de nuestra voluntad y haciendo lo que no podemos hacer por nosotros mismos.

Cerró con una cita de Ellen G. White en el libro El camino a Cristo: “Esfuércese nuestra alma y elévese para que Dios nos permita respirar la atmósfera celestial. Podemos mantenernos tan cerca de Dios que en cualquier prueba inesperada nuestros pensamientos se vuelvan hacia El tan naturalmente como la flor se vuelve hacia el sol.Presentad a Dios vuestras necesidades, tristezas, gozos, cuidados y temores. No podéis agobiarle ni cansarle. El que tiene contados los cabellos de vuestra cabeza no es indiferente a las necesidades de sus hijos […].

“Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aun por nuestra presentación de ellas. Llevadle todo lo que confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar, pues sostiene los mundos y rige todos los asuntos del universo. Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que él no la note. No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan obscuro que él no lo pueda leer, ni perplejidad tan grande que no la pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de los labios, sin que el Padre celestial lo note, sin que tome en ello un interés inmediato […]. Las relaciones entre Dios y cada una de las almas son tan claras y plenas como si no hubiese otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado” (pp. 100, 101).

Traducción de Marcos Paseggi