La entrada del Centro de Salud Black River, con su cocotero doblado y su techo roto, refleja los graves daños causados por el huracán Melissa el pasado 28 de octubre de 2025. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

El equipo de extensión del Hospital Andrews Memorial distribuye paquetes de atención, platos de comida y apoyo emocional en el Hospital Black River y las comunidades cercanas

7 de noviembre de 2025 | Río Negro, Santa Isabel, Jamaica | Dyhann Buddoo-Fletcher y personal de noticias de la División Interamericana

Muchos residentes en el oeste de Jamaica, duramente golpeados por el huracán Melissa de categoría 5, están agradecidios a Dios por salvarles la vida. Otros están de duelo por las pérdidas y se preguntan por qué Dios causó tanta devastación. En respuesta, el recién nombrado capellán asistente del Hospital Andrews Memorial Limited (AMH), el pastor Eric Nathan, ofreció una aclaración directa: “Este no es un acto de Dios. Este es el acto del diablo”.

El capellán Nathan habló durante la obra comunitaria del AMH en el Hospital Black River en St. Elizabeth el 4 de noviembre. Un equipo de 25 voluntarios distribuyó 300 paquetes de artículos, sirvió sopa caliente y gachas al personal y a los residentes del hospital, y entregó linternas solares y ropa.

De izquierda a derecha: Diana Brown-Williams, directora ejecutiva del Black River Hospital; la enfermera Erica Myers, subdirectora interina de servicios de enfermería y control de infecciones; el pastor Keisan Jemieson, del distrito de Black River; el pastor Eric Nathan, capellán asistente de AMH; y Donmayne Gyles, presidenta/directora ejecutiva de AMH, en la iniciativa comunitaria de AMH el pasado 4 de noviembre de 2025. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

Cuando la tormenta tocó tierra en la costa suroeste de Jamaica el 28 de octubre, con vientos que alcanzaron más de 300 kilómetros por hora, atravesó St. Elizabeth, St. James, Westmoreland, Hanover, Trelawny y St. Ann, dejando escombros, destrucción, pérdida de vidas y una población perturbada.

“Lo que vemos aquí es un reflejo de la realidad de lo que el pecado ha causado. Debemos hacerle saber al Diablo que entendemos que esto no es de Dios”, dijo Nathan.

Agregó que el silencio de Dios no es un consentimiento para el mal. “Entonces, cuando nos preguntamos, ‘¿dónde está Dios?’, necesitamos entender que Dios todavía está donde estaba cuando su Hijo estaba en la cruz”.

El pastor Nathan aseguró aún más a los obreros sobre la promesa de Dios en Isaías 43:2: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán”. Dios da gracia y habilidades para cada paso. Al mirar el caos, la confusión y la destrucción, recuerden: Dios está con nosotros”.

El personal del Hospital Black River recibe sopa caliente y gachas durante la iniciativa comunitaria de AMH el pasado 4 de noviembre de 2025. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

Construir juntos y servir a las comunidades

Donmayne Gyles, director ejecutivo de AMH, agradeció al liderazgo del Hospital Black River por dar la bienvenida al equipo de voluntarios y describió el compromiso del hospital de asociarse durante el proceso de recuperación.

“Creemos en el servicio”, dijo Gyles. “Como lo expresa nuestra misión, estamos extendiendo el ministerio de sanidad de Cristo, y esto es parte de ello. Nosotros, como equipo, hemos decidido apoyar al Hospital Black River como proyecto mientras construimos juntos”.

Gyles dijo que el equipo estaba allí para ofrecer platos de comida al personal del hospital y señaló que se asociarían con el pastor Kiesan Jemieson del distrito de iglesias adventistas de Black River para extender el apoyo a la comunidad en general ese mismo día.

Agradeció a Nutri Delight, el patrocinador principal, por contribuir con los paquetes de artículos y proporcionar diez faroles solares.

Arden Francis de Logwood recibe un nuevo farol solar de manos del presidente y director ejecutivo de AMH, Donmayne Gyles, durante la iniciativa comunitaria del pasado 4 de noviembre. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

La gerenta general del Hospital Black River, Diana Brown-Williams, expresó su profunda gratitud y describió una institución afectada en lo más profundo. “En nombre de nuestro personal, extiendo mi sincero agradecimiento al equipo de Andrews Memorial”, dijo. “La devoción de esta mañana nos levantó el ánimo durante este momento difícil”, comentó. “El huracán prácticamente nos diezmó la infraestructura, los equipos y, lo que es más doloroso, la gente. En el presente, solo podemos utilizar alrededor del 15 por ciento del espacio del hospital”.

Brown-Williams informó que el hospital sufrió grandes daños, dado que perdió techos y zonas clave como las salas, las oficinas administrativas, las dependencias del personal, los servicios dietéticos y el quirófano quedaron fuera de servicio. Dijo que el hospital solo puede estabilizar los casos de emergencia antes de transferir a los pacientes a otras instalaciones, incluido el Hospital Regional de Mandeville, el Hospital Público de Kingston y el Hospital de la Universidad de las Indias Occidentales.

Enfatizó la necesidad urgente de materiales descartables, equipos médicos, muebles y apoyo para la reconstrucción a largo plazo, y dijo que el hospital agradece la ayuda de limpieza y la atención psicosocial. “Apreciamos todo lo que puedan hacer por nosotros”.

Karl McDonald disfruta de gachas con los trabajadores de AMH Dalmain Black y Chad Artwell durante la iniciativa comunitaria en el Hospital Black River. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

Duelo privado, fe pública

La enfermera Shirleyan Myers, miembro del personal del Hospital Black River, tomó uno de los paquetes con artículos mientras luchaba por contener las lágrimas. “Fue terrible, terrible, terrible”, dijo. Explicó que cuando azotó el huracán Melissa, su esposo y sus tres hijos tuvieron que refugiarse en el automóvil familiar, y actualmente está embarazada de seis meses. “El viento se llevó el techo, todo estaba empapado y algunas cosas se volaron”, dijo. Su esposo trató de volver a clavar el techo de zinc después de la tormenta, pero cada vez que llueve, el agua todavía entra en la casa.

A las 6:00 Karl McDonald, de 70 años, llegó al hospital para un chequeo postoperatorio. “El médico dijo que mi herida se está curando. Que a veces sentiré dolor”, contó. “Pero toda mi casa ha desaparecido. Me estoy quedando en una iglesia bautista cercana junto con muchos otros”.

Karl dijo que su nueva fe en Jesús lo ha guardado. “Me bauticé hace tres meses en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Black River. Jesús lo es todo para mí. Sé que él proveerá un nuevo hogar. No tengo familia que pueda ayudarme”.

Lola Bent recibe su paquete de atención de Donmayne Gyles, presidenta y directora ejecutiva de AMH, durante la iniciativa de alcance comunitario el pasado 4 de noviembre. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

Al mediodía, Wilton Forbes, de 22 años, y sus primos Sonia Davy, de 16, y Jay Davy, de 14, entraron en los terrenos del hospital. Se sintieron atraídos por los platos de comida y la distribución de paquetes de ayuda. “No hay agua en casa”, dijo Forbes. “Fuimos al Spa Black River a lavarnos. Nuestra casa se inundó cuando subió el nivel del mar, y el río se desbordó y se llevó todo”.

Sonia dijo que casi fue arrastrada cuando las olas y la crecida del río se precipitaron por su casa: “Me vi morir y grité pidiendo ayuda”, dijo, “pero mi madre me agarró de la mano y me llevó a un lugar seguro”. Ella y su familia ahora están quedando con un vecino cuya casa dañada aún puede albergarlos.

El noventa por ciento de los residentes perdió el techo

Después de apoyar al hospital, el equipo de AMH extendió su iniciativa de ayuda a los vecindarios destrozados, las comunidades de Lovers Lane y Logwood, con el pastor Jemieson al frente del equipo. Ahora, en su segundo año de ministerio en el distrito pastoral de Black River, brinda sus servicios a congregaciones en las comunidades de Black River, Parottee, Brampton, Middle Quarters y Whitehall.

Velma Gunter muestra el techo volado de su casa en Lovers Lane, St. Elizabeth, después del huracán Melissa. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

“Más del 90 por ciento de nuestros miembros no tiene techo y ahora duerme al aire libre”, dijo Jemieson. “Muchos carecen de agua y comida. La depresión y la ansiedad están presentes. El asesoramiento ha comenzado para algunos, pero se necesita más ayuda psicosocial. Estamos agradecidos por la iniciativa comunitaria de Andrews Memorial; todo ayuda”.

A lo largo de Lovers Lane, Velma Gunter, miembro de la iglesia adventista de Black River, se paró bajo un cielo abierto donde alguna vez estuvo su techo. La luz del sol entraba a raudales por entre las vigas de la casa de cinco habitaciones, ahora despojada del techo.

“Perdimos todo el techo en una hora y media”, dijo. “Mi familia y yo nos refugiamos en el garaje bajo el techo de losa toda la noche”. Cada habitación está abierta al cielo, y la mayor parte de lo que poseen está mojado. “Todavía doy gracias porque tengo vida. Algunos no pueden soportar la tarea de contar su experiencia. Yo puedo hacerlo, y sé que hay un propósito, incluso si aún no lo sabemos”.

Los trabajadores del Hospital Andrews Memorial distribuyeron 300 paquetes de artículos, sopa caliente y gachas, faroles solares y prendas de vestir al personal del hospital y a los residentes cercanos durante la iniciativa de ayuda en el Hospital Black River y en las comunidades de Logwood y Lovers Lane el pasado 4 de noviembre de 2025. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

“Dios respondió mis oraciones”

Sentados al borde de la carretera frente a una pequeña tienda de comestibles había algunos residentes. Los miembros del equipo de AMH se acercaron, oraron con ellos y les dieron paquetes de artículos. Nordia Palmer-Harvey lloró después de que el pastor Jemieson oró. “Dios ha respondido a mis oraciones”, dijo mientras sollozaba.

Nordia admitió: “Me siento muy emocionada en este momento y prefiero no hablar más por ahora”, pero entonces un vecino la animó a continuar.

“Esta mañana, le dije a Dios que estaba necesitada y que me pusiera donde pudiera conseguir algo”. Nordia explicó en voz baja: “Si me hubiera quedado en casa, no habría recibido este paquete. Son una respuesta a mi oración. Gracias por orar por mí”. Jemieson la abrazó antes de irse.

El gerente general de AMH, Donmayne Gyles, muestra un farol solar a un residente de Logwood. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

A pesar de la devastación, el espíritu comunitario es elevado

Mientras el equipo de AMH continuaba ayudando en Logwood, Charmaine Blythe, subgerente de laboratorio de AMH, dijo: “Cada terreno contaba la misma historia: casas dañadas, escombros, pertenencias mojadas que están secándose al sol. En un terreno, algunos limpiaban mientras otros jugaban dominó. Su risa se elevaba por encima de la música. Había frutos del pan asándose sobre un fuego a las brasas”.

Blythe vio a tres niños y a una mujer, tal vez una madre, descansando en un colchón dañado afuera, aprovechando al máximo la situación. “A pesar de la devastación, existe un espíritu comunitario y armonía”, dijo.

Shernett Headcock, de pie en su puerta, señaló un pequeño arbusto, desnudo por el viento. “Lo recorté tres días después del huracán”, dijo. “Míralo ahora, están brotando nuevas hojas. Al igual que esta planta, golpeada por la tormenta, y ahora brotando hacia un nuevo comienzo, nosotros también lo haremos. Pasaremos una nueva página”.

En Logwood, St. Elizabeth, Nordia Palmer-Harvey y su hijo Malik se paran afuera de su casa con el paquete de artículos que recibieron. [Fotografía: Dyhann Buddoo-Fletcher]

En el viaje de cinco horas del equipo de AMH desde St. Elizabeth de regreso a Kingston, el Sr. Gyles vio al pastor Everett Brown, presidente de Unión Jamaiquina, que también regresaba de una iniciativa comunitaria en la zona.

“Estoy muy orgulloso del liderazgo y de los obreros del Hospital Andrews Memorial por ser parte de esta iniciativa”, dijo Brown. “Ayudar a los devastados por el huracán pone de relieve el compromiso de Andrews de aliviar el sufrimiento y muestra lo que puede lograr el trabajo en equipo. Las personas afectadas necesitan toda la ayuda que puedan obtener en este momento, y como iglesia haremos todo lo posible para ayudarlos a reconstruir sus vidas”.

Traducción de Marcos Paseggi