La neuropsicóloga Fanny Wong explica los efectos del uso excesivo de dispositivos en la atención, el sueño y las emociones de los niños.

25 de noviembre 2025 | Montemorelos, Nuevo León, México | Laura Marrero y Noticias DIA

La exposición prolongada a pantallas, videojuegos y dispositivos móviles se ha convertido en una de las principales preocupaciones entre los profesionales de la salud mental infantil, señaló la neuropsicóloga infantil Fanny Wong durante una reciente presentación en la Universidad de Montemorelos.  Lejos de ser un tema menor, los hábitos digitales de los menores están moldeando su desarrollo cognitivo, emocional y conductual de maneras que aún no comprendemos del todo, pero que ya comienzan a mostrar consecuencias visibles, explicó.

La neuropsicóloga infantil Fanny Wong, especialista en desarrollo y funciones cerebrales en la niñez, explica que las experiencias vividas durante los primeros años de vida determinan gran parte de la estructura emocional y conductual futura. “La infancia es el suelo sobre el que caminaremos el resto de nuestras vidas”, cita Wong, enfatizando que la sobreexposición digital interfiere en etapas clave de maduración cerebral, especialmente en la construcción del apego, la atención y el lenguaje.

Un niño absorto en su dispositivo, destacando las preocupaciones expresadas sobre el aumento del tiempo de pantalla entre los usuarios jóvenes. [Foto: Pexels.com]

Diversos estudios recientes confirman que los niños menores de dos años no cuentan con la madurez neurológica suficiente para procesar adecuadamente la estimulación de una pantalla. Aun así, muchos bebés son expuestos a dispositivos incluso mientras son alimentados, lo que sustituye el contacto visual y físico necesario para el desarrollo afectivo. En edades preescolares, esta exposición excesiva se ha relacionado con una menor mielinización de la sustancia blanca, afectando la organización cerebral y el aprendizaje del lenguaje.

A medida que los niños crecen, los efectos se diversifican. En el ámbito físico, aumentan los casos de obesidad, fatiga visual, dolores de cabeza y alteraciones posturales. En el ámbito cognitivo, el uso constante de pantallas fragmenta la atención y reduce la capacidad de concentración sostenida, generando síntomas similares al trastorno por déficit de atención. Además, el cerebro en desarrollo, expuesto a estímulos rápidos y cambiantes, pierde la capacidad de mantener la calma, planificar y controlar los impulsos.

La conferencista Fanny Wong comparte su investigación durante el Congreso de Psicología de la Universidad de Montemorelos, en México, realizado del 22 al 23 de octubre de 2025. [Foto: Universidad de Montemorelos]

Wong advierte que estas alteraciones impactan directamente en el rendimiento académico. «Un niño que pasa horas frente a una tablet suele carecer de estructura y hábitos, lo que se refleja en su organización, conducta y desempeño escolar». La motricidad fina, por ejemplo, se ha visto afectada por la pérdida del hábito de escribir a mano, una práctica que estimula zonas cerebrales clave para el razonamiento y la coordinación.

En el plano emocional, los videojuegos con alto potencial adictivo - como Fortnite o Minecraft - han generado patrones de dependencia y conductas impulsivas comparables con las adicciones. «Al retirarles el dispositivo, muchos niños muestran irritabilidad, ansiedad o incluso síntomas de abstinencia», explica Wong. Estos comportamientos se intensifican en adolescentes con baja tolerancia a la frustración o con condiciones previas como TDAH o trastornos del espectro autista, donde la exposición digital puede potenciar la agresividad, el aislamiento y la ansiedad.

La especialista también señala el impacto social y emocional de esta dinámica, “muchos jóvenes están creciendo sin desarrollar habilidades de reciprocidad o interacción humana. Están aprendiendo a relacionarse más con una pantalla que con una persona”. Esta desconexión afecta su inteligencia emocional y su capacidad para construir vínculos reales.

En paralelo, la exposición a contenidos inadecuados en internet y redes sociales contribuye a problemas de autoestima, distorsión de la imagen corporal, ansiedad y depresión. “El filtro de Instagram no se parece al rostro real, y esa diferencia está generando insatisfacción, especialmente en las adolescentes”, comenta Wong. Asimismo, el acceso prematuro a material sexual o violento puede alterar el desarrollo de la identidad y la conducta, y aumentar el riesgo de abuso o exposición a situaciones inseguras.

Estudiantes se reúnen en el campus para la parte presencial del congreso de psicología en formato híbrido. [Foto: Christopher Castellanos/ Universidad de Montemorelos]

Uno de los efectos más alarmantes, señala, es la alteración del sueño. La luz azul emitida por las pantallas inhibe la producción de melatonina y afecta la calidad del descanso. “Un adolescente debe dormir entre ocho y diez horas, pero muchos duermen cuatro. El sueño es el mejor estabilizador del ánimo y del rendimiento cognitivo. Sin descanso adecuado, todo el sistema se desregula”.

Ante este panorama, Wong subraya que la solución no está en demonizar la tecnología, sino en regular su uso y acompañar emocionalmente a los menores. Recomienda a los padres establecer horarios, crear espacios libres de pantallas, limitar el uso antes de dormir y priorizar contenidos educativos. En menores de 18 meses, la Organización Mundial de la Salud desaconseja completamente el uso de dispositivos, salvo para videollamadas supervisadas.

Más allá del tiempo frente a la pantalla, la especialista resalta un aspecto esencial: el contexto y la calidad de la experiencia. “Si un niño vive en un entorno de gritos o falta de atención, el dispositivo se convierte en refugio emocional. No solo importa cuánto tiempo pasan frente a la pantalla, sino también cómo y para qué la usan”.

El papel de los psicólogos y educadores, dice Wong, debe centrarse en la psicoeducación y el acompañamiento familiar. Promover límites claros, fomentar el diálogo y enseñar a los padres a comprender la naturaleza emocional y cognitiva de sus hijos son pasos fundamentales para prevenir daños. “La paternidad no debe ser improvisada. Psicoeducar es enseñar. Si ayudamos a los padres a entender y establecer estructura, ayudamos a los hijos a desarrollarse sanamente”.

Finalmente, destaca que el desapego tecnológico no es imposible. “Si un niño ha pasado mucho tiempo frente a pantallas, se puede reducir de manera gradual y fomentar actividades recreativas, deportivas o artísticas que estimulen su interacción con el entorno y con otras personas”.

Esta reflexión formó parte de la ponencia “Efectos y riesgos de la exposición a las pantallas, videojuegos y dispositivos móviles en la niñez y adolescencia”, presentada por la Lic. Fanny Wong durante el Congreso de Psicología de la Universidad de Montemorelos, realizado los días 22 y 23 de octubre de 2025, bajo el tema “Habilidades y herramientas terapéuticas: retos de la psicología contemporánea”.

Fanny Wong, es graduada en Ciencias de la Educación, con especialidad en Psicología Educativa por la Universidad de Montemorelos, es neuropsicóloga infantil con más de 20 años de experiencia clínica en el diagnóstico y tratamiento de trastornos del desarrollo, aprendizaje y conducta. Ha colaborado en programas de intervención temprana y orientación familiar en instituciones educativas y de salud, además de impartir conferencias sobre neurodesarrollo y crianza consciente en diversos foros nacionales e internacionales.

Lisandra Vicente y Brenda Cerón contribuyeron en este artículo.