Un grupo de pastores bautiza a 2213 personas en la nación insular de Vanuatu, en el Pacífico Sur, durante una campaña de evangelización en septiembre de 2014. Imagen de la Misión de Vanuatu/AR

12 de agosto de 2015 | Barbara Fisher, investigadora principal del estudio «Antes y después del bautismo»

Los adventistas del séptimo día podrían mejorar la preparación y la atención que brindan a los que escogen unirse a la denominación por medio del bautismo, según un nuevo estudio.

Casi 1500 adventistas de al menos 18 años participaron en «Antes y después del bautismo», un estudio patrocinado por la División del Pacífico Sur de la Iglesia Adventista, con el propósito de investigar la relación entre las prácticas de bautismo de la iglesia y la madurez y el compromiso cristianos de sus miembros con las creencias básicas adventistas.

Los hallazgos del informe preliminar revelan que más de la mitad de los participantes fueron bautizados antes de los 16 años. Sin embargo, uno de cada tres de 11 a 14 años indicaron que sus padres les habían dicho que eran demasiado jóvenes para bautizarse. Uno de cada cinco aceptó a Jesús como su Salvador a los 9 años o aun antes.

Muchos participantes comentaron que la decisión y la solicitud que hace un niño de ser bautizado tienen que ser tomada con seriedad.

«Me preguntaba si necesitaba ser rebautizada, porque fui bautizada tan chica y comencé a comprender y desarrollar una relación de amor y dedicación por Dios solo alrededor de un año más tarde», dijo una joven que en la encuesta dijo tener entre 20 y 25 años. «Desde entonces, he decidido que Dios usó mi bautismo temprano al comienzo de mi experiencia. Si solo fuéramos bautizados cuando entendemos todas las cosas, jamás nos bautizaríamos».

Estos hallazgos son, en su mayor parte, alentadores, y un recordatorio de la razón por la que la iglesia financia los ministerios de niños y la educación adventista. Los siguientes hallazgos, sin embargo, son más preocupantes.

Uno de cada cuatro participantes en la encuesta no tuvo un mentor deliberado después del bautismo. El ocho por ciento indicó que no tuvo instrucción antes del bautismo; el cuatro por ciento señaló como razón que «la persona que me bautizó consideró que no necesitaba una instrucción especial porque había crecido en la iglesia». El doce por ciento indicó que habían sido rebautizados, y muchos participantes expresaron preocupación por el término «bautizado en la Iglesia Adventista del Séptimo Día», en comparación con la frase «bautizado en Cristo».

El equipo de investigación incluyó académicos del Colegio Terciario de Educación Superior Avondale y de la Universidad Andrews, así como administradores de la Iglesia Adventista a nivel de asociación, unión, división y la Asociación General. Distribuyó un cuestionario de 38 puntos en los encuentros campestres y regionales de Australia, Nueva Zelandia y el Pacífico Sur en 2014 y 2015. De los que participaron, el 55 por ciento estuvo compuesto por mujeres, y el 45 por ciento por hombres.

El cuestionario incorporó ítems sobre el trasfondo de los participantes, y una pregunta se refirió a los parientes adventistas bautizados. Alrededor del 95 por ciento indicó que su familia cercana incluía al menos a una persona bautizada. El integrante con mayor influencia en la familia, y el que es más probable que fuera bautizado: la madre. Parece ser que la iglesia recibe la mayoría de sus miembros de dentro de sus filas, y menos del diez por ciento de sus miembros proviene de fuera de la familia de la iglesia.

Las preguntas abiertas dieron la oportunidad de que los participantes incluyeran experiencias y comentarios personales, tales como: «Mi tía y mi tío estaban recibiendo estudios bíblicos con un ministro todas las semanas. Después de un tiempo, el ministro les preguntó si querían ser bautizados. Ellos le respondieron con un enfático ‘No’. Me sentí tan avergonzado, que me adelanté y dije: ‘Yo quiero ser bautizado’. Me dio pena el ministro porque había estado asistiendo todas las semanas para visitar periódicamente a mis parientes».

Una sección de la encuesta preguntó a los participantes sobre su relación con la iglesia en el pasado. El diecisiete por ciento indicó que por un tiempo se habían alejado, una tercera parte de ellos, durante seis a más de diez años.

La sección final preguntó sobre la fe de los participantes y su relación con la iglesia. Esto mostró que la mayoría de los encuestados asisten a la iglesia una vez a la semana, y seguirían haciéndolo aun si se mudaran a un lugar diferente. De manera significativa, ocho de cada diez participantes, cuando se les preguntó si se veían dentro de diez años como miembros de la iglesia, respondieron: «Definidamente sí».

Traducción de Marcos Paseggi

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