14 de junio de 2016 | Ciudad de Panamá, Panamá | Libna Stevens/DIA
Ella vio niños sin hogar. Vio jóvenes atribulados. Vio ancianos olvidades. Esas fueron escenas desgarradoras que impactaron a Fulbia Castrellón mientras pasaba por el ruinoso parque comunitario en Concepción la Vieja, un vecindario de Ciudad de Panamá, Panamá.
¿Qué podía hacer ella para llevar esperanza y marcar una diferencia en sus vidas? Su idea era simple: Una sopa. Esa fue la chispa que atrajo el interés de las líderes del ministerio de la mujer de la Iglesia Adventista en Ciudad de Panamá. Hoy día, casi seis meses después, cientos de miembros están participando en este nuevo ministerio denominado “La sopa de la esperanza”. El ministerio alimenta a más de trescientas personas cada domingo en el Parque La Concepción.
“Tenemos miembros de iglesia que donan alimentos o fondos para adquirir los ingredientes que necesitamos para preparar la sopa y dan de su tiempo para este hermoso proyecto”, dijo Castrellón. “Me siento extremadamente feliz de trabajar con personas que realmente aman a Jesús y dedican sus energías para este programa continuado”.
Cada iglesia se turna para preparar, cocinar y alimentar a las personas en el parquet. “Tenemos vecinos de los hogares de los alrededores que se acercan para colaborar y también nos ayudan para cocinar y servir”, añadió Castrellón.
Todos pueden tomar su sopa, el arroz y el pan y escuchar mensajes espirituales, cantar himnos, escuchar lecturas bíblicas y pedir que los líderes y los miembros de la iglesia oren por las necesidades de ellos.
El programa ha estado funcionando sin parar todas las semanas desde enero. Las autoridades locales han tomado nota del programa y han felicitado a la iglesia por llevar esperanza a los jóvenes y a los ancianos de una sociedad sedienta de atención y amor auténticos.
Durante un evento reciente, el agente de policía L. Amaranto, que dedica tiempo a organizar actividades y ejercicios en el parque para jóvenes aquejados de problemas, expresó su gratitud a los miembros de iglesia por su contribución a la comunidad. “Un millón de gracias por lo que están hacienda para que los jóvenes puedan apoyarse en la Palabra de Dios y llegar a ser hombres buenos en el futuro para contribuir al progreso de la comunidad”, dijo Amaranto.
El programa tuvo tanto éxito los primeros dos meses que los líderes de la iglesia decidieron organizar un domingo especial en marzo, donde se ofrecieron chequeos médicos gratuitos además de atención odontológica, asistencia psicológica, actividades para los jóvenes y piñatas para los niños. Más de setecientas personas de la comunidad y miembros de iglesia participaron de las actividades del día.
“Esto ha creado una actitud gozosa en el parque, porque se ha creado un sentido de comunidad”, dijo Rosalinda De Gracia, directora de ministerios de la mujer de la Iglesia Adventista en Panamá. “Se puede ver a tantas personas de las zonas circundantes que vienen a ayudar a los necesitados, y las sonrisas en todos los rostros”.
“La sopa de la esperanza” ha sido una iniciativa exitosa de evangelismo que ha resultado en más de 350 personas que aceptaron a Cristo y se unieron a la iglesia durante los primeros cuatro meses del año, añadió Castrellón.
Como el programa comunitario misionero está funcionando cada semana, Castrellón, que dirige los ministerios de la mujer en la Asociación Metropolitana de Ciudad de Panamá, desea alcanzar a doscientos niños que vagan por las calles como si fueran huérfanos, dado que sus padres trabajan todo el día.
El plan es trabajar juntos con los líderes de la comunidad y las autoridades locales para evaluar la vida de hogar de los niños, y ofrecer un programa que les permita recibir instrucción en las iglesias adventistas de las cercanías.
Castrellón está maravillada el pensar cómo Dios le dio la idea que llegó a ser algo tan especial para tantas personas.
“Me siento tan agradecida porque Dios nos inspira y nos usa para que seamos productivos, de manera que podamos levantar a los necesitados que están a nuestro alrededor”, dijo Castrellón.
Traducción de Marcos Paseggi