Imagen por Bettina Krause/IRLA

27 de enero de 2017 | Nueva York, Nueva York, Estados Unidos |

La Iglesia Adventista del Séptimo Día está dirigiendo en las Naciones Unidas, en conjunto con otras entidades, una discusión sobre pacificación o negociaciones de paz, en la que un dirigente de la iglesia señala en un importante simposio, que la paz significa mucho más que simplemente la ausencia de conflicto bélico.

Ganoune Diop, director de asuntos públicos y libertad religiosa de la Iglesia Adventista del Séptimo Día mundial, presentó sus declaraciones durante una presentación hecha ante 130 representantes de varias agencias de la ONU, en conjunto con otras organizaciones religiosas y no gubernamentales, en el tercer simposio anual sobre el papel a desempeñar de la religión y los grupos religiosos en los asuntos internacionales. Este evento, llevado a cabo en el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York, el 23 de enero del presente, fue copatrocinado por la Iglesia Adventista

“La propagación de la paz no es una empresa de límites estrechos”, dijo el director Diop en su primera presentación del día. “Significa considerar y abordar el espectro total de la existencia humana —espiritual, moral y físico. Sí, la paz requiere la ausencia de violencia, pero requiere también la presencia de cualquier cosa que sea necesaria para apoyar la dignidad humana”. Por lo tanto, añadió, los prerrequisitos para la paz incluyen la satisfacción de las necesidades de la vida —refugio, alimento, trabajo, así como libertad de la coerción y el miedo.

La necesidad de pacificadores se hace cada vez más urgente, dijeron muchos de los presentadores, incluyendo al Dr. Jeffrey Haynes, director del Centro para el Estudio de Religión, Conflicto y Cooperación, de la Universidad London Metropolitan. El Dr. Haynes citó estadísticas que muestran una intensificación de conflicto global en los últimos años. En 2008, aproximadamente 56,000 personas murieron a causa de conflictos en alguna parte del mundo. Esta cifra se elevó a 125,000 en el 2014. En 2015, según las cifras disponibles más recientemente, aproximadamente 180,000 personas murieron como resultado directo de conflicto bélico; lo cual representa la cifra anual más elevada desde el genocidio en Ruanda, en 1994.

Un panel vespertino de oradores procedentes de Filipinas y Colombia —dos países afectados por largos y sangrientos conflictos civiles— les recordaron a los presentes que la pacificación involucra mucho más que teorías académicas o diplomacia de alto nivel.

La labor de pacificadores salva vidas”, dijo Jesús Dureza, consejero presidencial para el Proceso de Paz en las Filipinas. Esta idea: La importancia de vida o muerte que tiene la pacificación, encontró eco nuevamente en la presentación del Dr. Miguel Ceballos Arévalo, Decano de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, en Bogotá y ex viceministro de Justicia de Colombia.

Otros presentadores en el simposio hablaron acerca de la inmensa contribución que las religiones y las organizaciones religiosas pueden hacer tanto en la mediación de los conflictos, como en ayudar a edificar sociedades sólidas y estables que apoyen la paz.

Su Excelencia, Pekanbaru Metso, embajador general del diálogo intercultural e interreligioso en Finlandia, dijo que los gobiernos no deben subestimar “el importante papel e influencia de la religión en la sociedad, aun en nuestra así llamada era secular”.

Adama Dieng, consejero especial del secretario general de las Naciones Unidas, en la prevención del genocidio, instó a las organizaciones civiles, incluyendo a las organizaciones religiosas, a “estar listas a apoyar a los gobiernos en la labor de promover y proteger los derechos humanos de los ciudadanos y en la formación de sociedades pacíficas e inclusivas”. Enfatizó la amplia influencia ejercida por las organizaciones religiosas en la sociedad y animó a las organizaciones religiosas a ser las primeras en promover la paz. «Las acciones de una sola persona pudieran parecer tan insignificantes”, dijo, “pero juntos, colectivamente, podemos dar pasos significativos en favor de la paz”.

Al hablar más tarde, el director Diop enfatizó el valor de la voz y perspectiva adventista escuchada en las Naciones Unidas. “Tenemos importantes contribuciones prácticas y teológicas para hacer dentro de la discusión pública respecto a la labor de pacificación y la promoción de la dignidad humana”, añadió. “Como organización global, contamos con una cartera de servicios, incluyendo los educacionales, espirituales, de salud y humanitarios, que ayudan al fomento de comunidades saludables”. Todos estos servicios e instituciones, dijo, hablan de los esfuerzos del adventismo por “mejorar la vida de las personas y afirmar el valor de cada ser humano”.

El departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa fue uno de los tres organizadores del simposio, el que fue copatrocinado también por el Cuerpo Especial de la Inter Agencia de Participación de la ONU con las Organizaciones Religiosas, y la Oficina de la ONU sobre Prevención del Genocidio.

Traducción – Gloria A Castrejón

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