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Grupo de presentadores y organizadores del evento de conmemoración de la Reforma en Washington D.C. Imagen de Maria Bryk

 

7 de junio de 2017 | Washington D.C., Estados Unidos | Marcos Paseggi, corresponsal principal, Adventist Review

Decenas de investigadores, partidarios y defensores de la libertad religiosa se dieron cita el pasado 1 de junio en el Centro de Libertad Religiosa de Washington D.C. para conmemorar y analizar las implicaciones de la Reforma Protestante para la libertad religiosa y de conciencia. El evento, que duró un día, fue titulado “Conmemoración del 500° aniversario de la Reforma Protestante del siglo XVI: Diálogos sobre la Reforma, las identidades cristianas y la libertad de conciencia”, y buscó profundizar en las múltiples conexiones entre el histórico acontecimiento del siglo XVI y nuestra búsqueda contemporánea continuada de la libertad de conciencia y cultos.

“El mundo del siglo XVI vivía sumido en el temor, y explicada cada brote de alguna enfermedad con toda clase de supersticiones”, dijo Ganoune Diop, director de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la Iglesia Adventista, y uno de los patrocinadores del evento. Las personas se preguntaban cómo podían ser justos ante Dios, contó. “La Reforma Protestante fue una respuesta a esas preguntas”, explicó Diop.

Gente que hizo una diferencia

El doctor Ganoune Diop, director de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la Iglesia Adventista durante su presentación en el Centro de Libertad Religiosa. Imagen de Maria Bryk

En presentaciones compactas de 15 minutos, investigadores de diversas tradiciones cristianas destacaron a algunos de los precursores e ideas que transformaron para siempre el panorama religioso. Al mismo tiempo, los presentadores de enfocaron en aspectos menos conocidos o aun contradictorios de algunos de los reformadores.

“El reino de Dios fue central a sus creencias,” dijo Diop en referencia a Martín Lutero. “Su teología aguardaba el fin del mundo. Por ello, también en su doctrina fue un reformador.”

Diop también señaló, sin embargo, que aunque la obra de Lutero abrió senderos hacia las libertades de las que disfrutamos hoy, faltaba aún mucho por hacer”. En un principio, la libertad religiosa fue otorgada a los Estados, no a las personas individuales”, dijo, y añadió que un camino semejante suele terminar en tragedia, lo que resulta en violencia y sufrimiento. “Reclamar la verdad tiene que estar acompañada de la libertad individual de creer o de no creer.”

Aunque Lutero fue la referencia más obvia en los diálogos de conmemoración, los presentadores también enfatizaron otros precursores de los principios de libertad religiosa y de conciencia.

“George Fox creía que la vida cristiana tenía que influir y afectar toda la vida diaria”, dijo Gretchen Castle, secretaria general de la Comisión Mundial de los Amigos para la Consulta, en referencia al fundador del movimiento cuáquero en la Inglaterra del siglo XVII. “Fox creía que la fe y las acciones no van separadas, lo que aún se refleja en el compromiso de los cuáqueros para hacer del mundo un lugar mejor”.

William Penn, fundador del estado de Pennsylvania, en los Estados Unidos, fue otro nombre mencionado al reflexionar en los precursores de la promoción de la libertad de conciencia. Uno de los primeros cuáqueros, es considerado responsable de llevar y aplicar los principios de la libertad de cultos a América en el siglo XVII.

David Little, investigador del Centro Berkley de la Universidad de Georgetown, recordó a los asistentes que para los primeros reformadores, “la uniformidad religiosa era el fundamento de la seguridad y la prosperidad públicas”. Los defensores de las libertades individuales, sin embargo, como es el caso de Roger Williams, enfatizó que la libertad de conciencia es la piedra angular de la libertad religiosa. “Él entendió ese principio correctamente”, dijo Little, “muchos años antes de Madison y Jefferson, [quienes firmaron la Constitución de los Estados Unidos]”.

Un enfoque adventista

Grupo de participantes que asistieron a la conmemoración de la Reforma en el Centro de Libertad Religiosa de Washington D.C. Imagen de Maria Bryk

Ted N.C. Wilson, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, resumió la contribución adventista específica a la libertad de conciencia y de culto.

“Creer que somos creados a imagen de Dios es la base de la dignidad humana”, dijo Wilson. “Todos los seres humanos están dotados de dignidad y valor infinitos, y la conciencia humana es una parte fundamental de ello”.

Después de repasar brevemente el firme compromiso de los pioneros adventistas con la libertad de conciencia, Wilson explicó que ese énfasis se encuentra arraigado en el carácter mismo de Dios.

“Los pioneros adventistas creían que actuar de acuerdo con la conciencia es un derecho inalienable”, dijo Wilson, y en referencia a libro bíblico de Apocalipsis, capítulos 12 y 13, añadió: “Los seguidores de Cristo no fuerzan a los demás. La libertad de conciencia es un derecho universal: es para todos”.

Wilson concluyó diciendo que aun cuando sus derechos sean violados, los adventistas del séptimo día buscan el bienestar de los demás por causa de Dios. “Los adventistas estamos decididos a desarrollar una cultura global que respeta la libertad de conciencia de cada persona”, dijo.

Un proceso continuo

Es difícil trazar una línea recta desde la Reforma a nuestro énfasis actual en la libertad religiosa, dijo Neville Callam, secretario general de la Alianza Bautista Mundial. Tenemos que recordar, sin embargo, que “cualquier alianza con los poderes seculares finalmente nos forzará a someternos a uno de esos poderes”, expresó. “Es una de las razones por la cual la Reforma necesita seguir influyendo sobre nuestra testificación y nuestra vida”.

César García, secretario general de la Asociación Mundial Menonita, se mostró de acuerdo. “Usar a los políticos para apoyar el cristianismo afecta la capacidad de las iglesias”, dijo. “Conocer la verdad siempre implica una decisión voluntaria”.

Este compromiso continuo debería influir sobre todo lo que hacemos en el presente, no solo en la iglesia sino en especial fuera de ella, dijo Castle. “[Deseamos] una iglesia que siempre está reformada y reformándose”, expresó. “Ese es nuestro imperativo espiritual: actuar y mantenernos activos, asumir riesgos en pro de los cambios sociales, y escoger el amor”.

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