El grupo de mujeres del hogar intermedio de mujeres en San Juan, Puerto Rico, comparten amplias sonrisas en el hogar de Rodríguez en Mayagüez, Puerto Rico, después de pasar un día dedicado a actividades recreativas y de esparcimiento, el pasado 8 de junio de 2017. Imagen de Libna Stevens/DIA

13 de junio de 2017 | Mayagüez, Puerto Rico | Libna Stevens/DIA

Recibir a más de una treintena de mujeres de un instituto correccional de San Juan es uno de los puntos más destacados del año para el pastor José Alberto Rodríguez, presidente de la Iglesia Adventista en Puerto Rico, y su esposa Christina. El matrimonio, que vive en Mayagüez, ha abierto su hogar a estas mujeres cada año durante los últimos seis años.

Una joven copia algunos de sus versículos favoritos de la Biblia en una cartulina que recibió en el hogar de Rodríguez. Imagen de Libna Stevens/DIA

La institución de San Juan es un tipo de hogar intermedio para mujeres que están cumpliendo el último período de sus sentencias. El viaje en autobús a la casa del pastor Rodríguez en Mayagüez lleva unas tres horas, y cuando las mujeres llegan, tienen grandes sonrisas en el rostro. Es una oportunidad que tienen de pasar tiempo lejos de sus problemas, su pasado atribulado, y un futuro incierto. Durante la visita, se las anima a dibujar, colorear, conversar entre ellas, disfrutar de alimentos deliciosos, cantar y escuchar del amor de Cristo y la esperanza que puede dar a sus vidas.

El pastor Rodríguez sonríe de oreja a oreja mientras observa que las mujeres ríen y dibujan y colorean juntas. “Están en su casa”, les dice. “Pueden servirse los alimentos, todo lo que quieran, y no tienen que pedir permiso para sentarse aquí o allí o usar el baño. Están en casa para relajarse y aprovechar el día”.

“Pueden tomar una paleta o las golosinas que están ahí delante y probarlas”, dice Christina durante la fiesta especial. “El amor de Dios es dulce como la miel, y cuando más lo prueben, más querrán seguir haciéndolo.

Teresa muestra la ilustración que dibujó junto al pastor José Alberto Rodríguez, presidente de la Iglesia Adventista en Puerto Rico, en su hogar en Mayagüez, Puerto Rico. Imagen de Libna Stevens/DIA

“El amor de Dios puede transformarlas porque son sus princesas, hijas del Rey de reyes, y él quiere que se sientan valoradas, amadas, respetadas y bienvenidas hoy en nuestro hogar”, sigue diciendo.

Experimentar el perdón de Dios

Teresa, que tiene 38 años y cuatro hijos, dibuja una cruz y un corazón, y dice: “Papá, mira”, mientras le muestra su dibujo al pastor Rodríguez, que ha sido una figura paterna para Teresa desde que se conocieron.

El padre de Teresa falleció hace poco, y ella dice que jamás conoció a su padre biológico. “Quiero mucho a papá Rodríguez, porque él siempre me ha dicho que soy especial y que me imagina predicando algún día”.

La historia de su vida es larga, pero ella agradece a Dios por haberla cambiado y transformado gracias al sacrificio amante que Cristo hizo en la cruz por ella.

“Pasé de ser llamada ‘la loba’ en las calles a ser ahora una princesa del Señor”, dice Teresa. “La misericordia y la gracia de Dios me ha rescatado una y otra vez de las garras del enemigo”.

Artículos recolectados por voluntarios de la iglesia para ADRA Puerto Rico Occidental como donaciones para cada una de las mujeres que participaron del día de celebración especial dedicada a ellas. Imagen de Libna Stevens/DIA

Aún hay cosas que tiene que trabajar en su carácter, dice, pero está tomando estudios bíblicos, ha terminado cursos de terapia, y actualmente vende periódicos durante el día.

Por buena conducta, las mujeres alojadas en el instituto correccional pueden tener trabajo durante el día y usar un pase familiar por mes, pero siempre son supervisadas. El centro les ofrece terapia, cursos de capacitación y evaluaciones periódicas, según Rodríguez.

Teresa se toma un día a la vez, y cuando quede en libertad quiere ayudar a los que no tienen hogar y están necesitados. “Sé que Dios me está refinando y preparándome para compartir mi testimonio”, dice.

Teresa cantó del amor y el perdón de Dios durante un programa especial en el hogar de Rodríguez. Otras mujeres también participaron de representaciones teatrales.

Cada una recibió una bolsa llena de artículos de higiene personal y un pijama, gracias a miembros de iglesia que trajeron donaciones y artículos a la sede de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en Puerto Rico Occidental.

Amor compartido

Jennifer sonríe al mostrar un conjunto de fabricación propia que le trajo un grupo de mujeres de la iglesia adventista Buena Vista en Cayey, que aparece junto a ella. Imagen de Libna Stevens/DIA

“No quiero que la iglesia cierre los ojos a las necesidades de los que están en prisión”, dice Rodríguez. “Muchos de los encarcelados han perdido su identidad, su familia, y se les hace difícil comenzar de nuevo”, explicó.

“Tenemos que hacer nuestra parte para compartir el amor y el perdón de Dios, y ayudarlos a tener éxito en la vida y por la eternidad”.

Hacer su parte para dar alegría al grupo de mujeres es justamente lo que Alba González quería. Viajó desde la iglesia adventista Buena Vista de Cayey, en Cayey, a más de 150 kilómetros. González vino con otras seis mujeres de la iglesia para cantar y sorprender a Jennifer, que tiene casi ocho meses de embarazo, con una

Las mujeres recolectaron artículos de bebé, prepararon prendas para bebé y se ocuparon de suplir todas las necesidades para la mamá y el futuro bebé.

“Queríamos estar aquí para mostrar nuestro amor a esta nueva madre por la cual Jesús dio su vida en la cruz”, dice González. El grupo de Cayey había conocido a Jennifer en marzo cuando visitaron el centro y pasaron un día jugando y haciendo manualidades con el grupo de reclusas.

“La iglesia escuchó nuestro pedido de artículos nuevos para el bebé de Jennifer, y juntamos tantos que tuvimos que preparar otros paquetes para ayudar a las madres de la comunidad”, dijo González. “No podíamos perdernos de experimentar este momento con ella”.

Oportunidad de crecer

Obed Jiménez (derecha), rector de la Universidad Adventista Antillana, muestra a Viviette cómo será la ceremonia de graduación una vez que complete su carrera de enfermería. Imagen de Libna Stevens/DIA

Para Viviette, de 31 años, ese fue uno de sus días más felices, que jamás olvidará. Vestida de graduación, recibió un símil de diploma, como el que recibirá cuando termine la universidad.

“En la vida siempre hay tiempo de crecer, y tú tendrás la oportunidad, Viviette”, le dice Rodríguez.

Vestido con sus ropas académicas, el doctor Obed Jiménez, rector de la Universidad Adventista de las Antillas entregó una beca a Viviette para que estudie enfermería, y le mostró cómo será el momento en que reciba su diploma. Los ojos de Viviette se llenaron de lágrimas al pensar en alcanzar ese logro, y la posibilidad de un futuro mejor para ella y su familia.

Anette Cruz, directora de capellanía en el Departamento Correccional y Rehabilitación de Puerto Rico, celebró la obra de la Iglesia Adventista. “Conocemos el amor de Dios gracias a vuestro amor y compromiso de ofrecer recursos para que las personas puedan tener nuevas oportunidades”.

Movidos por el amor

Han pasado doce años desde que Rodríguez ha estado trabajando con el Departamento Correccional y de Rehabilitación para ministrar a los hombres y las mujeres de instituciones correccionales de la isla. Es esa relación y compromiso de asistir a los que están en prisión lo que lo ha impulsado a recolectar fondos en las estaciones de radio de la iglesia, invitar a iglesias completas para que donen fondos y artículos de higiene personal, ayuden a las mujeres para que puedan iniciar microemprendimientos mediante proyectos de ADRA, y hablan con los reclusos sobre el poder redentor y la transformación en Dios.

Sinaira Camacho, director del centro, agradeció a la iglesia en nombre del centro y los 13 mil hombres y mujeres en institutos correccionales de la isla. “Me comprometo públicamente a trabajar más cerca del departamento para mantener las puertas abiertas a la iglesia y su ministerio de ayudar a los reclusos de nuestros centros”.

Anette Cruz (derecha), directora de capellanía del Departamento Correccional y de Rehabilitación de Puerto Rico, celebra la obra de la Iglesia Adventista, mientras que junto a ella, observa Sinaira Camacho. Imagen de Libna Stevens/DIA

Hasta el momento, 36 mujeres han estado recibiendo estudios bíblicos de parte del pastor adventista José Marrero, quien comenzó ministerios a las prisiones en esa institución de mujeres en octubre pasado. Dos de las mujeres pronto serán bautizadas.

“Lo único que nos motiva es el amor de Dios, y seguiremos asociándonos para este ministerio”, dice el pastor Rodríguez ya cerca del fin de la celebración. Rodríguez sonríe con un guiño de ojos, como lo haría a sus dos hijos ya crecidos y sus dos nietos. Ve a las 36 mujeres que han pasado el día en su hogar como sus mujeres, como hijas de Dios. Ve en cada una de ellas potencial, y anima al equipo de veinte líderes y miembros de iglesia que participaron del día especial de involucrar a toros en el ministerio a las prisiones.

La Iglesia Adventista de Puerto Rico está preparando para movilizar a todas las iglesias, para que dediquen a ayudar a 436 reclusos jóvenes que no cuentan con ningún familiar o pariente cercano, el próximo sábado 21 de octubre de 2017. Los miembros de iglesia recolectarán artículos de higiene personal y los artículos necesarios, pasarán el día con ellos y les compartirán el amor y la esperanza de salvación.

Para aprender más de las iniciativas de la iglesia en Puerto Rico, visite upasd.org

Para ver más fotografías de la actividad, visite AQUI

Traducción de Marcos Paseggi

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