El doctor Torben Bergland, director asociado de ministerios de salud de la Iglesia Adventista, desafió a los administradores y líderes de salud de la iglesia a que refuercen la tolerancia cero hacia la violencia doméstica y el abuso sexual en la iglesia, dado que esta es una importante amenaza a la salud y el bienestar mentales.
“Lo que es perjudicial para la salud mental es la exposición a la violencia, la negligencia y el abuso, que está presente en todas partes”, dijo el doctor Bergland. “Dentro de los hogares, lugares que deberían ser seguros, existe violencia, negligencia y abuso. Estas son cosas a las que como iglesia tenemos que prestar atención. No es aceptable”.
“Como iglesia, tenemos que mostrar tolerancia cero por la violencia doméstica y el abuso sexual. Ese es uno de los desafíos y amenazas más grandes que tenemos para la salud, y esto se encuentra presente en todo el mundo; no hay lugar que esté exento”, expresó.
Bergland hizo ese llamado durante una presentación sobre depresión, en el tercer día de la Cumbre de Salud organizada por la División Interamericana en Punta Cana, República Dominicana, del 22 al 25 de enero. Entre los asistentes se encuentran administradores de la iglesia y directores de ministerios de salud de toda Interamérica.
La depresión puede afectar a cualquiera, aun a una persona que parece vivir en circunstancias relativamente ideales, explicó el doctor Bergland. Y es dos veces más común en las mujeres que en los hombres.Hay varios factores que pueden jugar un papel en la depresión:
Factores ambientales: La exposición continua a la violencia, la negligencia, el abuso o la pobreza a veces puede hacer que las personas sean más vulnerables a la depresión.
Dado que según la Organización Mundial de la Salud hay 264 millones de personas de todas las edades que se ven afectadas por la depresión, Bergland explicó que “la depresión es parte de ser humano. Es una respuesta común al quebrantamiento de este mundo. Es una enfermedad que afecta la calidad de vida y la capacidad de funcionar. Las personas a veces piensan en la depresión como una tristeza extrema; sin embargo, la depresión es un estado complejo de la mente que a menudo está caracterizado por la desesperanza, el autodesprecio, el aislamiento, la ansiedad, la tristeza, la culpa, la vergüenza y el sentimiento de vacío”.
Los síntomas típicos de la depresión incluyen:
Según la Organización Mundial de la Salud, entre el 76 y el 85 por ciento de las personas de países de ingresos bajos y medios no reciben tratamiento alguno por su trastorno. Las barreras para una atención efectiva incluyen una falta de recursos, una falta de proveedores de salud capacitados, el estigma social asociado con los trastornos mentales y una evaluación inadecuada. En países de todos los niveles de ingresos, las personas deprimidas a menudo no reciben un diagnóstico apropiado, y otros que no tienen el trastorno demasiado a menudo se ven diagnosticados erróneamente y se les prescribe antidepresivos.
Bergland cree que uno de los desafíos que ha afectado el tratamiento efectivo de la depresión es que dentro de las comunidades religiosas ha existido un escepticismo hacia la psicología.
“Tradicionalmente en la historia de la psicología, ha existido cierto antagonismo entre la religión y la psicología y, debido a esto, muchos cristianos se han tornado resistentes y escépticos a la hora de buscar ayuda para sus problemas mentales”, dijo Bergland.
Juicios espirituales
Asimismo, en el ámbito espiritual de las cosas, Bergland opinó que hay cristianos que creen que las personas no pueden ser salvas si se suicidan.
“Creo que toda vez que alguien comete suicidio, Dios sabe cuánto dolor hay en esa persona. Dios conoce la historia. Dios conoce y comprende la salud mental y las disfunciones de la mente mejor que cualquier psiquiatra. Creo que toda vez que una persona renuncia a la vida, eso le da dolor a Dios más que a cualquier otro. Él no está enojado con el individuo, sino que está enojado con el pecado. De manera que yo no tengo por qué juzgar quién se va a salvar y quién se va a perder. No creo que el suicidio sea un pecado imperdonable. Siempre tenemos que recordar que Dios es un Dios de compasión que ama a la raza humana, y creo que su corazón de manera especial acompaña a los que sufren”.
“Hay tantas cosas que he aprendido sobre la depresión a partir de esta presentación”, dijo Carla Sánchez, de Belice. “Ahora sé que puede afectar a todos nosotros y, por lo tanto, no necesitamos sentirnos avergonzados por ello”, expresó. Sánchez entiende que a veces lo que más importan son las acciones y no las palabras a la hora de comprender cuando alguien está pasando por una depresión, añadió. “Tenemos que juzgar menos a las personas que están sufriendo de depresión”.
“La depresión puede ser tratada, pero el tratamiento no garantiza una recuperación plena. Necesitamos mostrarnos más compasivos hacia las personas que sufren de depresión…personas en nuestra iglesia y en la comunidad”, añadió Bergland.
Traducción de Marcos Paseggi